Euro-euforia
Espa?a ha asumido su tercera presidencia semestral del Consejo de la UE coincidiendo con un paso hist¨®rico en la construcci¨®n europea: la puesta en circulaci¨®n de las monedas y billetes de euro en los 12 pa¨ªses que forman la Uni¨®n Monetaria. Culmina as¨ª la mayor unificaci¨®n monetaria de la historia. No hay ya marcha atr¨¢s posible. La curiosidad y el entusiasmo de los ciudadanos han quedado patentes en el primer d¨ªa del a?o con el paso de decenas de miles de ciudadanos por bancos y cajeros autom¨¢ticos para hacerse con los nuevos billetes, que eliminan una frontera m¨¢s en Europa: la de las monedas nacionales.
Un sue?o integrador se hace realidad. El proyecto viene de lejos, pues casi desde la concepci¨®n misma del Mercado Com¨²n se apreci¨® la necesidad de eliminar obst¨¢culos, entre ellos la diversidad de monedas. El impulso pol¨ªtico que el Consejo Europeo de Madrid dio en junio de 1989 al llamado Informe Delors para la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM) fue decisivo para esta gran operaci¨®n de ingenier¨ªa pol¨ªtica, con resultados econ¨®micos favorables.
El euro es, de hecho, el primer s¨ªmbolo con contenido real que tiene esta Uni¨®n Europea, y ha supuesto la mayor transferencia de soberan¨ªa hacia una instituci¨®n independiente como es el Banco Central Europeo. Si para Alemania ha supuesto europeizar el marco -su estandarte nacional hasta ayer-, para Espa?a significa lograr una estabilidad monetaria sin precedentes. Atr¨¢s queda una peseta sometida a frecuentes devaluaciones ante vecinos m¨¢s potentes. Adem¨¢s, el mundo, en un contexto global, tiende a la simplificaci¨®n monetaria. Ya no es tan expresiva de la soberan¨ªa nacional la disposici¨®n de moneda propia.
El euro como unidad contable era una realidad desde el 1 de enero de 1999, y ya hemos vivido algunas ventajas de su introducci¨®n. Europa ha ganado consistencia frente a las fluctuaciones cambiarias que han tenido lugar desde entonces. Se ha avanzado hacia la formaci¨®n de un espacio financiero ¨²nico, aunque todav¨ªa queden numerosas bolsas. Los mercados de bonos privados en euros han experimentado un crecimiento importante. Ha desaparecido el riesgo de cambio, especialmente importante para las peque?as y medianas empresas, con menor capacidad defensiva frente a esas perturbaciones externas. Y, con la reducci¨®n de tipos de inter¨¦s que ha conllevado el camino hacia el euro, ciudadanos y empresas de pa¨ªses como Espa?a han podido endeudadarse a menor coste.
Desde ayer, el euro ha pasado a ser la moneda de pago com¨²n para 300 millones de ciudadanos europeos y previsiblemente ser¨¢ la divisa de referencia para el conjunto del continente. Las monedas nacionales desaparecer¨¢n oficialmente en la eurozona en dos meses, pero todo hace pensar que en cuesti¨®n de d¨ªas nuestra vida discurrir¨¢ plenamente en euros.
El Banco Central Europeo, la Comisi¨®n Europea -en este caso, con el espa?ol Pedro Solbes encargado de esta cartera-, los bancos centrales nacionales y el sistema bancario en su conjunto han realizado una aut¨¦ntica labor de relojer¨ªa, que ha funcionado pr¨¢cticamente a la perfecci¨®n en la distribuci¨®n de las nuevas monedas y billetes.
Retos de la presidencia espa?ola
Todo apunta a que el euro f¨ªsico ha llegado en un momento dif¨ªcil para la coyuntura econ¨®mica europea, y ¨¦sta ser¨¢ la prueba de fuego para las autoridades monetarias europeas, y para las pol¨ªticas econ¨®micas, en un entorno que facilitar¨¢ la comparaci¨®n directa de precios y salarios en la zona euro. La presi¨®n de la competencia ser¨¢ mayor. El programa de reformas que desde Lisboa pretende convertir en diez a?os a Europa en el ¨¢rea con mayor pujanza econ¨®mica del mundo debe concretarse en la cumbre de Barcelona en primavera. Pues, a pesar de los enunciados, todav¨ªa no existe un verdadero mercado interior. El euro facilitar¨¢ la denuncia de inconsistencias y asimetr¨ªas. En comparaci¨®n, la complicidad de la pol¨ªtica con el crecimiento econ¨®mico y la mejora de la productividad ha sido mucho mayor en Estados Unidos que en la UE.
El euro puede suponer un impulso psicol¨®gico importante para esta Europa que, a pesar de los agoreros, ha alzanzado tan notable uni¨®n monetaria, pero que anda un poco perdida sobre el camino a seguir en el futuro, cuando su n¨²mero de miembros puede pr¨¢cticamente doblarse en unos pocos a?os. Sin embargo, la plasmaci¨®n de la moneda ¨²nica no supone automatismo alguno para impulsar ni la uni¨®n econ¨®mica -que se ha quedado olvidada o limitada a una mera coordinaci¨®n de pol¨ªticas nacionales- o a la uni¨®n pol¨ªtica. El actual liderazgo europeo tiene que saber aprovechar el euro para hacer pol¨ªtica europea y continuar la construcci¨®n en curso.
Esto es lo que en profundidad debe labrar el Gobierno de Aznar durante esta presidencia semestral. Parad¨®jicamente, el PP no fue nada entusiasta del euro en la oposici¨®n, pero cuando lleg¨® al poder descubri¨®, afortunadamente, que la moneda ¨²nica era el mejor instrumento para impulsar unas reformas estructurales que, sin embargo, se han quedado cortas. Otros 11 pa¨ªses llegaron a la misma conclusi¨®n. Los tres que se han quedado fuera de momento -Reino Unido, Suecia y Dinamarca- lo han hecho por razones pol¨ªticas, que cambiar¨¢n cuando la moneda europea se consolide.
Aznar ha puesto el acento de la presidencia espa?ola en las medidas comunes para la lucha contra el terrorismo y contra cualquier tipo de crimen organizado que pretenda aprovecharse de la desaparici¨®n de las fronteras internas en la UE. M¨¢s Europa, el lema de la presidencia espa?ola, ha de significar crear un aut¨¦ntico espacio europeo en varios campos, como el energ¨¦tico, la libre competencia, los presupuestos y otras materias. M¨¢s Europa debe llevar a nuevas cesiones de soberan¨ªa a instituciones comunitarias. La unificaci¨®n monetaria es s¨®lo un paso.
Ahora bien, la Uni¨®n Europea no debe limitarse a configurarse como un espacio interno. La Uni¨®n, ahora con el euro en su bolsillo, tiene una enorme responsabilidad internacional que cumplir, como potencia que impulse, por la fuerza de la convicci¨®n m¨¢s que de la imposici¨®n, los valores de la libertad, la tolerancia, la convivencia y la democracia. En resumen, proyectar hacia afuera lo que ha conseguido hacia dentro en sus ¨²ltimos 52 a?os de historia, una tarea a¨²n m¨¢s importante desde el 11 de septiembre pasado. Pero la guerra de Afganist¨¢n y el conflicto de Oriente Pr¨®ximo han puesto de relieve lo peque?a que es la UE en t¨¦rminos pol¨ªtico-militares globales. Tampoco sabe presentar bien los esfuerzos que hace para consolidar la paz en los Balcanes. Impulsar esta dimensi¨®n en la que insiste Aznar requerir¨¢ un plus de voluntad pol¨ªtica que no se acaba de percibir entre los Quince. Necesitar¨¢ asimismo un cambio de talante en el propio Gobierno, pues parece contradictorio querer reactivar la cooperaci¨®n euromediterr¨¢nea y enrocarse con Marruecos.
La labor de la presidencia espa?ola se ve dificultada por un calendario electoral que no favorece grandes decisiones, pues en estos seis meses se celebrar¨¢n elecciones en Portugal, Irlanda y Francia, con las de Alemania en el inmediato horizonte oto?al. Aun as¨ª, Espa?a tiene oportunidades de hacer avanzar esta construcci¨®n. Por ejemplo, negociando los dif¨ªciles cap¨ªtulos que le corresponden -Agricultura y Fondos Estructurales- con los candidatos a sellar en 2004 una unificaci¨®n de Europa, pendiente desde hace siglos. Adem¨¢s, en marzo ha de echar a andar la Convenci¨®n para preparar las reformas institucionales de la UE en 2004, incluida la elaboraci¨®n de una Constituci¨®n Europea, aunque lleve otro nombre. Hay, pues, mucho por hacer para que en estos seis meses Europa vaya a m¨¢s.
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