'No se pueden encontrar soluciones definitivas a la inmigraci¨®n'
Este hombre de 44 a?os ha convertido la instituci¨®n del Defensor del Pueblo Andaluz, que desde el pasado mes de diciembre desempe?a por segunda vez, en una instancia que opina, interviene, critica y es tenida en cuenta por las fuerzas sociales y pol¨ªticas. Chamizo llevaba muchos a?os en la brecha cuando fue nombrado Defensor. Todo empez¨® un d¨ªa de finales de los setenta, cuando a su parroquia lleg¨® un chico de un barrio muy humilde y en medio de la conversaci¨®n se puso muy enfermo. Chamizo se asust¨®, pero el chico le dijo: 'Pepe, no es nada. Dame 500 pesetas, que voy a por un medicamento que tengo yo para cuando me pongo as¨ª'. Fue su encuentro con la droga. Desde ese momento, Chamizo dej¨® de pensar en ense?ar en la universidad, y comenz¨® en el Campo de Gibraltar a movilizar asociaciones de madres de toxic¨®manos. Luego le fueron llegando otros retos, todos nacidos de la pobreza y la marginaci¨®n, y a todos ellos se abraz¨® Chamizo. Ha trabajado 15 a?os en tres ¨¢reas; toxic¨®manos, enfermos de sida y ni?os y mujeres maltratadas. Luego le toc¨® el turno a la inmigraci¨®n, y tambi¨¦n en eso el Defensor ha dado su opini¨®n. En total, lleva fundadas 20 asociaciones. Por ahora
'P¨®nganse de acuerdo en cu¨¢l va a ser la pol¨ªtica de inmigraci¨®n en este pa¨ªs, porque estamos desconcertados. Y p¨®nganse de acuerdo en la UE...'
'Hemos logrado que la vida diaria, con sus alegr¨ªas y sufrimientos, llegue a este edificio. Antes los curas repart¨ªan estampitas; yo reparto el tr¨ªptico del defensor'
'Si me piden que sea m¨¢s radical, como me gustar¨ªa, contesto que antes de poner verde a un alto cargo recuerden que tal vez ma?ana me van a decir que le pida un favor'
'Yo digo en broma que a ver si los libertadores de los inmigrantes van a ser los empresarios en vez de los pol¨ªticos. Es que tiene guasa la cosa...'
'El negro es consciente de estar en territorio ajeno. Los magreb¨ªes, por los ocho siglos que estuvieron aqu¨ª, por la Mezquita, digamos que se creen que esto es de ellos'
Pregunta. En Andaluc¨ªa es muy respetada la instituci¨®n que representa. Tiene fama de ser un Defensor muy poco convencional. ?Qu¨¦ quiere decir eso?
Respuesta. Hemos roto el perfil que es habitual en otras instituciones similares; que es la queja del funcionario, la de un mont¨®n de gente que acude aqu¨ª porque conoce la instituci¨®n. Cuando llegu¨¦, dije que esa gente estaba en su derecho, pero que quer¨ªa que el Defensor llegara al pueblo andaluz en toda su totalidad. Para eso me he recorrido simb¨®licamente los 770 pueblos de Andaluc¨ªa, y estamos en contacto con alrededor de 5.000 asociaciones de todo tipo. Creo que hemos logrado que la vida diaria, con sus alegr¨ªas y sufrimientos, llegue hasta este edificio. Mira, voy por los pueblos y yo mismo me r¨ªo... Antes, los curas repart¨ªan estampitas, y yo lo que reparto es el tr¨ªptico del Defensor... Tenemos una correspondencia dura, cada vez m¨¢s abultada, y adem¨¢s es que yo soy directo, ando mucho por la calle, y la gente me para, me pregunta. No voy de Defensor las 24 horas del d¨ªa, o s¨ª de Defensor, pero no de estirado. Hoy he recibido un grupo de gente de unas cortijadas que est¨¢n sin luz, a un se?or que no tiene vivienda, a un enfermo mental que tiene muchas dificultades.
P. El enfermo mental, ?qu¨¦ espera de usted?
R. Lo que quiere es hablar conmigo, o explicarme su locura, Hay ¨¦pocas en que vienen todos como si tuvieran un microchip en la cabeza. Yo les hablo, me pongo a su nivel. A partir de ah¨ª hablamos con la familia. Pero vienen unos cuantos, y a todos les recibo. Estos d¨ªas han telefoneado varios y todos me han dicho lo mismo: Pepe, oye, ?me has visto en la tele? Y yo, pues no, ?d¨®nde en la tele? Pues apagando el fuego en las Torres Gemelas. Por lo visto, cuando ocurren grandes enormes desgracias es normal que esta gente se sit¨²e en ese escenario.
P. En 1998 advirti¨® que los pol¨ªticos deb¨ªan tomarse en serio los problemas de la inmigraci¨®n. Este a?o visit¨® El Ejido y dijo a la prensa que aquella visita hab¨ªa sido una de las experiencias m¨¢s duras de su vida como Defensor. Ahora estamos a final de a?o, ?qu¨¦ dice?
R. Que podr¨ªamos asistir a un nuevo Ejido. Por ejemplo, se est¨¢ prohibiendo a los inmigrantes abrir la mezquita, y hay una tensi¨®n a?adida por lo ocurrido en Nueva York. Ambas cosas pueden desencadenar algo que ninguno queremos. Yo lo advierto, es mi misi¨®n porque no tengo un poder ejecutivo, y se lo comunico a las autoridades. ?En qu¨¦ han cambiado las cosas desde 1998? Dir¨¦ una cosa: por lo menos, el tema ha entrado en la pol¨ªtica.
P. ?C¨®mo no iba a hacerlo, con lo que ocurri¨®?
R. Creo que sorprendentemente ha entrado en la vida pol¨ªtica, es decir, como motivo de discusi¨®n. Yo lo que he pedido mil veces es un pacto de Estado, porque ¨¦sta es una cuesti¨®n muy seria. En cambio, eso no se ha conseguido. La situaci¨®n ya est¨¢ creada.
P. ?Quiere decir que est¨¢ creado el problema?
R. Es que no me gusta decir problema hablando de inmigraci¨®n. Es decir, aqu¨ª est¨¢n los inmigrantes, muchos con documentaci¨®n, otros sin ella, y ustedes, se?ores pol¨ªticos, tienen que dar una respuesta. En 1985 se hizo una ley de extranjer¨ªa, y en 2000 se hace otra que cualquier analista sabe que no sirve para mucho. ?Porque la realidad desborda a la legislaci¨®n, hay que hacer chapucer¨ªas e improvisar? P¨®nganse de acuerdo en cu¨¢l va a ser la pol¨ªtica de inmigraci¨®n en este pa¨ªs, porque estamos desconcertados. Y p¨®nganse de acuerdo en la UE, que va unido... La situaci¨®n est¨¢ creada y te encuentras que en la provincia de Almer¨ªa, que sepamos, hay 46.000 inmigrantes. Y hay datos que hablan de que se exporta una riqueza de 1.000 millones diarios. ?C¨®mo pueden vivir bajo pl¨¢sticos, en chabolas? Me indign¨® que los alcaldes me dijeran que no hab¨ªa problema de vivienda, que, en todo caso, para el colectivo ¨¢rabe, que los dem¨¢s todos ten¨ªan una casa. Pues mire usted... A partir de ese viaje ha habido muchos ayuntamientos que han solicitado incorporarse al decreto de la Junta, con financiaci¨®n de las dos administraciones, la central y la auton¨®mica, para construir viviendas.
P. ?No era una norma que ped¨ªa a los alcaldes que cedieran suelo?
R. La Junta hizo una norma para que los alcaldes cedieran suelo de sus municipios, y como no funcion¨®, estableci¨® que la Junta participar¨ªa en la compra de ese suelo.
P. ?Y esta nueva f¨®rmula s¨ª funciona?
R. No. Ahora estamos en la siguiente fase. Es decir, d¨¦jese usted ya de peticiones y d¨ªganos cu¨¢ndo empezamos. ?Qu¨¦ cambio ha habido? Pues que no ha habido m¨¢s remedio que aceptar que tenemos un problema y que hay que darle una soluci¨®n. ?En qu¨¦ no ha cambiado? En que las soluciones no est¨¢n siendo r¨¢pidas. Por ejemplo, s¨ª ha cambiado la actitud de los empresarios.
P. ?M¨¢s que la de los pol¨ªticos?
R. Pues s¨ª. Por ejemplo, la COAG tiene unos buenos albergues y han solicitado unidades habitacionales. Yo digo en broma que a ver si los libertadores de los inmigrantes van a ser los empresarios. Es que tiene guasa la cosa.
P. ?Cree que los empresarios han visto que, si no, iban a tener muy mala prensa en Europa?
R. Eso viene de una visita del Foro Europeo. Algunos pidieron que se boicoteara a los empresarios que no traten dignamente a los inmigrantes. Yo siempre he dicho que tratar dignamente a los inmigrantes es una garant¨ªa de riqueza, que eso nos beneficia a todos.
P. Hay empresarios que contratan mano de obra ilegal.
R. De vez en cuando aparece un explotador, pero cada vez menos. ?Qu¨¦ es lo que ocurre? Un d¨ªa, yo estaba en un pueblo y vi a unos chicos inmigrantes esperando sentados en unos escalones. Sali¨® el alcalde y me dijo: hay trabajo para ellos, hay empresarios dispuestos a contratarlos y no hay manera de que consigan los papeles... Se da esa contradicci¨®n de falta de mano de obra, y gente que quiere contratar y no puede hacerlo. Todo por culpa de la propia legislaci¨®n.
P. Si todos los inmigrantes fueran legales, los empresarios ganar¨ªan menos. Algunos deben de pensar que dentro de unos a?os no podr¨¢n contratar a esa gente, pero ahora, mientras los pol¨ªticos se ponen de acuerdo, les viene bien...
R. Se est¨¢n poniendo multas. Los empresarios inteligentes lo saben... Y cada vez se ponen m¨¢s, en Huelva, y en Almer¨ªa tambi¨¦n.
P. La situaci¨®n, entonces, ha mejorado...
R. No, no. La cosa est¨¢ encauzada.
P. ?Solamente?
R. Porque las viviendas no se est¨¢n construyendo, y si no hay viviendas no hay integraci¨®n. Me consta que muchos de los que trabajan aqu¨ª env¨ªan dinero a su familia, pero la gente que no tiene un trabajo digno no puede enviar nada. Se ha dicho que s¨®lo desde Almer¨ªa sal¨ªan hacia Marruecos m¨¢s de 1.000 millones al a?o. Y luego no dejan reabrir la mezquita, cerrada desde lo ocurrido en El Ejido. Y adem¨¢s han derribado m¨¢s chabolas... sin que se haya habilitado otro lugar donde acoger a esa gente que se queda sin nada...
P. ?Le gusta la idea de que los inmigrantes vinieran con contrato de trabajo y un alojamiento?
R. ?sa es una de las alternativas.
P. Despu¨¦s de las avalanchas que llegaron en el verano, ?cree que es posible lograr que s¨®lo vengan los que tengan trabajo y alojamiento, o las oleadas seguir¨¢n viniendo el pr¨®ximo verano, porque no tienen nada en su pa¨ªs?
R. He pedido que se informe del n¨²mero de inmigrantes que llegan y el de los que se expulsan. Que me digan si cuando llegan 200 expulsan a 150. Si no se unen las dos informaciones, no sabemos a qu¨¦ atenernos. No creo que entren muchos m¨¢s de los que se expulsa. ?Qu¨¦ ocurre? Que la inmigraci¨®n no tiene salidas definitivas. S¨®lo el contrato en origen no sirve. A la inmigraci¨®n podemos encontrarle salidas, pero no soluciones definitivas; cuando uno no puede vivir en un sitio, se va a otro; con contrato en origen o sin ¨¦l. Hay que invertir en los pa¨ªses de donde vienen.
P. Dec¨ªa que cada d¨ªa se ponen m¨¢s multas a los empresarios por emplear a ilegales. Recuerdo el caso de una empresaria que cultiva fresas en Huelva, y al destaparse la situaci¨®n en que ten¨ªa a sus trabajadores se descubri¨® que hab¨ªa sido multada varias veces. No sirven para tanto las multas. Se pagan y ya est¨¢. Salen baratas.
R. Yo no quisiera estar dando la impresi¨®n de que lo que ocurre no tiene importancia...
P. Pero prefiere verlo con moderaci¨®n.
R. No es moderaci¨®n; cuando se trata de esclavitud, no hay moderaci¨®n que valga. ?C¨®mo lo veo? Mira, aqu¨ª tenemos denuncias falsas. Lo ¨²ltimo es que una empresa ucrania ofrece trabajadores ilegales. ?Y qu¨¦ pasa? Tal vez vino un fax, o no, porque no lo sabemos, o tal vez es un intento que hemos boicoteado. Quiero decir que lo que hace muy poco era la conducta general, ahora es una excepci¨®n. Si, hace un a?o, la gente estaba absolutamente explotada, y hoy ¨¦sas son situaciones excepcionales. Pero con eso no quiero decir que no sean frecuentes... No he querido decir que todo sea maravilloso, porque no es as¨ª. Si hay explotaci¨®n, y la hay, ah¨ª debe estar el Defensor.
P. Usted se quej¨® amargamente y afe¨® la conducta, en la prensa, de los alcaldes de Almer¨ªa, los cuales se negaban a ceder suelo de sus ayuntamientos, como ped¨ªa la Junta, para construir viviendas.
R. Por eso el suelo lo va a comprar la empresa p¨²blica del suelo de Andaluc¨ªa. Con la cesi¨®n de terrenos municipales, ?qu¨¦ ocurre? En esos ayuntamientos, el terreno es car¨ªsimo, porque en un trocito se puede montar un invernadero enorme. Eso es lo que pasa. Pues en ese caso, dije yo, que sea la Administraci¨®n quien compre el suelo. Y eso es lo que va a hacerse.
P. ?Entonces es una idea suya? ?Ha intervenido para que la Administraci¨®n p¨²blica actuara en ese sentido, con una buena idea?
R. S¨ª, act¨²o. De ese modo, o ayudando a los alcaldes que s¨ª est¨¢n por colaborar, pero que no tienen suelo p¨²blico.
P. Y ha conseguido que por fin se decidan a hacer las casas, aunque de otro modo diferente al previsto...
R. S¨ª. Si no, ser¨ªa un fracaso colectivo, del gobernante y de la sociedad civil. Y, francamente, eso no podemos permit¨ªrnoslo.
P. En la prensa le¨ª que usted dec¨ªa, a prop¨®sito de la respuesta de los alcaldes que no quer¨ªan ceder suelo: bueno, en ese caso, ya ver¨¦ lo que hago, porque algo har¨¦. ?A qu¨¦ se refer¨ªa?
R. Por ejemplo... S¨ª, a mi intenci¨®n de convencer a la Junta de que compre suelo.
P. ?Hay muchas ideas suyas que acaban siendo aceptadas por los pol¨ªticos? Porque le ha costado reconocerlo...
R. No siempre, pero casi siempre. Pero tambi¨¦n son sus iniciativas... Prefiero que se pongan las medallas, que esta gente de la pol¨ªtica es muy medallera, y a m¨ª me da igual porque lo que quiero es que las cosas se hagan. Por ejemplo, hablo de la erradicaci¨®n del chabolismo, y veo que a continuaci¨®n se firma un convenio con el ayuntamiento, que en efecto lo va a erradicar. Claro que siempre hay alguien que dice que no le resuelvo su problema. Cada vez me exigen m¨¢s, y eso me crea muchas tensiones personales. A veces no puedes con todo, esto es agotador. Yo asumo que soy defensor de todo el mundo, y respondo a todas las cartas, incluso las que me dicen que defiendo a los moros en vez de a la gente de aqu¨ª. En este cargo hay que hacer equilibrios. Por eso cuando se me pide que sea tajante y radical, cosa que me gustar¨ªa, contesto, al que me lo exige, que tenga en cuenta, antes de poner verde a un alto cargo, que tal vez ma?ana me va a decir que le haga un favor. Y eso no puede ser. Esas contradicciones no conducen a nada. As¨ª que podr¨ªa decirte ahora que todo lo que ata?e a la inmigraci¨®n es un desastre. S¨ª, lo puedo decir, pero ?qu¨¦ arreglo?
P. ?Podr¨ªa decirlo?
R. S¨ª, podr¨ªa. Puedo contar que hace unas semanas estuve en Tarifa, donde la gente de la Cruz Roja me dijo que no tienen bastante dinero para atender a todos los que vienen en pateras. Si lo miras desde esa perspectiva, es un desastre. Pero al mismo tiempo vi que la gente de Tarifa les daba mantas, y la Guardia Civil. Entonces pienso que no hay derecho que yo diga este discurso derrotista. Si necesito la complicidad de la Administraci¨®n, ?qu¨¦ gano enfrent¨¢ndome a ellos?
P. Hay m¨¢s racismo contra los magreb¨ªes que contra los subsaharianos. ?Por qu¨¦?
R. Es verdad. Es porque el negro sabe que es negro, sabe que llama la atenci¨®n y utiliza una estrategia de no ser visto; van a su historia, est¨¢n muy agrupados, tienen sus locales y no molestan a nadie. Son conscientes de estar en territorio ajeno. El magreb¨ª, no. Por la distancia que nos separa, por los ocho siglos que estuvieron aqu¨ª, por la mezquita de C¨®rdoba... Digamos que se creen que esto es de ellos. Los magreb¨ªes aqu¨ª a veces tienen mucha guasa. Hay de todo, pero la actitud general no es positiva, mientras que el negro s¨ª la tiene. Y ahora, que los de izquierdas no vengan a venderme la excusa de que racista es s¨®lo el alcalde de El Ejido. Porque no es verdad.
P. Ha tratado a j¨®venes desde hace a?os. Ha dicho que la sociedad actual les ofrece un modelo social desquiciante.
R. Tienen un mundo aparte, con algunas conexiones con el nuestro. Miramos a los j¨®venes desde el modelo de los sesenta y setenta, que es nuestra referencia, y no vale. La mayor¨ªa de los chicos est¨¢n despistados; en su mundo hay una comunicaci¨®n, a veces con ayuda del alcohol y el hach¨ªs, y su visi¨®n del mundo es la de un mundo en el que ellos no pueden participar porque no los dejan. Los datos del paro en nuestro pa¨ªs superan la media europea. Y muchos de estos ni?os se encuentran en una rara dualidad; son gente preparada que no puede ejercer su trabajo, ni usar sus conocimientos. Me re¨²no con universitarios que llevan parados cinco y seis a?os, s¨¦ que lo pasan muy mal... Nos creemos que porque tienen comida y casa est¨¢n bien, pero son chavales que est¨¢n deprimidos. Y los chavales de familia humilde, donde ahora hay menos paro, porque hay m¨¢s trabajo para los alba?iles que para los universitarios, est¨¢n tambi¨¦n muy desquiciados porque despu¨¦s del trabajo lo que encuentran es la diversi¨®n de las motos y los coches... y muchos se dejan la vida en la carretera. El modelo de sociedad es terror¨ªfico, est¨¢ basado en la competici¨®n, en la frialdad en las relaciones humanas. Se nota en muchos de ellos una carencia afectiva que no es normal. Por eso valoran tanto la amistad.
P. ?Y el amor?
R. Son conscientes de que el amor pasa; desean tener un amor firme, pero no se hacen ilusiones.
P. ?Qu¨¦ es el m¨¢s all¨¢ para usted?
R. No me preocupa mucho. A veces creo que tengo una historia infantil, que me lo creo como me lo contaron. Eso me consuela mucho.
Un hombre de acci¨®n
A FINALES DE LOS SETENTA, Chamizo empez¨® a trabajar en el problema de la droga. En 1985 apareci¨® la Administraci¨®n, con el plan nacional, y le quitaron casi todas las subvenciones. 'Dijeron que ten¨ªamos que desaparecer, que lo que hac¨ªamos no val¨ªa para nada; que ellos se ocupar¨ªan'. Fueron unos malos a?os. Porque Pepe Chamizo, adem¨¢s, corr¨ªa peligro f¨ªsico. Los capos de la droga lo ve¨ªan como un enemigo y alguno lleg¨® a ponerle un cuchillo en la garganta. Para colmo, el grupo s¨®lo contaba con la ayuda privada para sobrevivir, y con el dinero que consegu¨ªan de rifas, t¨®mbolas y similares. Pasaron a?os, unos mejor que otros, una reconciliaci¨®n con la Administracci¨®n andaluza, y un d¨ªa le llam¨® Chaves y le ofreci¨® ser Defensor del Pueblo Andaluz. Entonces Pepe Chamizo reuni¨® a toda su gente y les consult¨®. 'Vete', le dijeron, 'porque si sigues aqu¨ª vas a acabar loco'. Lo que le desconcertaba era algo m¨¢s que una mala racha. Despu¨¦s de que varios chavales le dijeran que quer¨ªan rehabilitarse, y antes de que pudieran hacerlo murieran por un pico adulterado. Le pas¨® al menos 10 veces. 'Es muy duro ver que una persona est¨¢ encontrando la luz, y cuando todav¨ªa est¨¢ dentro de esa penumbra, de pronto acaba fatalmente. Mira, si andas entre la vida y la muerte continuamente... es que uno acaba mal. Entonces no sab¨ªa ni qui¨¦n era, a veces me sent¨ªa como un aut¨®mata. Porque tampoco me daba tiempo a asimilar el dolor, y eso produce un comportamiento raro. Es decir, no es que estuviera loco, pero s¨ª raro'. Acept¨® su primer mandato como defensor hace cuatro a?os. Y lo ha vuelto a aceptar ahora. Asomado al balc¨®n de su despacho, situado en una c¨¦ntrica calle de Sevilla, dice que esa ciudad le cansa, que le parece muy excluyente. 'Andaluc¨ªa es mucho m¨¢s universal que eso. En el bloque donde vivo, los vecinos son de profesiones liberales, y es que ni te miran. Un d¨ªa me dice una se?ora: 'Oiga, est¨¢n diciendo que vive usted en un piso de 300 metros' y yo aclar¨¦ que no es as¨ª'. No, qu¨¦ va' , le respond¨ª, 'no tiene ni 40'. 'Eso digo yo. Si ni siquiera va con coche oficial ni nada'.
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