?ltimas noticias de la sombra y el caos
La poes¨ªa de Eduardo Haro Ibars (1948-1988), recogida ahora en volumen ¨²nico, fue public¨¢ndose en el breve curso de ocho a?os, entre 1978 y 1985. El poeta muri¨® 'antes de tiempo y casi en flor', pero su aparici¨®n como tal no fue precoz, sino al contrario. Su primer t¨ªtulo se instala ya en una ruina firme, si vale el ox¨ªmoron, y la contig¨¹idad cronol¨®gica de sus libros dificulta el discernimiento en el desarrollo de una escritura cuyas fuerzas centr¨ªpetas, obedientes a una po¨¦tica siempre id¨¦ntica a s¨ª misma, pueden m¨¢s que las tendencias de evoluci¨®n est¨¦tica. Pues as¨ª como ciertos escritores crean una obra fluyente, los hay tambi¨¦n refractarios a la progresi¨®n, como si estuvieran cavando un pozo y no abriendo un camino: unos libros preceden a los otros, pero los otros no proceden de los unos, pues todos se ajustan al denominador com¨²n de un psiquismo y una est¨¦tica consolidados desde el inicio.
OBRA PO?TICA
Eduardo Haro Ibars Huerga & Fierro. Madrid, 2001 320 p¨¢ginas. 13,22 euros
Esta neutralizaci¨®n de la idea de progreso no s¨®lo obedece, en el caso de Eduardo Haro, a su llegada tard¨ªa y a su muerte temprana, sino tambi¨¦n, y acaso sobre todo, a la densidad de su cosmos -o mejor de su caos- ontol¨®gico, poco susceptible a los cambios de registro por azacaneos del vivir diario. El despliegue de su obra a partir de P¨¦rdidas blancas (1978), con t¨ªtulos como Empalador (1980) o Sex fiction (1981), muestra m¨¢s elementos de centralidad que de diversificaci¨®n. Y no se confunda esto con reiteraci¨®n automim¨¦tica: el ¨²ltimo libro de Haro, En rojo (1985), es m¨¢s argumentativo y m¨¢s lineal en el fraseo que los primeros, donde muy a menudo los poemas se forman por yuxtaposici¨®n de categor¨ªas verbales heterog¨¦neas sin apenas argamasa, pues ni la puntuaci¨®n ni los nexos gramaticales, reducidos una y otros a la m¨ªnima expresi¨®n, facilitan la percepci¨®n de la sintaxis discursiva. A ello ayuda adem¨¢s el que, en su libro de 1985, varios poemas se atengan r¨ªtmicamente a una base de endecas¨ªlabos (Les belles heures de Vlat Dracul), alejandrinos (El sue?o en los cristales, imagen en la tarde) o de ambos (Nieve Nergal, Hermosos caballeros de otro tiempo).
En el pr¨®logo de Francisco
Nieva se subraya el vanguardismo del autor, aunque reducido a la nebulosa especie creativa consistente en 'ir m¨¢s all¨¢', que es algo que anim¨®, ya desde el propio nombre, la intenci¨®n rupturista del Ultra espa?ol, y a cuyos ludismos y bagatelas un poeta como Haro no puede asimilarse. La 'enumeraci¨®n de situaciones t¨ªpicas del mundo psicourbano del hombre de hoy' de la que habla Nieva responde a la transformaci¨®n de la ciudad cementerio, a que se refiri¨® D¨¢maso Alonso en su poema Insomnio, en 'Madrid la enorme la mal conocida [...] la viuda de la noche la de los seis millones de sepulcros'; o sea, el sumidero de una generaci¨®n perdida, que hizo de ¨¦l un dechado de maldito. Y ¨¦l mismo, en unos p¨¢rrafos sobre su libro Empalador, alude a la violencia como 'lo ¨²nico que puede salvarnos del aburrimiento y de la muerte del arte'; pero su exaltaci¨®n del dinamismo y de la violencia est¨¢n m¨¢s cerca de Breton que de Marinetti, pues tras ella alienta, como nacida de un desamparo c¨®smico, el automatismo ps¨ªquico capaz de quebrar los c¨®digos momificados de la convenci¨®n y del Estado de Cosas.
La cr¨ªtica psicobiogr¨¢fica, tan atractiva en poetas como Haro Ibars, establece un canal de transferencia desde la biograf¨ªa hasta la obra, aunque esto s¨®lo es v¨¢lido en arte cuando puede andarse el camino de retorno, ese que va de la obra al autor, lo que implicar¨ªa que el poema acoge literariamente la esencia vital que se verti¨® en ¨¦l. En estos poemas tensos y taraceados, calcinados por sus propias im¨¢genes, sin concesiones a la referencialidad que los pudiera hacer reconocibles desde fuera, se adivina el esp¨ªritu transgresor de quien convirti¨® su existencia en una hoja de martirologio. Pero el poeta, afirmaba Keats, es un ser apo¨¦tico, alguien carente de identidad. Cada vez seremos m¨¢s quienes no conocimos al autor de esta escritura, quienes no supimos personalmente de ¨¦l. Para nosotros, el asombro o la piedad deber¨¢n provenir de estos versos lastrados por su ensimismamiento, que los lleva a respirar un aire de cripta; aunque asimismo conmovedores por su contundencia y abrasados por el fulgor negro de sus im¨¢genes. Muchos poetas se dedican a profetizar la llegada del reino de Saturno, o a a?orarlo; unos pocos, en cambio, dan noticia del vac¨ªo primordial, de ese caos anterior, pero tambi¨¦n posterior, al orden. Perteneciente a la menguada cofrad¨ªa de los segundos, Haro Ibars es una muestra de quienes no abjuraron. Los dem¨¢s son los supervivientes.
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