M¨¢s movida
Sufro la sucia molestia de los chicos que vienen a mi calle, las noches de movida, a liberar el l¨ªquido que ingieren mientras nochean, pero me resisto a militar en contra de la movida, por m¨¢s que el TSJA la entienda como fuente de males a causa del alcohol, la violencia y las drogas, en una curiosa sentencia que ha animado a quienes quieren acabar a toda costa con la costumbre de los j¨®venes de estar en la calle. Los j¨®venes, de cualquier parte, han decidido tomar las calles de las ciudades y vivir la noche en ellas. No hay noches de fin de semana sin j¨®venes en Par¨ªs, Amsterdam, Roma, Londres... Todas las noches de cualquier ciudad europea, por no ir m¨¢s lejos, son iguales, eso s¨ª, y puestos a decir, entre las menos perturbadoras, las andaluzas. Y quien haya conocido otras movidas puede decir que eso es as¨ª. Excluyo las movidas de ciudades y grandes pueblos costeros que pueden tener todos los ingredientes de la noche londinense, por ejemplo, una de las m¨¢s duras, y ello porque a la costa, precisamente, llegan j¨®venes de todas partes, cada cual con su particular cultura de la movida. Es ¨¦ste un fen¨®meno complejo y que, como quiera que concentra a miles de j¨®venes en la calle de una forma no prevista en el dise?o de las infraestructuras de las ciudades hace veinte o treinta a?os, obliga a repensar esas infraestructuras para conseguir que sus efectos negativos se neutralicen.
Pero no es realista pretender acabar con el fen¨®meno prohibiendo el consumo de alcohol en la calle, en lugar de educar para saber consumirlo, o intentando confinar a los j¨®venes en los lugares que los adultos les marquemos para reunirse. La movida es una forma de expresi¨®n juvenil que rompe con anteriores formas de comportamiento y que no tiene porque no ser c¨ªvica, por m¨¢s que en toda concentraci¨®n, de j¨®venes o adultos, siempre haya quien pueda cometer excesos. Por eso hay que trabajar para que las concentraciones est¨¦n atendidas, como lo est¨¢n, por ejemplo, las de Semana Santa y Feria, con servicios que para s¨ª quisiera la movida, que vivir¨¢ hasta que otros j¨®venes descubran otra forma de disfrutar, entre ellos y sin adultos, su tiempo de ocio. Y esos j¨®venes se enfrentar¨¢n a los adultos de ma?ana que, por cierto, y para desaz¨®n de quienes hoy hacen ruido, no ser¨¢n otros que ellos mismos.
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