Un cambio hist¨®rico en Turqu¨ªa
Turqu¨ªa llama con fuerza a la puerta de la Uni¨®n Europea y eso hace que sus autoridades intenten convencer a los Quince de que este pa¨ªs musulm¨¢n, con la inmensa mayor¨ªa de su territorio en el continente asi¨¢tico, potencia al m¨¢ximo una vocaci¨®n europea que arranca del proyecto progresista de Mustaf¨¢ Kemal Atat¨¹rk, quien, a partir de los a?os veinte del siglo pasado, hizo tabla rasa de lo m¨¢s arcaico de la herencia del imperio otomano, empezando por la estrecha relaci¨®n (hasta el extremo de la identificaci¨®n) entre poder religioso y civil.
La reforma del c¨®digo civil, que entr¨® en vigor el 1 de enero y elimina las ¨²ltimas barreras a una efectiva igualdad de los dos sexos ante la ley, es el paso m¨¢s importante desde 1926 para emancipar a la mujer, sometida con frecuencia, por una tradici¨®n anclada en una conservadora interpretaci¨®n del islam, a la voluntad del padre, el marido o los hermanos.
La reforma legal es el paso m¨¢s importante dado desde 1926 para emancipar a la mujer, sometida tradicionalmente a la autoridad del hombre
Nacionalistas e islamistas socavaron los intentos de que se aplicase de forma inmediata la igualdad de derechos econ¨®micos de la mujer en caso de divorcio
No ser¨¢ f¨¢cil que la igualdad te¨®rica se plasme en la realidad cotidiana. Turqu¨ªa tiene una doble alma: tradicional y religiosa, por un lado; modernizadora y laica, por otro, que desgarra con frecuencia un cuerpo de 70 millones de habitantes a la b¨²squeda de una identidad nacional que no siempre responde a la voluntad pol¨ªtica de sus dirigentes.
Ochenta a?os de r¨¦gimen civil, de esfuerzos por relegar la religi¨®n al ¨¢mbito dom¨¦stico, por despojar a ¨¦sta de un papel determinante en la vida p¨²blica y cotidiana, no han bastado para cambiar por completo un entramado de costumbres y tradiciones que, sobre todo en las ¨¢reas rurales, tiene a veces m¨¢s que ver con la Edad Media que con el siglo XXI.
Ciudadanas de segunda
Las mujeres turcas siguen siendo las principales v¨ªctimas de una realidad que las convierte con frecuencia en ciudadanas de segunda categor¨ªa, con ¨¢reas fundamentales de su existencia dependientes de la voluntad de los hombres de la familia, lo que les arrebata toda capacidad real para decidir sobre su destino. Rebelarse contra esta situaci¨®n incluso puede llegar a acarrear la muerte.
El fen¨®meno de la urbanizaci¨®n, que en apenas 100 a?os ha permitido que el 75% de la poblaci¨®n se concentre en las grandes ciudades, ha ido cambiando poco a poco la situaci¨®n. Por ejemplo, en Estambul, la gran ciudad bicontinental de ocho millones de habitantes, el uso del velo isl¨¢mico es claramente minoritario frente a la vestimenta occidental, resulta relativamente frecuente ver a chicas en minifalda y las relaciones entre los dos sexos no parecen, a simple vista, demasiado diferentes de las de Occidente. Pero en ocasiones, la emigraci¨®n masiva desde pueblos y aldeas, sobre todo desde el Este, va acompa?ada de la exportaci¨®n de un acervo cultural en el que la mujer es propiedad de la familia, o m¨¢s exactamente, de los hombres de la familia.
El c¨®digo civil de 1926, con ra¨ªces en el suizo, fue progresista para su ¨¦poca, pero necesitaba revisi¨®n urgente. Ahora ha sido sometido a 1.030 enmiendas. Hace unos a?os, con los islamistas en el Gobierno, el cambio habr¨ªa sido impensable. Con el socialdem¨®crata B¨¹lent Ecevit de primer ministro, el clima ha sido m¨¢s propicio.
Pinar Ilkkaracan, l¨ªder de Mujeres para los Derechos Humanos de las Mujeres, tal vez la m¨¢s activa de las organizaciones feministas turcas, cree que se ha logrado algo hist¨®rico: 'Acabar con la supremac¨ªa del hombre en el matrimonio y establecer la igualdad de hombres y mujeres en la familia'. El hombre deja de ser legalmente el jefe, y la mujer puede trabajar sin autorizaci¨®n del marido y participar en pie de igualdad en todas las cuestiones concernientes a la esfera privada, como el lugar de residencia o el tipo de educaci¨®n de los hijos. 'Que tales derechos est¨¦n consagrados por la ley', afirma Ilkkaracan, 'apoyar¨¢ a millones de mujeres turcas que luchan por una igualdad efectiva'.
Se eliminan tambi¨¦n las diferencias (como las relativas a los derechos de herencia) entre hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio. Personas que vivan solas ganan adem¨¢s el derecho a la adopci¨®n de ni?os. La edad m¨ªnima para casarse se eleva hasta los 18 a?os; actualmente es de 17 para los hombres y 15 para las mujeres.
La parte m¨¢s pol¨¦mica es la relativa a la propiedad matrimonial. Hasta ahora se aplicaba el r¨¦gimen de separaci¨®n de bienes, lo que en la mayor¨ªa de los casos supon¨ªa en la pr¨¢ctica que a la hora del divorcio la mujer se quedaba sin nada, incluyendo, por supuesto, la vivienda. Una situaci¨®n de desventaja, agravada por el hecho de que la mayor¨ªa de las mujeres no tienen trabajo ni medios de vida propios.
Reparto de bienes
El primer borrador de la reforma establec¨ªa hasta cuatro diferentes reg¨ªmenes econ¨®micos matrimoniales. A falta de especificaci¨®n, se aplicar¨ªa el de comunidad de bienes, equivalente al de gananciales espa?ol, es decir, el reparto al 50% de los bienes.
Los partidos nacionalistas y religiosos plantearon una oposici¨®n radical a este punto y lograron que en el texto final se estipulase que ¨²nicamente se aplicar¨¢, en el caso de los matrimonios celebrados bajo la vieja ley, para bienes adquiridos despu¨¦s del 1 de enero de 2003. Este sustancial retoque ser¨¢ recurrido ante el Tribunal Constitucional, seg¨²n Ilkkaracan, que atribuye la hist¨®rica reforma, toda una revoluci¨®n silenciosa, no tanto al inter¨¦s oficial por eliminar diferencias con Europa como al fruto de 'd¨¦cadas de esfuerzo del movimiento de las mujeres turcas'. El ministro de Justicia, Hikmet Sami Turk, que ha desempe?ado un papel vital para que la nueva legislaci¨®n pasara por el Parlamento, considera, por su parte, que es el resultado de m¨¢s de 50 a?os de duro trabajo.
Ilkkaracan sabe que la reforma no es un punto y final. Por eso, entre sus proyectos figura luchar porque se articule un programa nacional que asegure la igualdad real de sexos, se incluya una cl¨¢usula en la Constituci¨®n que la garantice y un mecanismo que verifique que se aplique, se aprueben medidas para erradicar la violencia contra las mujeres, se cree una red de centros de acogida de v¨ªctimas de la violencia dom¨¦stica, se apruebe un presupuesto 'sensible' a esta problem¨¢tica, se articule una ley especial y un programa global para erradicar los cr¨ªmenes de honor y se establezcan cuotas para la participaci¨®n de las mujeres en todos los ¨®rganos de decisi¨®n y en los partidos pol¨ªticos.
Matrimonio de ni?as y 'asesinatos de honor'... machista
RECIENTEMENTE SE DESCUBRI? en Achela (al este de Turqu¨ªa) y Aydin (junto a la costa del Egeo) que ausencias al colegio de ni?as de edades comprendidas entre 10 y 14 a?os se deb¨ªan a que hab¨ªan sido obligadas a casarse por sus familias. Una precoz maternidad y un ambiente familiar opresivo sit¨²a a estas ni?as-esposas en una pendiente sin retorno hacia una existencia basada en la opresi¨®n. La edad legal de matrimonio para las mujeres era hasta el 1 de enero de 15 a?os, pero eso no impidi¨® las bodas efectuadas ante un imam. La otra Turqu¨ªa est¨¢ a veces tan pegada a la que mira hacia Europa que ambas se confunden. Aunque el conjunto de la sociedad se modernice (hasta extremos inconcebibles en la mayor¨ªa de los pa¨ªses de poblaci¨®n musulmana), subsisten tradiciones estremecedoras. La m¨¢s siniestra es, sin duda, la de los asesinatos de honor. Se trata de penas de muerte impuestas en el seno de la familia por delitos como casarse con un joven de una rama diferente del islam, relacionarse con chicos o marcharse a vivir fuera de casa. Algo normal en las grandes ciudades, pero no en el medio rural. La emigraci¨®n masiva transporta el problema a las grandes ciudades, como Estambul, Ankara o Esmirna. Unas 200 chicas son asesinadas por sus familias cada a?o (5.000 en el mundo) por motivos como ¨¦stos. Abundan tambi¨¦n los suicidios y apaleamientos. Y eso que lo que se sabe, afirma Pinar Ilkkaracan, es s¨®lo la punta del iceberg. Un consejo de familia dicta una sentencia inapelable y elige al verdugo, que suele ser un menor de edad (habitualmente, un hermano), con objeto de burlar la acci¨®n de una justicia que, por otra parte, puede aplicar atenuantes como que la v¨ªctima provoc¨® a sus familiares con su conducta. El proyecto de nuevo c¨®digo penal no altera este punto, aunque suprimir¨¢ el art¨ªculo que reduce el castigo a quien mate a un familiar sorprendido (l¨¦ase sorprendida) en flagrante delito de adulterio.
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