El 'eterno' fracaso
El 'soccer', el tercer deporte m¨¢s practicado por la juventud, no levanta el vuelo en EE UU porque las televisiones le dan la espalda

El f¨²tbol profesional sigue hundido en Estados Unidos. La Major League Soccer (MLS), el organismo que dirige la competici¨®n de m¨¢ximo nivel, ha anunciado la desaparici¨®n de dos de sus doce equipos, ambos de Florida, 'por dificultades econ¨®micas insalvables'. La paradoja es que, mientras los estadios siguen vac¨ªos y la televisi¨®n ignora el torneo, el soccer es ya uno de los deportes m¨¢s practicados por la juventud.
La pregunta permanece en el aire: ?por qu¨¦ la afici¨®n infantil no se traslada a la edad adulta? Las cifras son contundentes. M¨¢s de 8,5 millones de ni?os y ni?as -con mayor¨ªa de ¨¦stas- de entre seis y once a?os y 5,2 millones de j¨®venes de entre 12 y 17 juegan habitualmente al f¨²tbol. Eso significa que un tercio de los escolares lo practican. En 1987 ya eran unos seis millones en cada tramo. Aquellos chicos son hoy adultos con poder adquisitivo y capacidad para acudir a los estadios, pero no van. Mientras el f¨²tbol prospera como afici¨®n infantil, languidece en su aspecto profesional.
Dos clubes de Florida desaparecen por causas econ¨®micas y la media de espectadores por partido es de 14.961
En la pasada temporada, la asistencia media a los partidos fue de 14.961 espectadores. Globalmente, menos de 100.000 personas pagaron cada fin de semana por ver f¨²tbol. 'El problema y su soluci¨®n se encuentran en las televisiones. Mientras no se emitan encuentros, el soccer no ser¨¢ popular como espect¨¢culo y las cadenas lo rechazan. La explicaci¨®n oficial es que no hay p¨²blico; la real, que no permite interrumpir la emisi¨®n cada 10 o 15 minutos para dar publicidad como el b¨¦isbol, el baloncesto o el f¨²tbol americano', coment¨® un portavoz de la MLS.
En el en¨¦simo intento de popularizar un deporte que ya resulta familiar a la mayor¨ªa, la MLS ha adquirido los derechos del Campeonato del Mundo de este a?o y ha cedido las retransmisiones a la ABC y la ESPN a cambio de que emitan tambi¨¦n partidos de la Liga nacional y promocionen el f¨²tbol.
Esa iniciativa no impedir¨¢ que la Liga de este curso sea triste. El cierre del Tampa Bay Mutiny y el Miami Fusion, deja la MLS en cuadro y bajo una gran duda sobre la competencia real entre los clubes: cinco de los diez est¨¢n dirigidos por el grupo AEG.
'?ste no es el fin de la MLS. El momento es duro, pero el saneamiento de hoy garantiza la viabilidad para el ma?ana, sea el a?o que viene o dentro de diez', afirm¨® Don Garber, su comisionado. Su organismo ha acumulado 300 millones de d¨®lares (339 millones de euros) en p¨¦rdidas en los ¨²ltimos a?os y visto c¨®mo fracasaba su expansi¨®n.
El caso del Miami Fusion resulta lamentable. Su propietario, Ken Horowitz, un magnate de la telefon¨ªa m¨®vil afincado en Palm Beach, construy¨® un estadio espec¨ªficamente futbol¨ªstico para el club -los dem¨¢s suelen utilizar canchas de f¨²tbol americano- y, con la contrataci¨®n del t¨¦cnico Ray Hudson, dispuso del equipo que practicaba el f¨²tbol m¨¢s vistoso. Su afici¨®n era peque?a, apenas 12.000 espectadores, pero hab¨ªa crecido un 50% en un a?o y mostraba una gran fidelidad, y la prensa local daba una informaci¨®n relativamente amplia de cada partido. Sin embargo, el desplome de las bolsas redujo la fortuna de Horowitz, que hab¨ªa gastado 50 millones de d¨®lares (56,5 millones de euros) en los cuatro a?os de existencia del Fusion y decidi¨® que ya no era tan rico para mantenerlo.
El Tampa Bay Mutiny era otra cosa. Carec¨ªa de propietario y era gestionado por la MLS, que pagaba una cantidad desorbitada, 50.000 d¨®lares (56.500 euros) por partido, para utilizar el estadio Raymond James, de f¨²tbol americano; sus cifras de asistencia eran las m¨¢s bajas y, adem¨¢s, su juego era el peor.
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