'Arthur Andersen fue incapaz de dar un juicio contable objetivo'
Las 218 p¨¢ginas del informe Powers destapan un laberinto de transacciones dudosas escondidas bajo una compleja arquitectura financiera. El sistema y el entramado pod¨ªan tapar la realidad, pero parece imposible creer que a un auditor se le escaparan las maniobras contables. En ese sentido, el informe se convierte en un muestrario de confabulaciones que deposita buena parte de la culpa en la empresa contratada te¨®ricamente para certificar la buena fe de los directivos que llevaron a Enron a la bancarrota: la auditora Arthur Andersen.
En un pasaje del texto se acusa directamente a la compa?¨ªa en t¨¦rminos inequ¨ªvocos: 'Las pruebas disponibles sugieren que Andersen no cumpli¨® con sus responsabilidades profesionales en sus auditor¨ªas de los informes financieros de Enron, ni tampoco con su obligaci¨®n de alertar al consejo de direcci¨®n' ante determinadas transacciones.
La trama m¨¢s oscura desvelada detalla una serie de operaciones que necesariamente tuvieron que hacerse con la aquiescencia de quienes, al fin y al cabo, hab¨ªan sido contratados para vigilar la limpieza de las cuentas. Enron cre¨® varias compa?¨ªas conocidas como The Raptors, un nombre que en otro terreno bien distinto define a una especie concreta de dinosaurios insaciables que cazaban en grupo; la elecci¨®n de la palabra no parece casual. Las Raptors eran lo que se conoce como sociedades instrumentales, es decir, tapaderas empresariales que permit¨ªan a Enron hacer las llamadas transacciones derivativas capaces de esconder el riesgo real de sus acciones.
Las operaciones eran tan arriesgadas y la manipulaci¨®n tan clara que dif¨ªcilmente un auditor podr¨ªa haberlas pasado por alto. Sin embargo, 'Andersen particip¨® en el tratamiento estructural y en la contabilidad de las transacciones a las Raptors, y a¨²n as¨ª aparentemente fue incapaz de proporcionar un juicio contable objetivo que habr¨ªa evitado que esas transacciones siguieran adelante'.
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