Ojo de loca
Hay pocas im¨¢genes tan evocadoras como la de un hombre o una mujer sentados al borde de una cama. La impresi¨®n de impasse, de punto muerto o en suspenso, que provoca esa postura provisional, a medio camino entre la horizontalidad del cuerpo tumbado (sugerente de sue?os o caricias o enfermedad) y la verticalidad de quien se ha puesto en pie y genera as¨ª una sugesti¨®n de movimiento (infinito como las posibilidades de la acci¨®n), es la que construye precisamente el espacio de pensamiento, de ser contingente pero ah¨ª absoluto en que se convierte el sujeto. Habitaci¨®n de hotel, el cuadro de Edward Hopper en el que observamos a una mujer sentada al borde de una cama, con un libro abandonado en el regazo, se ha interpretado como la representaci¨®n de la soledad. Se dir¨ªa que la mujer tiene la mirada perdida, pero yo veo (mi ojo de loca...) que, en el impasse de esa postura, la mujer tiene la mirada encontrada, la de la introversi¨®n, la de la identidad que se mira a s¨ª misma, la de la soledad que se piensa hacia adentro y refleja su totalidad: la de la reflexi¨®n.
El cura Jos¨¦ Mantero, que hace unos d¨ªas declar¨® p¨²blicamente su homosexualidad a trav¨¦s de la revista Zero, desapareci¨® del pueblo onubense en el que ejerc¨ªa de p¨¢rroco. Se dec¨ªa que andaba refugiado en Madrid hasta que se calmaran los ¨¢nimos. Poco despu¨¦s, una foto suya ocup¨® la primera p¨¢gina de un peri¨®dico: Mantero aparec¨ªa sentado al borde de la cama en una habitaci¨®n de hotel. Lo vi (mi ojo de loca...) como la mujer de Hopper cuya soledad es la conciencia de su ser. Faltaban unas horas para que la Iglesia cat¨®lica castigara a Mantero retir¨¢ndole la licencia para ejercer sus misiones sacerdotales. Qu¨¦ p¨¦sima gesti¨®n la de esa empresa. En el muy improbable caso de que alguien como yo quisiera acerc¨¢rsele ('no digas de este agua no beber¨¦ ni este cura no es mi padre') buscar¨ªa a Mantero, el cura del pendiente, de la mu?equera punki, de los cibermanifiestos gays, el ¨²nico cura que me ha inspirado confianza, con quien he intuido que podr¨ªa tratar de lo divino y de lo humano: el cura sentado al borde de una cama de hotel. Para no ir a la quiebra total, la Iglesia cat¨®lica necesita curas as¨ª. Mejor que quiebre.
Lo importante del outing de Mantero, como lo fue en su d¨ªa el del teniente coronel S¨¢nchez Silva, es la contestaci¨®n desde dentro (?lo que se dice a s¨ª misma la mujer sentada al borde de una cama?) a una instituci¨®n cuyo intervencionismo en la vida social y pol¨ªtica es intolerable en un pa¨ªs aconfesional seg¨²n su Carta Magna. Del armario de Mantero pueden salir muchos trapos sucios: Carlos Alberto Biendicho, de la Plataforma Popular Gay, amenaz¨®, si Mantero era represaliado, con dar los nombres de tres actuales obispos con los que se acost¨® en el seminario. Pero el de Noguer, encargado de expulsarle, califica la valent¨ªa de Mantero de 'alarde y esc¨¢ndalo, tanto para la comunidad cristiana como para la sociedad en general'. La ¨²ltima parte es inexacta y totalitaria, eso de 'la sociedad en general'; y la primera es discutible, a tenor de la positiva reacci¨®n de la propia parroquia del cura homosexual. El cura que no podr¨¢ predicar est¨¢ predicando con el ejemplo.
?sa es la heroicidad pol¨ªtica de Jos¨¦ Mantero, inscrita en un movimiento, el de liberaci¨®n gay, 'ciudadano en el m¨¢s amplio sentido del t¨¦rmino ... por la civilidad, por la coexistencia de lo m¨²ltiple, por el respeto y la celebraci¨®n de las diferencias, por la riqueza de un tejido social entreverado de opciones vitales', seg¨²n puede leerse en el ensayo que Leopoldo Alas present¨® esta semana, acompa?ado por unos combativos y brillantes Luis Antonio de Villena y Eduardo Mendicutti, en el C¨ªrculo de Bellas Artes, una mirada aguda que responde a la intenci¨®n de ese dicho peruano que sirve de t¨ªtulo al libro, Ojo de loca no se equivoca: 'En tiempo de inmovilismo, indiferencia y desprestigio de las ideolog¨ªas, el movimiento gay se empezaba a revelar como (...) la ¨²ltima trinchera de Occidente, el motor de la libertad, el catalizador de todas las reivindicaciones ciudadanas: una militancia de militancias, el viejo sue?o de hermanar bajo el arco iris (o m¨¢s all¨¢ de ¨¦l) a todos los libertarios'. Incluidos curas y militares, para que vean. Para que vean lo que puede llegar a ver un ojo de loca mirando a un hombre sentado al borde de una cama. El ojo de loca que es la conciencia que acompa?a su soledad, su valent¨ªa, su libertad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.