Los cuarteles no secundan en Venezuela la sublevaci¨®n de Soto
El coronel disidente decide hoy si se entrega para evitar ser declarado desertor
El coronel venezolano Pedro Soto adquiri¨® la categor¨ªa de h¨¦roe, y Adonis, entre quienes aborrecen al presidente Hugo Ch¨¢vez, pero su sublevaci¨®n contra la presidencia del comandante bolivariano no ha prendido en los cuarteles pese a haber sido ovacionada en concentraciones civiles. No obstante, el paso al frente del aviador de 48 a?os agrav¨® la fractura nacional, la inquina de los bandos, la ebullici¨®n castrense y la desconfianza en la econom¨ªa. Soto, en libertad, evaluaba su entrega hoy o ma?ana para evitar ser declarado desertor.
Las se?oras piropearon a Soto durante el aldabonazo del jueves: 'Eres mi h¨¦roe, Pedro; eres bello, cu¨ªdate'. Callando todav¨ªa el jefe de Gobierno para restar relieve a la insurrecci¨®n, sus portavoces la atribuyen a una maquinaci¨®n de la oposici¨®n, h¨¢bil en el aprovechamiento del rencor de un oficial suspendido en los ex¨¢menes de m¨¦rito para general, desahuciado en la carrera de las armas, y con ¨ªnfulas de grandeza. Sus minutos de gloria est¨¢n contados, anticipan.
Pendientes todos de los acuartelamientos, el ministro de Defensa, Jos¨¦ Vicente Rangel, no observa en ellos preparativos insurgentes: 'La Fuerza Armada Nacional est¨¢ en sus tareas espec¨ªficas, respaldando la estabilidad democr¨¢tica (...). Fue un acto [el protagonizado por el coronel Soto] exclusivamente personal'. Efectivamente, la sublevaci¨®n fue particular, y al coronel s¨®lo le acompa?¨® un capit¨¢n en activo de la Guardia Nacional, pero el alcance de la insubordinaci¨®n es m¨¢s profundo.
El radicalismo antigubernamental suma adeptos, reacciona espont¨¢neamente a la menor ocasi¨®n, y el actual silencio de los regimientos puede dar paso a las bayonetas si crece el desasosiego civil, o la politizaci¨®n de los ascensos, y los cuartos de banderas llegan al convencimiento de que con Ch¨¢vez Venezuela se hunde. 'No se enga?e, presidente: la violencia callejera terminar¨¢ con una intervenci¨®n militar que pondr¨¢ fin a su Gobierno', adivina el analista Fausto Mas¨®.
Oficialistas y opositores chocaron a palos y pedradas en Zulia y Carabobo, en una naci¨®n en permanente sobresalto que sufre una cuantiosa fuga de capitales, y la p¨¦rdida de confianza de las calificadoras de riesgo y de los eventuales inversores. La moneda nacional, el bol¨ªvar, registr¨® tres d¨ªas de recortes al socaire de las protestas y de los rumores sobre un inminente control de cambios para detener la demanda de d¨®lares, que condujeron a su masiva compra.
Econom¨ªa y sociedad civil
El Banco Central defendi¨® el bol¨ªvar con cerca de 200 millones de d¨®lares cuando el promedio diario es de 50 millones. La calificadora Fitch recort¨® esta semana las calificaciones de la deuda a largo plazo, e inst¨® a una devaluaci¨®n para evitar que la salida de capitales merme la capacidad de pago.
Pero la coyuntura econ¨®mica de este pozo petrolero de 24 millones de habitantes, el 80% pobre o m¨ªsero, no es todav¨ªa alarmante, ni sus problemas difieren sustancialmente de los afrontados por anteriores administraciones. El ojo del hurac¨¢n se sit¨²a en la sociedad civil, en la prensa, los empresarios, los profesionales, o la Iglesia cat¨®lica, progresivamente cohesionados contra el sectarismo y la ineptitud atribuidos a Ch¨¢vez.
Venezuela permanec¨ªa ayer desvelada, y las campanas de todos los templos del pa¨ªs repicar¨¢n este mi¨¦rcoles en desagravio a los obispos, a quienes Ch¨¢vez calific¨® de sotanas siempre amigadas con los ricos, con el Epul¨®n de turno, insensibles ante los padecimientos de la feligres¨ªa necesitada de la redenci¨®n terrenal. La insurrecci¨®n de Soto conect¨® con las ansias de los sectores que desde hace meses baten cacerolas contra el Gobierno, y demostr¨® que las protestas, lejos de amainar, prosperan despu¨¦s de haber recibido el espaldarazo de la patronal, que en diciembre paraliz¨® el pa¨ªs en una toma de postura sin precedentes.
'La salida la daremos los civiles, sumando todos los liderazgos hasta lograr la huelga nacional que exija la salida del Gobierno', pronostic¨® Francisco Arias C¨¢rdenas, militar retirado, ex compa?ero de Ch¨¢vez en el golpe de febrero de 1992 contra el socialdem¨®crata Carlos Andr¨¦s P¨¦rez. ?ste, desde Nueva York, declar¨® a El Nacional que 'la salida para Venezuela no se vislumbra todav¨ªa clara; de momento, tenemos una obligaci¨®n, salir de Ch¨¢vez, que est¨¢ destruyendo el pa¨ªs; la salida la ir¨¢ proporcionando el mismo pueblo'.
Crispaci¨®n social
La sociedad est¨¢ dividida, y crispada, y previsiblemente tambi¨¦n las tres armas, obligadas al acatamiento y a la discreci¨®n en sus pronunciamientos p¨²blicos. El vicepresidente del Gobierno, Diosdado Cabellos, niega que el 75% de la oficialidad respalde los planteamientos del coronel, tal como afirm¨® el disidente en su inesperada comparecencia del jueves ante los asistentes de un foro sobre la la democracia desarrollado en Caracas. 'El sentido com¨²n me dice que si yo tengo ese porcentaje, no me rebelo en un hotel, sino en un cuartel'.
Guillermo Ponce, el jefe del directorio del Comando Pol¨ªtico de la Revoluci¨®n, redujo las protestas civiles a los acomodados habitantes del este de Caracas. 'Me sentir¨ªa frustrado si a Ch¨¢vez lo aclamaran en La Lagunita o el Country'. El viejo conspirador nada dijo sobre las empobrecidas barriadas de la capital tomadas por el desaliento y la desesperanza, sobre el estado de ¨¢nimo de las chabolas que facilitaron los sucesivos triunfos electorales del comandante de Barinas desde 1998 a la fecha, y hoy ya no le aclaman, o le manifiestan hostilidad, seg¨²n las encuestas.
Soto, mientras tanto, apura su popularidad, y d¨¢ndose por excluido de la milicia en un futuro pr¨®ximo, anunci¨® su alistamiento en el activismo civil. 'Me integrar¨¦ para constituir un grupo de hombres y mujeres para dirigir a nuestro pa¨ªs hacia un futuro mejor'.
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