Los algodoneros endurecen su pulso contra el Gobierno

Los 5.000 algodoneros que ha concentrado COAG en Sevilla durante los ¨²ltimos once d¨ªas multiplicaron ayer sus actos de protesta para forzar el acuerdo con el Gobierno central. Tras conocer ayer el benepl¨¢cito de la Comisi¨®n Europea a la orden de la Junta de Andaluc¨ªa para esta campa?a, que recoge sus exigencias, la asociaci¨®n agraria reabri¨® la negociaci¨®n con el delegado del Gobierno central en Andaluc¨ªa, Jos¨¦ Torres Hurtado. Unas 60 mujeres se encerraron en el Arzobispado e iniciaron una huelga de hambre para exigir cambios en la normativa estatal.

Los representantes de COAG entraron al mediod¨ªa en la sede de la Delegaci¨®n del Gobierno en Andaluc¨ªa, ante la que ha concentrado a un millar de tractores, y desde esa hora unos 2.000 agricultores comenzaron una cacerolada a las puertas de la sede. ?ste no fue el ¨²nico acto de protesta de la jornada. Un centenar de algodoneros ocup¨® la sede regional del PP en Sevilla y un grupo de mujeres se concentr¨® tambi¨¦n en el palacio arzobispal de Sevilla.

Unas 30 mujeres, esposas de los algodoneros, pidieron permiso al arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, para pecnotar en el el palacio arzobispal. Luego, se sumaron otras 30 m¨¢s y decidieron iniciar una huelga de hambre. La presidenta regional del PP, Te¨®fila Mart¨ªnez, tampoco puso mayores reparos a que un centenar de agricultores manifestaran su protesta en la sede del partido, pero indic¨® que 'para hablar con el PP, eso no es necesario' y reiter¨® sus cr¨ªticas al presidente de la Junta de Andaluc¨ªa, Manuel Chaves, por 'fomentar el conflicto'.

Tras diez horas de cacerolada ininterrumpida, al cierre de esta edici¨®n, los contactos de los representantes de COAG con el delegado de Gobierno y el Ministerio no hab¨ªan dado fruto. Los agricultores quieren que el decreto que regular¨¢ el sector a partir de 2003, ahora en redacci¨®n, deje al menos la puerta abierta a la Junta (el 95% de la producci¨®n es andaluza) para que la Administraci¨®n autonomica pueda limitar, como en esta campa?a, el derecho a cobrar ayudas europeas a los algodoneros tradicionales y evitar as¨ª las penalizaciones por sobreproducci¨®n.