'El imperio impone sus reglas cada vez m¨¢s'
Historiador especializado en el an¨¢lisis del mestizaje de culturas y en la historia de M¨¦xico, Serge Gruzinski particip¨® ayer en el ciclo Ser europeos en el siglo XXI, organizado por la Residencia de Estudiantes, con la conferencia Hacia un mundo mestizo y globalizado: la herencia ib¨¦rica para entender la Europa actual.
Tan sorprendente t¨ªtulo forma parte del fascinante empe?o actual de Gruzinski (1949), especialista franc¨¦s en etnolog¨ªa, antropolog¨ªa y multiculturalismo, que trata de explicar la globalizaci¨®n como un proceso que se inici¨® en el siglo XVI, fue interrumpido por los Estados nacionales y vuelve ahora.
Gruzinski, que ha sido director de investigaci¨®n en el CNRS de Par¨ªs (Centro Nacional de la Investigaci¨®n Cient¨ªfica) y director de estudios en el EHESS (Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales), es autor de El pensamiento mestizo (Paid¨®s, 2000), donde sostiene que M¨¦xico y la Europa del XVI representaron una primera gran ¨¦poca de globalizaci¨®n.
'No hay herramientas para ver el presente. La historia de amplios horizontes ha muerto'
Pregunta. ?Qu¨¦ influencia ha tenido la herencia ib¨¦rica en este mundo globalizado?
Respuesta. Las monarqu¨ªas cat¨®licas de Espa?a y Portugal consiguieron que, entre 1580 y 1640, el mundo tuviera cuatro partes: Europa, Am¨¦rica, ?frica y Asia. Ese contexto permite hacerse muchas preguntas muy actuales. En ese momento se mundializ¨® el libro europeo; el arte se internacionaliz¨®; la filosof¨ªa aristot¨¦lica y el lat¨ªn tambi¨¦n se extendieron. Los horizontes europeos se dilataron mucho, y las ¨¦lites globalizadas empezaron a pensar el mundo. Fue una revoluci¨®n mental igual que la de ahora. La ciudad, lo local, se enfrentaba al mundo entero, se comparaba con ¨¦l, se ve¨ªa en ¨¦l. Exist¨ªa una dimensi¨®n planetaria. Y los funcionarios, los mercaderes, los religiosos, los aventureros estaban en todas partes.
P. Tambi¨¦n se daba una dominaci¨®n pol¨ªtica, militar y cultural.
R. S¨ª, pero hab¨ªa sociedades mestizas: en M¨¦xico, en Asia, en Sevilla, en Lisboa, en ?frica... La modernidad de ese pasado ib¨¦rico estriba en que ya entonces hab¨ªa dos din¨¢micas. Una, la occidentalizaci¨®n, no rehu¨ªa el contacto y produc¨ªa mestizaje porque quer¨ªa cambiar al otro: cristianiz¨¢ndolo, educ¨¢ndolo, explot¨¢ndolo o construyendo ciudades o iglesias al estilo del otro, y un segundo movimiento que no se mezclaba, la globalizaci¨®n, que consist¨ªa en proyectar fuera de Europa sus esquemas mentales, formales y art¨ªsticos, imponiendo el lat¨ªn, el aristotelismo, la concepci¨®n del poder...
P. ?Y cu¨¢l es el equivalente actual de aquella globalizaci¨®n?
R. Los McDonald's o las pel¨ªculas de Hollywood quiz¨¢ sirvan de ejemplo. Viajan pero no se mezclan con nada. Imponen un modelo ¨²nico sin tener en cuenta la realidad local; utilizan la propaganda de una manera muy intensa, se acercan mucho a la represi¨®n. Es el modo m¨¢s perverso de relacionarse con el otro.
P. Pero toleran un poco de diversidad...
R. Lo mestizo s¨®lo existe como algo curioso, ex¨®tico, interesante, divertido; s¨®lo se acepta como un ap¨¦ndice. Lo mestizo es una moda, un divertimento, un entretenimiento. El flamenco nos gusta, pero la ortodoxia, lo serio, lo nuestro, es la m¨²sica cl¨¢sica europea. Incluso Falla y Alb¨¦niz son ex¨®ticos, no son serios.
P. ?Racismo?
R. Jerarqu¨ªas. Les dejamos estar, no los desaparecemos. Tenemos lo serio y lo menos serio.
P. As¨ª que lo ib¨¦rico no cal¨®.
R. El imperio acab¨® con el nacimiento de las naciones. La primera mundializaci¨®n muere con el fin de la dominaci¨®n militar ib¨¦rica. La historia deja de pensar el mundo y empieza a construir pasados nacionales, regionales, locales... Hace de Am¨¦rica una colonia alejada; de Portugal, un reino que no exist¨ªa; de N¨¢poles, un hecho aislado... Se desconectan todas esas historias que estaban conectadas. Aunque no fuera el para¨ªso...
P. Y hoy los ni?os gallegos estudian historia gallega.
R. Los historiadores deber¨ªamos cerrar el negocio. Mientras el mundo se abre, la historia se cierra. No hemos podido siquiera construir la historia de Europa. Y ya es demasiado tarde. Tenemos moneda com¨²n, pero no historia com¨²n. La televisi¨®n y los media han producido amnesia colectiva. La historia empieza en 1945. Hemos perdido el pasado. Pero debemos recuperarlo. Sin leyendas rosas o negras, de una manera cr¨ªtica. Para entender lo que implica, desarrollar una mente cr¨ªtica, saber qu¨¦ es nuevo y qu¨¦ no, de d¨®nde vienen las actuales formas de dominaci¨®n y c¨®mo reaccionaron los pueblos ante ellas. Ustedes necesitan referencias, pero nosotros no somos capaces de tra¨¦rselas. No tenemos herramientas para entender el presente. La historia de amplios horizontes ha muerto.
P. Siempre nos quedar¨¢ el pensamiento mestizo...
R. S¨®lo si quiere la industria cultural. Cada vez m¨¢s, el imperio impone sus reglas al mundo. Hay diversidad, pero los principios b¨¢sicos no se negocian. Si los discutes, te mandan al ej¨¦rcito y te eliminan. S¨®lo te aceptan en la medida en que juegas su juego. Derrida ha escrito que el mesianismo tecnol¨®gico de Bin Laden, una terrible reacci¨®n mestiza de rechazo, consigui¨® lo que nunca Rusia logr¨®: herir el coraz¨®n del imperio. Lo que no entiendo es c¨®mo y qui¨¦n distingue lo negociable de lo que no lo es. Pero es curioso que la carta de los intelectuales apoyando la 'guerra justa' de Bush repite la misma ret¨®rica que usaba Sep¨²lveda para justificar el genocidio en Am¨¦rica.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.