La fiesta se convierte en resistencia en Ramala
Los habitantes de la ciudad asediada, donde est¨¢ confinado Arafat, celebran bajo las bombas el Aid al Adha
Los muros de las calles de Ramala aclaman a Arafat como ¨²nico e indiscutido l¨ªder de Palestina. Las pintadas y los carteles glorificando al anciano guerrillero, que este agosto cumplir¨¢ 73 a?os, se han hecho m¨¢s insistentes en estos ¨²ltimos d¨ªas, como si trataran de conjurar las represalias del Ej¨¦rcito israel¨ª, frenar los bombardeos y romper el f¨¦rreo asedio de la ciudad. Pero nada de eso parece afectar a sus m¨¢s de 35.000 habitantes, que se preparan, como cada a?o, para celebrar hoy la fiesta del Sacrificio (Aid al Adha), una de las m¨¢s importantes del calendario musulm¨¢n.
'Desde hace dos noches, todos en Ramala padecemos insomnio. Los cazabombarderos F-16 y los helic¨®pteros Apache no nos dejan dormir', se quejan los vecinos, mientras recalcan que la venganza del Ej¨¦rcito israel¨ª por la muerte de seis soldados en un control al norte de la ciudad se est¨¢ ensa?ando sobre la capital administrativa de la Cisjordania palestina. Ning¨²n barrio ha salido indemne.
El fuego de los misiles y el estruendo de los obuses se han hecho m¨¢s insistentes en torno al Muqata, la antigua prisi¨®n del periodo colonial brit¨¢nico, convertida desde hace siete a?os en la sede de la Autoridad Palestina, y desde hace m¨¢s de dos meses, en c¨¢rcel del presidente Yasir Arafat.
'Nuestro pueblo continuar¨¢ con la resistencia. ?Miedo? Nadie puede atemorizar al pueblo palestino', anunciaba desafiante ayer el propio Arafat en el patio de armas de su prisi¨®n, mientras pasaba revista a los da?os que los misiles hab¨ªan provocado en su ciudadela la noche anterior.
Desde un punto de vista estrat¨¦gico y militar no se puede hablar de un ataque en profundidad, sino m¨¢s bien de una agresi¨®n simb¨®lica, a trav¨¦s de la cual Ariel Sharon trata de hacer llegar mensajes a su enemigo. Por ejemplo, en la primera noche los misiles destrozaron dos contenedores y una casamata de vigilancia vac¨ªa de las fuerzas de seguridad. Ayer, en la ¨²ltima velada, los proyectiles alcanzaron una casita prefabricada de teja roja y moqueta en el suelo, situada al pie del helipuerto, que estaba llamada a convertirse en sala de recepci¨®n de los visitantes extranjeros. Hoy es un mont¨®n de escombros.
'Para ver lo que realmente hacen los aviones israel¨ªes hay que salir de los muros del Muqata. En los barrios extremos o en los campos de refugiados los da?os son mucho m¨¢s serios', explican los vecinos, mientras se?alan con el dedo hacia Amari (6.598 refugiados) o Kalandia (7.097 personas), convertidos en 'vertederos humanos'. Los ¨²ltimos bombardeos destrozaron edificios p¨²blicos situados en la periferia de Ramala y dejaron inservible la red de suministro el¨¦ctrico. Sus habitantes quedaron sumidos durante m¨¢s de 14 horas en las tinieblas.
Todos coinciden en que lo peor no es 'morir aplastado por las bombas', sino 'vivir humillado', sin ninguna posibilidad de salir o entrar de la ciudad, 'permanentemente encarcelado'. A causa de la pol¨ªtica de cierre israel¨ª, una buena parte de la poblaci¨®n ha perdido sus puestos de trabajo. El asedio se ha hecho mucho m¨¢s asfixiante en las ¨²ltimas horas, desde que el Ej¨¦rcito ha cerrado la carretera que lleva a Jerusal¨¦n. S¨®lo se puede salir a trav¨¦s de las monta?as. 'Pero no por todo eso voy este a?o a dejar de conmemorar la fiesta del Sacrificio', dice un vecino, convirtiendo esta celebraci¨®n en un acto de resistencia.
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