El ¨¢guila imperial intenta remontar el vuelo

Recrear la vista con la imagen de un ave rapaz suspendida en el cielo en busca de una presa sobre la que abalanzarse es una tarea que requiere de mucha paciencia en la Comunidad de Madrid. Aqu¨ª no es tan frecuente como en las comunidades aut¨®nomas vecinas de Castilla y Le¨®n o Castilla-La Mancha distinguir la silueta oscura del ¨¢guila imperial, el buitre negro, el halc¨®n peregrino u otras aves en peligro de extinci¨®n. El ¨²ltimo recuento, efectuado durante la primavera y el verano del a?o pasado por la Consejer¨ªa de Medio Ambiente del Gobierno regional madrile?o, ofrece datos que no llevan precisamente al optimismo.

La escasa poblaci¨®n de ¨¢guila imperial, especie aut¨®ctona de la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica, subi¨® el a?o pasado en dos ejemplares: una pareja de reci¨¦n casados ha ocupado un nuevo nido en un rec¨®ndito bosque de la regi¨®n. Por tanto, las 23 parejas contabilizadas durante tres a?os seguidos -1998, 1999 y 2000- han pasado a ser una m¨¢s, 24, seg¨²n el censo de Medio Ambiente. 'Es una gran noticia porque, dado que las ¨¢guilas imperiales s¨®lo alcanzan la madurez a los cinco a?os, su poblaci¨®n se recupera con mucha lentitud', afirma el director general del Medio Natural, Federico Sep¨²lveda.

Los buitres, negros y leonados, tuvieron en 2001 menos comida natural por culpa del mal de las 'vacas locas'

Sin embargo, este m¨ªnimo incremento en el n¨²mero de parejas no se ha visto acompa?ado por un aumento en el n¨²mero de pollos nacidos en la regi¨®n. En 1998 volaron del nido 26 pollos de ¨¢guila imperial, dos m¨¢s que al a?o siguiente y uno m¨¢s que en 2000. En 2001, el n¨²mero se ha reducido a una veintena.

En el monte de El Pardo han sido censadas ocho parejas de ¨¢guila imperial. Las 16 restantes est¨¢n repartidas por el suroeste de la Comunidad, en grandes masas de bosque mediterr¨¢neo bien conservado, en las que hay abundante poblaci¨®n de su presa principal, el conejo. Las zonas de ¨¢guila imperial son cotos de caza. Para asegurarse de que tanto las ¨¢guilas como sus pollos disponen de suficiente comida, la consejer¨ªa ha instalado en el monte cercos con conejos de granja.

La poblaci¨®n de la hermana menor del ¨¢guila imperial, el ¨¢guila real, tambi¨¦n trata de remontar el vuelo. Se ha registrado un incremento paulatino del n¨²mero de parejas reproductoras en cuatro a?os. Aun as¨ª, las cifras siguen siendo bastante escasas. En 1998 y 1999 hab¨ªa una decena de parejas de ¨¢guilas reales en la regi¨®n. La poblaci¨®n ascendi¨® a la docena en 2000, y a 13 en 2001.

Otra rapaz, el halc¨®n peregrino, un peque?o misil alado capaz de alcanzar la velocidad de un Ferrari en sus vuelos en picado, aumenta asimismo su n¨²mero en la regi¨®n. De las 32 parejas reproductoras contabilizadas en 1998, se pas¨® a 34 en 1999, 38 en 2000 y a 39 el a?o pasado. Los 50 pollos que han salido adelante esta temporada auguran un futuro estable para esta especie.

Dejando atr¨¢s a las rapaces, el gran carro?ero de la fauna pale¨¢rtica, su majestad el buitre negro -mide casi tres metros de ala a ala y cr¨ªa desde Europa Meridional hasta Mongolia y China- mantiene en la Comunidad una importante poblaci¨®n.El n¨²mero de parejas en Madrid creci¨® entre los a?os 1997 (52), 1998 (58) y 2000 (65). Sin embargo, en 2001 el n¨²mero de parejas ha bajado a las 61.

El n¨²mero de pollos que han abandonado el nido se ha mantenido en 38 desde 1998 y supera a los 33 de 1997.

El a?o pasado, los buitres han tenido menos comida natural, porque los ganaderos no pod¨ªan abandonar sobre el terreno los cuerpos de las vacas que se les mor¨ªan. La Comunidad les obligaba a retirarlos por motivos de seguridad sanitaria contra la enfermedad de las vacas locas. Para que los buitres, los negros y los leonados, tengan comida suficiente, los guardas forestales echaron cad¨¢veres de ovejas y cabras en los cebaderos de la sierra.

Entre los estudios y censos que la Consejer¨ªa de Medio Ambiente de la Comunidad efectu¨® a lo largo del a?o 2001 en la regi¨®n, se incluye el del lince ib¨¦rico. Los agentes forestales y t¨¦cnicos medioambientales colocaron por el monte, fundamentalmente en la zona suroeste de Madrid, diversas c¨¢maras de fotos con sensores especiales, con la intenci¨®n de capturar una imagen del escaso felino salvaje, todo un peque?o tigre ib¨¦rico.

Pero, de momento, el resultado ha sido negativo. Las sensores de las c¨¢maras no han disparado a un lince ni una vez y su presencia en la Comunidad de Madrid sigue, por tanto, siendo un gran misterio ecol¨®gico.