Yo, Silvio
Silvio Berlusconi est¨¢ ocupando el Estado como si de una de sus empresas se tratara. El ¨²ltimo paso es la amenaza de purgar a directores de institutos de Italia en capitales como Londres o Par¨ªs, pues, como ha indicado el subsecretario de Cultura, Italia tiene hoy otras 'exigencias culturales' y quiere proyectar otra imagen, criticando que estos centros hayan dado espacio a intelectuales y artistas de la izquierda. El caso m¨¢s destacado es el del escritor Mario Fortunado, en el centro cultural italiano de Londres, que ha recibido el apoyo de intelectuales como Umberto Eco, el dramaturgo Harold Pinter o el novelista Salman Rushdie, perseguido por el fundamentalismo de Jomeini.
Si lo que pretende Berlusconi es evitar que se proyecte una mala imagen de Italia, no podr¨ªa obrar peor. Tras la dimisi¨®n del consejo de administraci¨®n de la Bienal de Venecia, que el nuevo r¨¦gimen quiere tomar bajo su tutela, el Gobierno de Berlusconi da muestras de un total partidismo, que refleja tambi¨¦n la necesidad de buscarles cargos p¨²blicos a los suyos.
Con ser importantes para el mundo cultural, estos pasos, sin embargo, son la gota de agua en la ocupaci¨®n del poder por Berlusconi, tras su indudable triunfo en las urnas. Pero el magnate medi¨¢tico reconvertido en pol¨ªtico parece apuntar a una peligrosa democracia plebiscitaria, sin renunciar a ninguna de sus propiedades. Frente a sus promesas en la campa?a electoral de que resolver¨ªa la anomal¨ªa que supone que el presidente del Gobierno sea tambi¨¦n el principal propietario de medios de comunicaci¨®n en Italia, ha hecho aprobar por su mayor¨ªa parlamentaria una vergonzante ley que no s¨®lo no resuelve, sino que consagra este conflicto de intereses. S¨®lo obliga a dimitir de sus puestos a los directivos de empresas que pasen a cargos p¨²blicos, no a sus propietarios. Rid¨ªculamente, a resultas de esta ley, Berlusconi s¨®lo tiene que renunciar a la presidencia honoraria del A. C. Milan, como si en lo ¨²nico que tuviera que ser neutral un presidente del Gobierno es en materia de f¨²tbol.
?l suma. Ha nombrado a la cabeza de la RAI, la radiotelevisi¨®n p¨²blica italiana, a una persona de su confianza. Todo apunta, adem¨¢s, a que romper¨¢ la tradici¨®n italiana de repartir el control de las cadenas p¨²blicas de televisi¨®n entre los diversos partidos del espectro parlamentario. Sumado esto a las cadenas de su propiedad, Berlusconi se garantiza el control sobre el 90% de la audiencia televisiva, acumulaci¨®n que choca con un principio democr¨¢tico elemental como es del pluralismo de los medios de comunicaci¨®n.
Se ha hecho aprobar otras medidas legislativas que frenan la colaboraci¨®n judicial, especialmente la internacional, y cercenan las posibilidades de que prosperen los casos a¨²n pendientes contra ¨¦l en Italia, Espa?a u otros pa¨ªses. Ha aceptado la orden europea de captura y entrega, pero est¨¢ por ver cu¨¢ndo adaptar¨¢ la legislaci¨®n italiana que permita trasladarla al ordenamiento interno.
Una izquierda dividida ha despertado tarde, y s¨®lo empujada por movimientos ciudadanos o por llamamientos de intelectuales y artistas, como el del director de cine Nani Moretti. Pero, finalmente, logr¨® reunir a varios centenares de miles de personas el pasado fin de semana en Roma en una manifestaci¨®n contra los abusos de Berlusconi, en cuyo horizonte de abril apunta una convocatoria de huelga general. Mientras, algunos l¨ªderes europeos, como Aznar, Blair y ayer Schr?der, parecen cortejar al italiano, pese a los insultos proferidos contra la UE por uno de sus socios, Umberto Bossi, l¨ªder de la Liga Norte. Por menos se tomaron medidas contra el austriaco Haider.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.