Temor y vigilancia en la 'Break-Beat' de Priego
Son las tres de la ma?ana, es viernes, y en la Sala Speria de Priego de C¨®rdoba 300 j¨®venes bailan arrebatados. Pero con la atenci¨®n puesta en otra parte; esperan a la estrella de la noche, Kult¨¹r, que todav¨ªa no llega. A la puerta de la discoteca, extra?amente silenciosa, charlan dos chicos y dos chicas. Se aproxima una figura vestida de negro, que arrastra un bolso enorme. La muchacha n¨²mero uno dice emocionada '??se no es el Kult¨¹r?'. La n¨²mero dos: 'Me encanta, me encanta'. El muchacho n¨²mero uno, en alto: 'Hombre, Kult¨¹r, ven y dales un besito a las chicas'. Kult¨¹r se acerca obedientemente, con sus rastas y su sonrisa t¨ªmida, y reparte besos. 'Qu¨¦ artista eres, nos gusta mucho lo que haces'. El muchacho n¨²mero uno: 'Dentro de poco vamos a verte a un pub de Granada'. Kult¨¹r dice suavemente: 'Pues ya ves, las ¨²ltimas veces que he pinchado han cerrado la discoteca o se ha montado un pollo'.
Silencio. Piensan en la fiesta del s¨¢bado pasado en M¨¢laga, donde K¨¹ltur tambi¨¦n era el rey, y donde murieron dos adolescentes. El muchacho n¨²mero dos, dando ¨¢nimos: 'Pero eso no tiene nada que ver contigo, t¨² qu¨¦ vas a hacer si la gente se pone hasta el culo'. El dj asiente, se despide y se va al tajo. Incluso K¨¹ltur, all¨¢ en las alturas, sufre la resaca de M¨¢laga. No es el ¨²nico: la fiesta de Priego est¨¢ muy marcada por la desgracia del pabell¨®n Jos¨¦ Mar¨ªa Mart¨ªn Carpena. La discoteca est¨¢ llena de gente de la casa, una decena al menos, que mira a todo el mundo sin parpadear, buscando movimientos sospechosos. De esa inspecci¨®n constante no se salva ni el ba?o. ?Es normal este despliegue de seguridad? 'Siempre controlamos, pero esta noche mucho m¨¢s', dice uno de los vig¨ªas, muy serio. 'Despu¨¦s de lo de la semana pasada, aqu¨ª no se va a mover nada de nada'.
As¨ª, vale bailar, vale beber, vale fumar y poco m¨¢s. No se ve coca¨ªna ni speed, apenas se huele alg¨²n porro, no se ven pirulas. 'T¨®mate una copa', dice un cliente habitual a un trabajador que anda con mil ojos. 'No puedo, tengo que estar pendiente de estos pastilleros', contesta el otro. Pero hay ¨¦xtasis, claro. 'Todo el mundo tiene, pero nadie va a sacar las pastillas as¨ª, como si nada, despu¨¦s de lo de M¨¢laga', explica un chico que estuvo all¨ª y tiene una camiseta que lo demuestra, con el mismo sello, Evassion, que las tarjetas que promocionan esta fiesta. 'Qu¨¦ noche', recuerda, 'fue incre¨ªble'. ?Y hab¨ªa tantas pastillas como se dec¨ªa? No contesta, s¨®lo resopla y sonr¨ªe misterioso. ?Y aqu¨ª no se pueden comprar? 'Es dif¨ªcil, este es un pueblo chico, cada uno se ha tra¨ªdo las suyas'.
Dif¨ªcil pero factible. Todo es ser discreto y preguntar en voz baja. Un chico amabil¨ªsimo convida: 'No compres, yo te invito, ¨¦sta nos la comemos a medias'. Una insiste y las consigue baratas. Pincha Mr Fli y los chicos gritan y saltan; se abrazan, se quieren, no pueden hablar all¨ª dentro, para qu¨¦, se entienden. A su alrededor, veinte ojos expertos les vigilan. Por su bien.
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