Un imperio que se tambalea
La unidad de los 4.700 socios de Andersen se resquebraja en 84 pa¨ªses, tras la p¨¦rdida de credibilidad por el 'caso Enron'
El esc¨¢ndalo Enron, el gigante energ¨¦tico que ha protagonizado la mayor bancarrota de la historia y que ha arrastrado consigo la reputaci¨®n de su auditora, Andersen, es un virus con efectos secundarios. En los nueve decenios transcurridos desde la fundaci¨®n de Andersen, convertida hoy en una organizaci¨®n telara?a tejida en 84 pa¨ªses, nunca, antes de este mes de marzo, sus hermanas de marca fuera de Estados Unidos hab¨ªan puesto tanto ¨¦nfasis en lo poco que las une.
Arthur Andersen siempre ha sido concebida como una gran federaci¨®n internacional de firmas. Cada una de ellas, en cada pa¨ªs, es propiedad al 100% de sus socios (en Espa?a, 161). Todas son soberanas y comparten, por una serie de acuerdos voluntarios, la marca, un elevado est¨¢ndar de calidad y programas de formaci¨®n. Sus 4.700 socios s¨®lo se re¨²nen, en principio, una vez al a?o. Sus cuentas est¨¢n separadas. Ya eran aut¨®nomas, pero hoy est¨¢n escribiendo el borrador de su declaraci¨®n de independencia, al anunciar, al menos en Espa?a, los tr¨¢mites para rescindir los acuerdos que las vinculan a la organizaci¨®n mundial. Para romper el nexo.
Enfrentados al hundimiento de la hermana americana, que aporta casi la mitad de los 9.300 millones de d¨®lares de ingresos totales, el mensaje prioritario que las sociedades limitadas nacionales lanzan al mundo empresarial, a sus clientes y a los accionistas de sus clientes, es que la precipitaci¨®n en el abismo de la organizaci¨®n en EE UU (Arthur Andersen LLP) no puede contaminarles. Que 'no afectan en absoluto ni desde el punto de vista jur¨ªdico ni financiero', que 'no hay responsabilidad legal o financiera' que les roce, resume la firma.
Y los competidores espa?oles fruncen el ce?o. 'No pueden imponer con facilidad sus condiciones. Dif¨ªcilmente un acuerdo pasar¨ªa por mantener la marca Andersen. Adem¨¢s, claro que hay problemas jur¨ªdicos de rebote, y tambi¨¦n de concentraci¨®n, importantes', subrayan fuentes del sector.
Andersen, en Espa?a, donde maneja un negocio de 400 millones de euros y en cuyas manos han depositado su confianza 22 de las 35 empresas que componen el selectivo ¨ªndice burs¨¢til Ibex 35, se siente fuerte. Pero, por una vez, los rivales que la siguen de cerca y hasta de lejos por tama?o, tambi¨¦n.
Un golpe a la competencia
La integraci¨®n -que no venta, subraya la firma- que Andersen busca en Estados Unidos no da frutos. Ernst & Young y Deloitte & Touche -que, con Price, Andersen y KPMG constituyen el grupo l¨ªder de las cinco grandes-, se han retirado de cualquier operaci¨®n. Aunque Deloitte no descarta renovar su inter¨¦s si se aclaran los problemas con la justicia de Andersen, las pocas probabilidades de que la primera firma del mundo, Price, sea la soluci¨®n, concentran las opciones en KPMG, donde fuentes del sector aseguran que ya hay conversaciones paralelas y al m¨¢s alto nivel en Espa?a.Andersen niega que haya movido ficha, y repite una y otra vez que no lo har¨¢ hasta que tenga una propuesta de acuerdo global que valorar. Para aceptarla o para rechazarla.
Un acuerdo global que pasara por aliarse con otra de las big five, sin embargo, disminuir¨ªa hasta lo indecible la competencia. S¨®lo Andersen audita a una quinta parte de las que cotizan en la Bolsa de Nueva York. Y en mente de los socios est¨¢ el rechazo por la Comisi¨®n Europea de una fusi¨®n entre KPMG y Ernst & Young. 'Es una buena novia, claro que s¨ª, pero le ser¨¢ dif¨ªcil poner condiciones precisamente porque no est¨¢ en condiciones', opina un competidor de tama?o mediano, el segmento m¨¢s inquieto con la perspectiva de mayor concentraci¨®n. Si en Espa?a operan 1.000 firmas auditoras, el 80% del mercado lo controlan las cinco grandes.
Otra de las hip¨®tesis consistir¨ªa en que los arturitos de cada pa¨ªs fueran por libre, pero ello plantear¨ªa problemas para ofrecer sus servicios a aquellos de entre sus clientes con amplia presencia internacional.
Si el embri¨®n del problema de Arthur Andersen en Estados Unidos es Enron y si en su desarrollo ha topado con el dedo acusador del Departamento de Justicia de EE UU -la acusa de obstruir la justicia- sin profesionales y clientes no hay compa?¨ªa que respire.
A los empleados estadounidenses debe de dolerles el coraz¨®n al entrar en las tripas de la p¨¢gina web de su empresa y toparse en un extremo de la pantalla con la pregunta: '?Est¨¢s pensando en volver?', acompa?ada de algunos testimonios de varios hijos pr¨®digos de la firma que regresaron a su antigua casa por a?oranza de su 'esp¨ªritu emprendedor'.
Hoy, los que se fueron no piensan en volver. Y quienes se quedaron, piensan en dejar el barco. Hoy, el prestigio de una sociedad aupada hace menos de dos a?os por la prestigiosa revista Fortune entre las cien mejores empresas donde trabajar en Am¨¦rica se ha desinflado. En menos de cuatro meses. El visto bueno a las cuentas de Enron y la destrucci¨®n en sus oficinas de Houston (Tejas) de miles de documentos relacionados con esta empresa energ¨¦tica, que llevaba auditando cerca de una d¨¦cada, han puesto a la firma en aprietos. Y ello, pese a que sus abogados defienden la no culpabilidad, con el argumento, entre otros, de que los responsables de Andersen desconoc¨ªan y, mucho menos, consintieron esta destrucci¨®n de papeles.
Pero, adem¨¢s, puertas adentro, hay un aut¨¦ntico hervidero. El pasado jueves, The Washington Post recog¨ªa que al menos una veintena de directores senior, entre los cuales hay tres socios, est¨¢n en conversaciones con los cazatalentos Heidrich & Struggles para intentar cambiar de trabajo.
Y las empresas competidoras de Andersen en Espa?a, principalmente entre las llamadas cinco grandes, aseguran que 'a nuestras oficinas en Estados Unidos y en otros pa¨ªses llueven los curriculum vitae' de los hasta ahora prestigiosos arturitos. El elevado ¨ªndice de rotaci¨®n de personal propio del sector puede dispararse en los pr¨®ximos meses.
Sangr¨ªa de clientes
La plantilla est¨¢ inquieta. Los 28.000 empleados de la auditora en EE UU se sienten inseguros. Suman un tercio de los 85.000 profesionales que trabajan para la firma en todo el mundo, repartidos por 84 pa¨ªses: de Uzbekist¨¢n a China, pasando por Jordania, Estonia, Guatemala o Espa?a.
Los clientes se alejan de la firma. A la auditora se le hab¨ªa escapado alguno de peso antes de que estallara el esc¨¢ndalo Enron, como el Chicago Bank One. Pero, con el estallido, lleg¨® la sangr¨ªa. La compa?¨ªa Delta Air Lines llevaba 53 a?os escrutada por Andersen. La farmac¨¦utica Merck, 30. La instituci¨®n financiera Freddie Mac, 32. El grupo de transporte FedEx, la compa?¨ªa de energ¨ªa Kerr-McGee o el gigante del motor Ford, que hab¨ªa contratado a Andersen para mediar en una disputa con un proveedor, tambi¨¦n le han dado la espalda.
La publicaci¨®n Strafford, que recoge los cambios de auditor en Estados Unidos, recog¨ªa hace escasos d¨ªas que, desde diciembre pasado, Andersen, que ocupa el quinto lugar de la clasificaci¨®n mundial, ha ganado cinco clientes. Pero, en ese tiempo ha perdido m¨¢s de 30. No es extra?o que la mirada de los arturos de todo el mundo est¨¢ puesta en Am¨¦rica.
La visi¨®n de un profesor
El profesor universitario Arthur Andersen fund¨® la firma que lleva su apellido en 1913. Hijo de inmigrantes noruegos, reclut¨® a los estudiantes de contabilidad m¨¢s brillantes de Illinois para empezar un negocio modesto que en 89 a?os se convertir¨ªa en una de las Cinco Grandes auditoras del mundo. La carrera de Andersen en el mundo de la auditor¨ªa y la contabilidad fue fulminante. Se gradu¨® en la prestigiosa Universidad de Northwestern. Trabaj¨® en Price, Waterhouse en Chicago antes de crear su propia firma con Clarence DeLany, que abandon¨® el negocio en 1918. Andersen, que siempre vest¨ªa un traje impecable con una rosa amarilla en la solapa, se convirti¨® pronto en un s¨ªmbolo de la industria contable. 'Pensad r¨¢pido y hablad claro', aconsejaba a sus empleados. A su muerte, en 1947, la firma qued¨® casi disuelta, pero su ayudante Leonard Spacek tom¨® las riendas y logr¨® aunar voluntades y mantener unidos a los socios. Spacek advirti¨® entonces de que 'la existencia de esta profesi¨®n est¨¢ en peligro' porque no mostraban la suficiente independencia de sus clientes.
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