El militar acusado de matar a hachazos a su compa?era admite el crimen
Empieza el juicio contra el acusado de asesinar a su compa?era delante de la hija de ¨¦sta
'A ella le di varios hachazos, pero a la ni?a no la vi', declar¨® ayer Ubaldo Luis Iglesias, el subteniente de la Guardia Real acusado de matar con un hacha a su compa?era sentimental, Concepci¨®n E. M., de 31 a?os, el 31 de mayo de 2000. Ubaldo, de 45 a?os, describi¨® con aparente sosiego, ante el tribunal de Madrid que le juzga, los pormenores del horrendo crimen, ocurrido en el garaje del Hipercor Campo de las Naciones. El reo explic¨® que adquiri¨® el hacha homicida, 'no para matar' a Concepci¨®n, sino para desahogarse ante la presi¨®n que la mujer ejerc¨ªa sobre ¨¦l.
El acusado, que se enfrenta a una petici¨®n del fiscal de 29 a?os de c¨¢rcel, no durmi¨® nada la noche anterior al crimen. Estuvo toda la velada jugando en el casino, con poco ¨¦xito, pues perdi¨®, seg¨²n explic¨® al jurado, 'un mill¨®n de pesetas [6.000 euros]'. Su ludopat¨ªa le ten¨ªa casi arruinado. Para afrontar las deudas de juego tuvo que enajenar tres pisos y tres garajes, gran parte de su patrimonio.
Tras jugar y beber durante toda la noche, telefone¨® la ma?ana del 31 de mayo de 2000 a Concepci¨®n y la invit¨® para que le acompa?ase a tomar 'un chocolate con churros, porque sab¨ªa que le gustaban mucho'. Esa ma?ana, sin dormir y tras desayunar, sac¨® del banco otras 250.000 pesetas (1.502 euros) y los tres -Concep-ci¨®n, su hija y ¨¦l- decidieron ir de compras al Hipercor Campo de las Naciones. La primera discusi¨®n se produjo en el coche: 'Empez¨® a decirme que hab¨ªa quitado una foto suya del coche, y me empuj¨®...'. Nada m¨¢s llegar al citado centro comercial fueron a la cafeter¨ªa. 'Yo ped¨ª un g¨¹isqui Chivas de 12 a?os y ellas, agua, y tambi¨¦n un plato de jam¨®n ib¨¦rico'.
Sentados a la mesa, la tensi¨®n subi¨® de tono cuando Concepci¨®n, seg¨²n relat¨® ayer el acusado, solt¨®: '?Venga, ni?a, come jam¨®n que ¨¦ste [en alusi¨®n a Ubaldo] se lo va a comer todo!'. El tono empleado no le gust¨® nada a Luis Ubaldo, que pidi¨® otro plato de jam¨®n. Al llegar el camarero con ¨¦l, el acusado espet¨®: 'P¨®ngalo al lado de la gorda [refiri¨¦ndose a su compa?era sentimental]. Pero hice ese comentario en plan distendido, pues ¨ªbamos mucho por esa cafeter¨ªa y los camareros nos conoc¨ªan...', explic¨®.
'Me ech¨® el agua a la cara'
Este otro comentario enfureci¨® a la v¨ªctima, que, nada m¨¢s irse el camarero, le ech¨® en la cara un vaso de agua. 'Se moj¨® el m¨®vil, la mesa... Los camareros se dieron cuenta y, amablemente, nos cambiaron de lugar; pero me dio rabia y volqu¨¦ en su cabeza el contenido de la copa que yo ten¨ªa. Todo el mundo nos miraba, y de la rabia que sent¨ª apret¨¦ la copa entre mis manos y me hice sangre al romperla; aquello me alter¨® todav¨ªa m¨¢s. Me levant¨¦ y le dije al camarero que le pagar¨ªa otro d¨ªa, y ech¨¦ a andar solo hacia el garaje para coger el coche'.
La fiscal del caso interrumpi¨® en ese momento el mon¨®logo del acusado, lento pero clarificador: 'Pero, adem¨¢s de su copa, tambi¨¦n le ech¨® usted a ella por la cabeza el plato con el jam¨®n, ?no?'. 'Creo que s¨ª', contest¨® el reo.
'?Y qu¨¦ hac¨ªa la ni?a en ese momento?', inquiri¨® la fiscal. 'Supongo que estar¨ªa asustada, pero no dijo nada... Yo continu¨¦ hacia el coche y ellas me siguieron. En el camino, Concepci¨®n no dejaba de insultarme, 'que si me cago en tu padre, que si hijoputa...'. Tambi¨¦n me amenazaba con llamar a mi trabajo y decir que yo era un lud¨®pata que me lo gastaba todo en el casino. Eso me puso muy nervioso...', explic¨®.
'?Y qu¨¦ pas¨® en el garaje?', interrumpi¨® de nuevo la fiscal. 'Como ten¨ªa sangre en la mano, abr¨ª el maletero en busca de alg¨²n trapo para limpiarme. All¨ª vi el hacha y unos cuchillos que hab¨ªa comprado. La mir¨¦ y vi que se re¨ªa de m¨ª y que levantaba los brazos, como para asustarme... Perd¨ª el control, cog¨ª el hacha y la golpe¨¦'.
'?Y c¨®mo le dio a la ni?a?', inquiri¨® la fiscal. La peque?a, al ver que Ubaldo atacaba a su madre, se puso delante y sufri¨® la amputaci¨®n total de uno de sus dedos de una mano. 'Yo a la ni?a no la vi, no lo s¨¦', respondi¨® el acusado. '?Y por qu¨¦ llevaba usted un hacha en el coche?', repregunt¨® la acusadora p¨²blica.
'Ella llevaba un mes que no paraba de hablar con gente a trav¨¦s de una l¨ªnea er¨®tica; no me gustaba eso, pero no me hac¨ªa caso. Un d¨ªa, entr¨¦ en el Hipercor, deambulando, vi el hacha y los cuchillos y los compr¨¦. Pero no para matarla, fue como una especie de humor negro... Aquello me hizo desahogarme. Estaba muy cabreado con lo del tel¨¦fono er¨®tico, y aquello hizo que se me quitase el cabreo, pero no quer¨ªa matarla', dijo el acusado.
Tras reconocer que golpe¨® a Concepci¨®n con el hacha 'varias veces' en la cabeza, Ubaldo explic¨® que se apart¨® unos metros de la escena del crimen y se qued¨® quieto, mir¨¢ndola. 'Ella se qued¨® recostada sobre un pilar del garaje. Pronto vi a un guarda acercarse corriendo hacia m¨ª y me cogi¨®. Le dije que yo hab¨ªa hecho eso'. La brutal agresi¨®n fue presenciada por la hija de la fallecida, una ni?a que hoy vive con su abuelo y que entonces ten¨ªa ocho a?os.
'Ella era buena persona, salvo cuando le daban las paranoias'
El subteniente Luis Ubaldo Iglesias se enfrenta a una petici¨®n global del fiscal de 29 a?os de c¨¢rcel por matar a su compa?era sentimental. Adem¨¢s, el fiscal le acusa de la grave lesi¨®n que caus¨® con el hacha (la amputaci¨®n de un dedo) a la hija, de ocho a?os, de la v¨ªctima cuando la peque?a sali¨® en defensa de su madre al ver que era atacada. El juicio contra Ubaldo se celebra, con un jurado popular, en la Secci¨®n 16 de la Audiencia. La Junta de Extremadura, comunidad de origen de la v¨ªctima y en la que ahora reside la peque?a con su abuelo de 68 a?os, se ha personado en el juicio. Tras admitir Ubaldo ante los jueces la autor¨ªa del crimen, la responsabilidad del jurado se centrar¨¢ en determinar si el acusado sufr¨ªa trastorno mental cuando mat¨® a su compa?era sentimental, Concepci¨®n. El fiscal ha advertido al jurado de que en la acci¨®n del acusado no concurri¨® ninguna perturbaci¨®n mental, y que lo que hizo, lo hizo a conciencia y discerniendo lo que hac¨ªa. No obstante, dos peritos indicaron ayer que tanto el acusado como la v¨ªctima hab¨ªan requerido, con anterioridad al crimen, asistencia psiqui¨¢trica por motivos similares. Tras verse 'separado forzosamente', seg¨²n palabras del reo, de su ex mujer, a Ubaldo se le diagnostic¨® 'ludopat¨ªa, tratorno de la personalidad e ideas suicidas'. A ella, que tambi¨¦n precis¨® hospitalizaci¨®n psiqui¨¢trica tras la repentina muerte de su madre en su tierra natal de Badajoz, los m¨¦dicos le descubrieron 'ideas delirantes, baja autoestima, ansiedad, intentos de suicidio y trastorno de la personalidad'. Tambi¨¦n ella hab¨ªa sido abandonada por su ex marido. Ubaldo Luis estaba de baja en su destino de guardia real cuando rompi¨® con el hacha la cabeza de su compa?era sentimental. Una mujer a la que conoci¨® al mes de separarse de su primera esposa. 'No sab¨ªa vivir en soledad', narr¨®. Ella resid¨ªa en una pensi¨®n, no sin penurias, y tras conocerse decidieron vivir juntos. Al mes de estar juntos, ella se traj¨® a Madrid a su hija. 'Me encontraba bien con ella. Era educada y ten¨ªa una buena formaci¨®n intelectual. Las veces que fui a casa de sus padres me trataron muy bien. Ella era buena persona, salvo cuando le daban las paranoias', confes¨® ayer Ubaldo Luis.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.