Un viaje hacia el g¨®tico a todo color
El arte medieval y los buenos vinos dibujan el mejor momento de Toro
Lo de Toro es un hartazgo monumental. Bajo su apariencia de localidad mesetaria y pueblerina, que huele a cecina y a hogaza, Toro encierra un pasado tan denso, y tantos monumentos, que hay que tomarse la visita con calma. El vino de Toro, de moda desde hace unos a?os, es otro de sus reclamos. Las viejas cepas de la variedad tinta de Toro procuran unos caldos poderosos y arom¨¢ticos muy estimados. Grandes marcas como Vega Sicilia, Mauro y Sierra Cantabria, entre otras, han abierto bodegas en la zona, doblando as¨ª en los ¨²ltimos dos a?os su n¨²mero, de 14 a 29. Por lo dem¨¢s, Toro fue cuna de reyes y de nobles, y en ella se establecieron diversas ¨®rdenes religiosas y militares. Aqu¨ª se despellejaron Juana la Beltraneja e Isabel la Cat¨®lica por la corona de Castilla, y tuvo lugar la c¨¦lebre batalla de Toro de 1476. En 1505 se reunieron las Cortes, convocadas por Fernando el Cat¨®lico, y se ley¨® el testamento de su esposa, en el que se proclamaba reina a Juana la Loca.
Hoy poco queda de aquel lustre, excepto las piedras. Esta poblaci¨®n no ha recibido el trato urban¨ªstico que merece, salvo en contadas intervenciones, entre las que se incluyen las iglesias mud¨¦jares de San Lorenzo el Real y San Salvador, hoy convertida, esta ¨²ltima, en Museo de Arte Sacro. Por ejemplo, el hermoso mirador del paseo del Espol¨®n que rodea la colegiata muestra unos parterres que languidecen por falta de cuidado, y muchas de las casas porticadas de la calle Mayor han sido revocadas de forma poco escrupulosa ocultando su estructura de origen medieval.
La estrella indiscutible es la colegiata, rom¨¢nica de transici¨®n. Encabezando el barrio medieval, se construy¨® en varias etapas. En la primera se levant¨® la cabecera triabsidal, lo que le presta un aspecto alejado del esp¨ªritu de la ¨¦poca: exuberante y casi casi carnal. En la segunda, se abovedaron las naves laterales con soluciones de crucer¨ªa, y en la tercera, en el siglo XIII, al poco de ser proclamado Fernando III rey de Le¨®n, se levant¨® el cimborrio a modo del de la catedral salmantina.
Es ¨¦sta una colegiata musical; no s¨®lo desde el punto de vista formal, sino tambi¨¦n iconogr¨¢fico. Por ejemplo, los capiteles de la puerta septentrional son un libro abierto para conocer los instrumentos y usos musicales de la ¨¦poca, con sus ancianos del Apocalipsis ta?¨¦ndolos. Lo mismo sucede con la portada de la Majestad, hoy protegida y visitable tras 11 a?os de restauraci¨®n. Bajo m¨¢s de 14 capas de pintura aparece un portal g¨®tico pol¨ªcromo, con un impresionante conjunto escult¨®rico lleno de expresividad, que representa la exaltaci¨®n de la Virgen y de la Iglesia. Trepan por las arquivoltas ¨¢ngeles, ap¨®stoles, m¨¢rtires, obispos, v¨ªrgenes y 18 m¨²sicos en plena faena. En la ¨²ltima: un Cristo rodeado de ¨¢ngeles tocando animosos los instrumentos de la redenci¨®n. Para completar la escena, un pu?ado de condenados sufriendo como tales, y unos cuantos elegidos gozosos recibidos por un Dios-Padre en el jard¨ªn del Para¨ªso. Y lo m¨¢s inusual: un espacio f¨ªsico dedicado al Purgatorio.
No muy lejos -tomando desde Zamora una carretera comarcal hacia Portugal- se alcanza la espl¨¦ndida iglesia altomedieval de San Pedro de la Nave. No estamos lejos de las Tierras del Pan, hermoso top¨®nimo que hace referencia a la abundancia del cultivo de cereal. Sin embargo, no es que el marco que envuelve San Pedro de la Nave sea el id¨®neo: unas cuantas casas de ladrillo, alguna granja, manzanos y un persistente olor a purines que le anestesia a uno la pituitaria. Sin duda su emplazamiento original era m¨¢s rom¨¢ntico: un valle a orillas del r¨ªo Esla, afluente del Duero, que qued¨® anegado bajo las aguas del salto de Ricobayo a principios del siglo XX.
La iglesia sigue viva gracias al empecinamiento del gran historiador del arte Manuel G¨®mez Moreno, 'genio vivificador del sue?o de las piedras, o de las piedras dormidas', seg¨²n el estudioso zamorano Herminio Ramos. Profundo conocedor del patrimonio local, G¨®mez Moreno la descubri¨® bajo ingentes capas de cal y de pastiches seculares adheridos a su osamenta. La tozudez del genio de las piedras oblig¨® a que la iglesia fuera declarada monumento nacional en 1911, y consigui¨® que la empresa constructora del salto de agua financiase su traslado sillar a sillar hasta su actual ubicaci¨®n, no muy lejana de la original. Se ha sostenido hasta la actualidad que se trataba de un templo de ¨¦poca visigoda, pero un reciente estudio publicado por Luis Caballero demuestra que podr¨ªa ser moz¨¢rabe debido a su clara influencia omeya.
Deslumbrante
Cuenta la leyenda que en la iglesia estuvieron enterrados san Juli¨¢n y santa Basilisa. ?l era un noble aficionado a la caza a quien un d¨ªa un corzo acorralado se le encar¨®, advirti¨¦ndole que acabar¨ªa matando a sus propios padres. El noble, para escapar de su destino, huy¨® y se instal¨® en Portugal. En una ocasi¨®n, estando ausente, llegaron sus padres a verle despu¨¦s de largo tiempo. Su mujer, Basilisa, les ofreci¨® el lecho conyugal para que descansaran, y como ¨¦l crey¨® haber pillado a su esposa y su amante en flagrante delito, les cosi¨® a pu?aladas. Lo que sigue es una historia com¨²n de redenci¨®n y milagros.
Muchos son los factores que destacan en este deslumbrante edificio, no solamente desde el punto de vista ornamental, sino tambi¨¦n t¨¦cnico. Al ¨¢bside y a la planta de crucero se a?adi¨® m¨¢s adelante otra de tipo basilical, lo que contribuye a la complejidad del conjunto. Los sillares, de piedra de arenisca, est¨¢n unidos sin ning¨²n tipo de argamasa ni de mortero, sino por medio de unas grapas de madera, cuya marca a¨²n se puede apreciar. El interior es de una riqueza inagotable. Frisos, cimacios, basas y capiteles muestran una elaborada ornamentaci¨®n. As¨ª, rosetas, c¨ªrculos sogueados, aspas y celos¨ªas se combinan con elementos iconogr¨¢ficos cristianos como los racimos de uva, y motivos de inspiraci¨®n persa y bizantina como son las tallas vegetales y aves ex¨®ticas. Puede que las piezas m¨¢s conocidas sean los capiteles: simplemente apabullantes. Uno representa a Daniel en el foso de los leones, y el otro reproduce el sacrificio de Isaac.
Por lo dem¨¢s, la elegancia depurada de los arcos de herradura y la equilibrada distribuci¨®n del espacio acrecientan el silencio sonoro de las piedras y de los siglos. Una iglesia, a¨²n consagrada, que es el orgullo de los habitantes de El Campillo y donde el visitante puede saciar su sed de belleza.
GU?A PR?CTICA
- Hotel Juan II (980 69 03 00). Paseo del Espol¨®n, 1. Toro. La doble, 57,06. - Parador de Zamora (980 51 44 97). Plaza de Viriato, 5. Zamora. 107,28.
- Restaurante Alegr¨ªa (980 69 00 85). Plaza Mayor, 10. Toro. Taberna muy reputada. Alrededor de 18 euros. - Hotel Juan II (980 69 03 00). Paseo del Espol¨®n, 1. Toro. Unos 20 euros. - Seraf¨ªn (980 53 14 22). Plaza del Maestro Haedo, 10. Zamora. Muy buena cocina local. Unos 25 euros.
- Oficina de Turismo de Toro (980 10 81 07) y de Zamora (980 53 36 94; www.zamoradipu.es). - Visita a San Pedro de la Nave (preguntar en El Campillo por Gerardo). Precio: 1,20 euros. Horario: de 10.00 a 14.00 y de 16.30 a 18.30. Cierra los lunes.
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