Las claves del desarrollo
La cumbre de Monterrey va a ser el acontecimiento m¨¢s importante en los ¨²ltimos a?os en el ¨¢mbito de la cooperaci¨®n al desarrollo.
El hecho de ser la primera cumbre internacional despu¨¦s del 11-S, y la presencia de m¨¢s de cincuenta jefes de Estado y de Gobierno, le da una mayor trascendencia y supone una gran responsabilidad de los Estados para ofrecer una imagen de cohesi¨®n ante los problemas que nos afectan.
La preparaci¨®n de la Conferencia ha sido compleja por la diversidad de actores y la amplitud de los temas. A Espa?a, por presidir la Uni¨®n Europea, le ha correspondido buscar la coordinaci¨®n de la Uni¨®n y establecer cauces de di¨¢logo con los dem¨¢s participantes. Hay ya un documento com¨²n, que ser¨¢ sometido a la aprobaci¨®n de los jefes de Estado y de Gobierno y que se ha llamado el Consenso de Monterrey. Como bien sabemos en un pa¨ªs en el que se ha hecho del consenso un modo de hacer pol¨ªtica, este acuerdo supone que todas las partes hayan cedido en sus posiciones y expectativas en aras del ¨¦xito de la cita de Monterrey.
El acuerdo establece que la cooperaci¨®n internacional se basa en unos principios compartidos por los donantes y por los receptores, entre los que destaca el buen gobierno, la existencia de instituciones democr¨¢ticas s¨®lidas y el Estado de derecho, con todas las implicaciones que ello supone.
Despu¨¦s de tantos a?os de transferencias de recursos a los pa¨ªses menos desarrollados, los pa¨ªses donantes se plantean la raz¨®n de que una gran parte de ellos contin¨²en en la misma situaci¨®n de pobreza y subdesarrollo. Muchos piensan que la raz¨®n del fracaso est¨¢ en haber puesto el ¨¦nfasis s¨®lo en las transferencias de recursos y haber descuidado cuestiones como la corrupci¨®n de muchos de esos gobiernos y el control del destino de los recursos transferidos. Muchos pa¨ªses en condiciones de miseria y sin apenas infraestructura est¨¢n abrumados por la deuda externa, porque el dinero que recibieron no sirvi¨® para beneficiar al pa¨ªs, sino a sus corruptos gobernantes.
La consolidaci¨®n de la democracia y el Estado de derecho lleva un largo proceso y no se puede exigir a pa¨ªses que salen de dictaduras o de enfrentamientos civiles que de la noche a la ma?ana dispongan de un sistema institucional sofisticado. Pero s¨ª tiene que haber unos m¨ªnimos, unos compromisos, y unos pasos claros en esa direcci¨®n. Los valores que sustentan la democracia no pueden ser sacrificados en aras de una visi¨®n limitada del desarrollo econ¨®mico. Lo que nunca puede justificarse por bajo que sea su nivel de renta es que los opositores sean encarcelados o eliminados f¨ªsicamente, que se discrimine por razones ¨¦tnicas o religiosas, o que la ayuda del pa¨ªs donante acabe en un para¨ªso fiscal. Por eso es tan importante cuando se habla de financiaci¨®n, hablar al mismo tiempo de democracia, de buen gobierno, de control de las ayudas.
De acuerdo con el Consenso de Monterrey, los Estados desarrollados se comprometen a promover los intercambios comerciales, motor principal de toda actividad econ¨®mica, y, con las condiciones de buen gobierno, a seguir aumentando la ayuda oficial al desarrollo. La UE ha trabajado activamente y ha logrado concertar posiciones con otros donantes importantes como Estados Unidos y Jap¨®n, as¨ª como con los Gobiernos de los pa¨ªses receptores, para alcanzar una formulaci¨®n de consenso en torno a los objetivos y al calendario de los compromisos adquiridos.
A partir de aqu¨ª, se pueden alcanzar mayores logros. Me estoy refiriendo, en concreto, a las aportaciones de los pa¨ªses de la UE. En el Consejo Europeo de Laeken, en diciembre de 2001, los Quince acogieron el compromiso de estudiar los medios y el calendario para lograr el objetivo de Naciones Unidas del 0,7% del PNB para la ayuda p¨²blica al desarrollo. Los pa¨ªses europeos han aprobado alcanzar en el 2006 el 0,33% en ayuda al desarrollo, situando as¨ª la media de la UE en el 0,39%. Esto supone un importante esfuerzo para algunos pa¨ªses, como Espa?a, e implica continuar con un crecimiento sostenido de la ayuda por encima de la media del presupuesto, como se ha venido haciendo en los ¨²ltimos a?os.
La Conferencia de Monterrey ofrece una gran oportunidad para reafirmar un postulado b¨¢sico de la cooperaci¨®n: que la democracia y el buen gobierno, el fortalecimiento institucional, el Estado de derecho, el respeto a los derechos humanos, constituyen elementos esenciales de cualquier sociedad, sin los cuales es imposible el desarrollo.
En Espa?a lo sabemos bien, y s¨®lo cuando hemos contado con una democracia s¨®lida, con un Estado de derecho que inspira confianza a la inversi¨®n y al comercio hemos logrado un desarrollo que nos ha permitido pasar en apenas 20 a?os de ser un pa¨ªs receptor de ayuda a estar en la cabeza de los pa¨ªses donantes del mundo. En nuestro caso, podemos ayudar tambi¨¦n con nuestra experiencia.
Miguel ?ngel Cort¨¦s Mart¨ªn es secretario de Estado para la Cooperaci¨®n Internacional y para Iberoam¨¦rica.
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