?tomos por la sostenibilidad
Hace escasas semanas, diversas circunstancias hicieron que, por dos veces, pasase un tiempo contemplando desde la carretera la central nuclear de Lemoiz. Observ¨¢ndola, cavilaba sobre lo extraordinariamente positivo que ser¨ªa crear all¨ª un gran centro de educaci¨®n ambiental. La idea de transformar la central nuclear en un complejo destinado a informar, sensibilizar, educar en el desarrollo sostenible, me parec¨ªa un hermosa reconversi¨®n de contenidos que, sin duda, dar¨ªa un aldabonazo a nivel internacional.
Cu¨¢l fue mi sorpresa al ver que, pocos d¨ªas despu¨¦s, el diputado foral de Empleo y Formaci¨®n de Vizcaya, Sabin Arana, presentaba en las Juntas Generales su proyecto de transformar la central de Lemoiz en una ciudad de la ciencia, la tecnolog¨ªa, la energ¨ªa y el medio ambiente: la Atl¨¢ntida. Y como la primera intenci¨®n del diputado ha sido la de generar debate social, vaya desde aqu¨ª mi particular aportaci¨®n.
'Parad¨®jicamente, podr¨ªa acabar siendo el lugar donde el visitante aprenda lo buena que es la energ¨ªa at¨®mica'
'La propuesta del diputado foral escamotea la memoria hist¨®rica de lo que fue el proyecto de Lemoiz'
En la marcha hacia la insostenibilidad ambiental planetaria hay un hito que destaca con especial relevancia: la explosi¨®n en 1942 de la primera bomba at¨®mica en el laboratorio de los ?lamos, Estados Unidos, bajo el programa cient¨ªfico-t¨¦cnico conocido como Manhattan. Fruto de ese programa, en agosto de 1945, las bombas bautizadas Little Boy y Fat Man ca¨ªan sobre Hiroshima y Nagasaki con su cargas de uranio y plutonio, respectivamente. En cuesti¨®n de minutos, 100.000 personas mor¨ªan en la primera ciudad y 75.000 en la segunda.
La opini¨®n p¨²blica internacional fue informada de que ambos ataques a la poblaci¨®n civil japonesa eran necesarios para poner fin a la capacidad combativa de Jap¨®n y, de paso, contribuir a la pronta finalizaci¨®n de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la desclasificaci¨®n de archivos militares secretos en a?os recientes ha puesto de manifiesto que la raz¨®n fundamental del ataque era enviar un aviso contundente a la URSS de Stalin. Los estrategas del Pent¨¢gono preve¨ªan que el circunstancial aliado en una guerra que ya estaba pr¨¢cticamente finalizada y ganada era el rival del nuevo per¨ªodo que comenzar¨ªa al final de la contienda. Como toda profec¨ªa autocumplida, la URSS se convirti¨® poco despu¨¦s de la derrota del Eje en el imperio del mal. La escalofriante carrera nuclear de medio siglo que vino a continuaci¨®n hizo que hoy d¨ªa los arsenales nucleares de las potencias at¨®micas cuenten con m¨¢s de 50.000 misiles, cuyo inmenso poder de destrucci¨®n de la vida est¨¢ m¨¢s all¨¢ del alcance de nuestra imaginaci¨®n.
Los ¨¢tomos para la guerra necesitaban, sin embargo, rentabilidad econ¨®mica, desarrollo tecnol¨®gico y la cobertura ideol¨®gica de la sociedad civil. As¨ª, el presidente norteamericano Eisenhower lanz¨® en 1953, en el marco de las Naciones Unidas la famosa campa?a, '¨¢tomos por la paz', que propon¨ªa al mundo una era de energ¨ªa sin l¨ªmites, la nuclear, tan barata que no era posible medir su coste. 'Too cheap, to meter', se dijo.
Tras la crisis del petr¨®leo de 1973, que multiplic¨® el precio del crudo por cuatro en cuesti¨®n de semanas, la Organizaci¨®n Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica dise?aba un planeta inundado de centrales nucleares. Las estimaciones del organismo oficial preve¨ªan para el a?o 2000 una potencia nuclear instalada de 4,5 millones de megavatios. Sin embargo, las 438 centrales activas a lo largo del mundo existentes ese mismo a?o estaban produciendo menos de la treceava parte prevista por la OIEA. S¨®lo en EE UU quedaron en el camino m¨¢s de 120 proyectos.
En Espa?a, la moratoria de 1983 dictada por el Gobierno socialista cancelaba definitivamente proyectos nucleares en marcha como Lemoiz, Valdecaballeros y Trillo II. La industria nuclear hab¨ªa fracasado, entre otras razones, porque despert¨® una enorme desconfianza en amplios sectores sociales de todo el mundo.
En el Pa¨ªs Vasco, los planes energ¨¦ticos de los a?os 70 inclu¨ªan la creaci¨®n de tres centrales at¨®micas: Deba, Ea-Ispaster y Lemoiz. Los proyectos nucleares generaron una importante movilizaci¨®n social, en gran medida protagonizada por la Comisi¨®n de Defensa de una Costa Vasca no Nuclear. A lo largo de casi una d¨¦cada, tuvieron lugar numerosas manifestaciones y actos de protesta protagonizados por amplios sectores sociales.
El terrorismo etarra tambi¨¦n irrumpi¨® en la movilizaci¨®n social antinuclear vasca, provocando varias muertes. Dos bombas colocadas en la central en 1978 y 1979 mataron a los trabajadores Alberto Negro, Andr¨¦s Guerra y Angel Ba?os. Previamente, en 1977 el miembro de ETA David Alvarez muri¨® tiroteado por el servicio de vigilancia cuando un comando trataba de ocupar y volar la central de Lemoiz. En 1979, la ecologista Gladys del Estal muri¨® ametrallada por la Guardia Civil en una manifestaci¨®n antinuclear en Tudela. Posteriormente, en 1981, tras tenerle unos d¨ªas secuestrado, ETA asesinaba a Jose Mar¨ªa Ryan, ingeniero jefe del proyecto de Lemoiz. En 1982 asesinaba tambi¨¦n a su sustituto, ?ngel Pascual. Todos estas luces y sombras son un componente importante de la historia de Lemoiz.
La propuesta del diputado foral escamotea la memoria hist¨®rica y el proyecto se presenta completamente descontextualizado. Atl¨¢ntida est¨¢ concebida fuera del espacio y del tiempo, es un proyecto sin historia. No otorga significaci¨®n relevante al hecho de que lo que tenemos delante quiso ser una central nuclear y que, precisamente por eso, hay ahora en Lemoiz unas instalaciones industriales fantasmales que hay que reconvertir.
Lo que empeora a¨²n m¨¢s las cosas es que, en el mencionado proyecto, la energ¨ªa nuclear aparece como una m¨¢s de las que se hablar¨¢ en la supuesta ciudad de la energ¨ªa. As¨ª, leemos en la p¨¢gina 15 de la memoria: 'La ciudad de Atl¨¢ntida est¨¢ basada en los diversos conceptos de la energ¨ªa que la humanidad ha sido capaz de manejar. Energ¨ªa nuclear, energ¨ªa solar, e¨®lica, hidroel¨¦ctrica, mareomotriz...', ofreci¨¦ndose a continuaci¨®n as¨¦pticos paseos educativos por la sala de turbogeneradores, por la piscina de manejo de combustibles etc. De esa manera, sutilmente, subrepticiamente, parad¨®jicamente, Lemoiz podr¨ªa acabar siendo un lugar en el que los visitantes aprendan lo buena que es la energ¨ªa nuclear.
Los autores del proyecto Atl¨¢ntida parecen haber olvidado que todos los lugares tienen su historia, pero algunos lugares est¨¢n marcados por su historia. No han tenido en cuenta que los espacios altamente cargados de contenido simb¨®lico despiertan fuertes sentimientos en las personas que viven esas connotaciones.
As¨ª, no se trata de criticar la idea de una ciudad de las ciencias en el Pa¨ªs Vasco parecida a la que se ha construido en Valencia. Pero entiendo que ser¨ªa escamotear la historia social y ambiental de la sociedad vasca y la de la movilizaci¨®n antinuclear internacional, tratar de hacer algo parecido en la central de Lemoiz.
Por ello, mi propuesta es que Lemoiz se convierta en un grande y hermoso centro destinado a educarnos, a nosotros y a nuestras hijas e hijos, en el desarrollo sostenible. Que sea, tambi¨¦n, un homenaje al anhelo de nuestro pueblo, y de otros muchos pueblos y comunidades, por vivir en un entorno sin la pesadilla nuclear sobre nuestras cabezas. Que ofrezca, tambi¨¦n, un homenaje a las personas que han pagado con su vida y su salud (Chern¨®bil) el duro peaje que han exigido los '¨¢tomos por la paz' que pidi¨® el presidente norteamericano. Que levante, tambi¨¦n, un lugar en el que podamos recordar a las siete personas muertas en el Pa¨ªs Vasco en aquellas dram¨¢ticas circunstancias.
Por todo ello, mi propuesta es: Lemoiz, ¨¢tomos por la sostenibilidad.
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