Un ensayo critica el lenguaje prof¨¦tico, m¨ªstico y redentor que invade Internet

Una nueva religi¨®n recorre el mundo como un espectro. Conf¨ªa en el 'progreso' a ojos ciegos, cree en el poder liberador de la ciencia y la t¨¦cnica. Est¨¢ creando comunidades ut¨®picas de creyentes puritanos que fundan ciudades virtuales en Internet. Es el fantasma del digitalismo, una religi¨®n embrionaria que aparece denunciada como la en¨¦sima superstici¨®n en La nueva ciudad de Dios (Siruela), un libro de Andoni Alonso e I?aki Arzoz que reclama la creaci¨®n de un foro en el que discutir y actuar frente a las consecuencias mitificadoras de las nuevas tecnolog¨ªas.

'El libro tiene un tono panfletario a prop¨®sito. Quer¨ªamos tensar los argumentos, incluso exagerar un poco para sacudir las conciencias', explica Andoni Alonso, fil¨®sofo que lleva m¨¢s de una d¨¦cada investigando las posibilidades de las nuevas tecnolog¨ªas inform¨¢ticas junto al artista I?aki Arzoz.

Los autores no se oponen a la inform¨¢tica ni a Internet. Opinan que son herramientas que deben ser aprovechadas, pero les preocupa que todo se est¨¦ revistiendo de un tono m¨ªstico, prof¨¦tico y redentor: 'Esta nueva religi¨®n que llamamos digitalismo tiene ya textos sagrados que anuncian la buena nueva. Como La f¨ªsica de la inmortalidad, de Frank J. Tippler, que especula con un futuro pr¨®ximo en el que se podr¨¢n crear dobles digitales de cada persona'. Estos 'cuerpos astrales capaces de viajar a otros mundos' supondr¨ªan la realizaci¨®n del viejo sue?o plat¨®nico y judeo-cristiano de separar la carne y el esp¨ªritu. Un cuerpo corrupto en el mundo real y un alma pura en Internet, en 'La nueva ciudad de Dios', parafraseando a San Agust¨ªn.

'Frente a esto', explica Alonso, 'proponemos la creaci¨®n de una Ciberatenas, un foro laico, abierto, horizontal y transvern¨¢culo. Un lugar donde analizar cr¨ªticamente la realidad y las novedades tecnol¨®gicas. El objetivo ser¨ªa crear grupos de opini¨®n que terminen organiz¨¢ndose como grupos de presi¨®n'. El libro, junto al cual se incluye un CD-Rom, se completar¨ªa as¨ª con una p¨¢gina web (www.siruela.com/ncd) a trav¨¦s de la cual coordinar esfuerzos.

Alonso y Arzoz conf¨ªan en que dentro de un par de a?os apenas se les recuerde como fundadores de un proyecto colectivo mucho mayor. Mientras, advierten contra los peligros de que la sociedad incorpore acr¨ªticamente los avances de la ciencia: la llamada literatura ciberpunk o pel¨ªculas como Matrix sue?an ya con implantes cerebrales conectados a la red que permitan sumergirnos en el mundo virtual hasta perder por completo la noci¨®n de 'realidad real'. Un futuro cada vez m¨¢s cercano seg¨²n las informaciones de los medios de comunicaci¨®n.

La difusi¨®n del modelo cultural estadounidense a trav¨¦s de Internet es otro motivo de preocupaci¨®n. Tal como advert¨ªa Vicente Verd¨² en su ensayo El planeta americano, a quien se cita en La nueva ciudad de Dios, 'el ciberespacio con su talante individualista, competitivo, grupal, pragm¨¢tico, liberal, mercantil, es la ciberam¨¦rica.'

No se trata, puntualiza I?aki Arzoz, de acudir a un viejo y esteril antiimperialismo yanqui, pero s¨ª de entender que es necesario organizar la resistencia frente al 'ciberimperio', reflejo del imperio terrenal 'constituido por las grandes corporaciones que para conseguir sus fines se apoyan en el Gobierno de EE UU y algunas instituciones transnacionales como la Uni¨®n Europea, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organizaci¨®n Mundial del Comercio.'

De hecho, esta religi¨®n reci¨¦n nacida cuenta ya con herej¨ªas significadas: Linux es un sistema operativo alternativo a Windows desarrollado por una comunidad de programadores de medio mundo que trabajan de forma cooperativa y gratuita. El producto de su trabajo no pertenece a nadie. Todo es de todos (como en muchas heterodoxias cristianas). Pese a que los usuarios de Linux aborrecen a Bill Gates, muchos comparten con ¨¦l una confianza ilimitada en las posibilidades de la ciencia inform¨¢tica.

'Linux nos parece una iniciativa muy interesante, pero creemos que es necesario despojar a la inform¨¢tica de cualquier tentaci¨®n religiosa', afirma Arzoz. Los agn¨®sticos comienzan a agruparse en los arrabales de la nueva ciudad de Dios.