El crimen de Montse, ?caso cerrado?
C¨®mo se llev¨® a cabo la investigaci¨®n y cu¨¢les fueron las pruebas reveladoras que arrojan luz sobre c¨®mo se produjo el brutal asesinato de la ni?a de Almer¨ªa.
Una ni?a de siete a?os brutalmente asesinada: Montserrat Fajardo. Un hombre ahorcado que result¨® ser su t¨ªo: Antonio Santiago. La esposa de ¨¦ste y tambi¨¦n t¨ªa de la ni?a, detenida y en prisi¨®n desde el 19 de Marzo: Juana Santiago. Otra t¨ªa abuela de la peque?a, detenida y en prisi¨®n desde el 23 de marzo: Engracia Santiago. Y, por ¨²ltimo, la hija de 11 a?os del matrimonio Santiago y prima de la ni?a asesinada: testigo del asesinato y con protecci¨®n policial. ?stos son los protagonistas de un crimen que se desarrolla en el seno de una familia gitana. Ocurr¨ªa hace ya 14 d¨ªas en la barriada almeriense de Piedras Redondas, un pu?ado de casas encaladas construidas sobre un cerro con privilegiadas vistas al cementerio, en las afueras de la ciudad. 'El m¨®vil no es siempre lo m¨¢s importante a la hora de resolver el caso', comenta un polic¨ªa de la investigaci¨®n. 'Las m¨²ltiples pruebas encontradas y la forma en que se suceden los acontecimientos son los que pueden llevar a su resoluci¨®n', apuntaba.
'El m¨®vil no es siempre lo m¨¢s importante a la hora de resolver el caso', seg¨²n un polic¨ªa
Para la polic¨ªa el caso est¨¢ cerrado, pero sigue pendiente una pregunta: 'Por qu¨¦ la mataron'
Fue la tarde del 17 de marzo. Montserrat Fajardo hab¨ªa acudido acompa?ada de su madre y junto con otra veintena de familiares al cuarto cumplea?os de su primo Juan Carlos. Lo celebraban en la casa del ni?o, que da a la plaza de Santa Fe: una explanada de tierra que es la puerta de entrada y salida del barrio, con un kiosko de golosinas y unos cuantos bancos deteriorados.
La madre dej¨® a la ni?a all¨ª- -'En casa de su primillo, como tantas otras veces', dec¨ªa la abuela paterna el viernes- y se volvi¨® a su casa, apenas 100 metros m¨¢s arriba. Hacia las siete de la tarde baj¨® a recogerla, pero ya no estaba. Montse hab¨ªa desaparecido. A las ocho sonaba un tel¨¦fono en la comisar¨ªa provincial de Almer¨ªa y un familiar de la peque?a avisaba de que la ni?a no aparec¨ªa desde hac¨ªa ya una hora.
Minutos m¨¢s tarde, varios dispositivos de la polic¨ªa y numerosos vecinos buscaban a la ni?a. Durante horas peinaron la zona -medio kil¨®metro escaso de di¨¢metro- casa por casa, interrogando a vecinos y familiares: ?D¨®nde y qui¨¦n vio a la ni?a por ¨²ltima vez?
Frente a lo que se hab¨ªa dicho hasta ahora de que la ni?a fue vista por ¨²ltima vez cerca de la Plaza de Santa Fe, fuentes de la investigaci¨®n aseguran que alg¨²n vecino la vio en la parte alta del barrio, muy cerca de la casa de su t¨ªa Juana Santiago y algo m¨¢s lejos de la de sus abuelos maternos. Se estaba comiendo una bolsa de gusanitos. 'Eso muestra que estaba all¨ª tranquilamente y que probablemente subi¨® acompa?ada por alguno de los familiares que viven por esa zona', razona el polic¨ªa.
Transcurrieron seis horas de b¨²squeda y todo esfuerzo fue en vano. Pero, de pronto, hacia las dos de la madrugada, como de la nada: una enorme caja de cart¨®n aparece en la esquina de la calle Sierra de Fond¨®n, a escasos cuatro metros del n¨²mero 130, el pen¨²ltimo de la calle, donde viv¨ªa hasta entonces el matrimonio Santiago, los t¨ªos de la ni?a. En un momento los peores augurios se concentraron en esa caja, y se confirmaron segundos m¨¢s tarde: el cad¨¢ver de la peque?a, semidesnuda y con visibles signos de violencia, estaba dentro. 'Ten¨ªa m¨²ltiples heridas de arma blanca y partes del cuerpo desfiguradas como consecuencia de alguna sustancia disolvente', recuerda el polic¨ªa.
La explicaci¨®n policial de los hechos es la que sigue: la repentina aparici¨®n del cad¨¢ver, dentro de una caja de cart¨®n y en un lugar por el que minutos antes hab¨ªan pasado m¨²ltiples personas buscando a la ni?a, indicaba que alguien acababa de dejarla all¨ª. Pero lo m¨¢s importante: el estado perfecto de la caja, sin ninguna deformaci¨®n, a pesar del peso de la peque?a, prueba que la transport¨® hasta all¨ª m¨¢s de una persona y que para no ser vistos por nadie, probablemente una tercera estar¨ªa vigilando la zona.
Pero la caja da a¨²n muchas m¨¢s pistas. 'El lugar en el que aparece es crucial para percatarse de la precipitaci¨®n y la improvisaci¨®n que caracterizan todo el crimen', explica minuciosamente el polic¨ªa. Se refiere a que la calle Sierra de Fond¨®n acaba en el n¨²mero 132. En esa esquina termina el barrio de Piedras Redondas. Lo que hay a continuaci¨®n es un descampado en el que hay varios bidones de basura, y despu¨¦s ya comienzan las viviendas del barrio contiguo, conocido como el de Los Almendricos, en el que viven los abuelos maternos de la ni?a. 'Si alguien quiere deshacerse de un cad¨¢ver y lleva coche, no parar¨ªa su veh¨ªculo para dejarlo en un sitio tan visible, cerca de las viviendas de tantos vecinos alterados, donde es m¨¢s probable que pueda ser visto. Estando ya en los confines del barrio y cerca de unos bidones de basura, habr¨ªa intentado dirigirse hacia ellos o irse a¨²n m¨¢s lejos. Es decir, que lo l¨®gico es pensar que quien dej¨® all¨ª el cad¨¢ver lo hizo porque se vio sorprendido cuando llevaba el muerto a cuestas', argumenta el agente.
Y a¨²n hay m¨¢s. La caja tiene un nombre, que conduce a los agentes hasta un supermercado situado calle abajo. All¨ª ven que las cajas corresponden a unas mesas que venden y, tras solicitarle los albaranes de la caja registradora a la due?a del comercio, se percatan de que el matrimonio Santiago compr¨® una de las mesas que ven¨ªan en ellas. Apenas han pasado 15 horas desde que se encontr¨® el cad¨¢ver de Montse y las principales sospechas se concentran ya en el 130 de la calle Sierra de Fond¨®n.
Se pone en marcha la solicitud de una orden de registro de la casa de los t¨ªos de la ni?a. Mientras, se interroga a todo el vecindario, incluidos a los sospechosos, que permanentemente eluden a la polic¨ªa con la excusa de que son de la familia de la ni?a asesinada y tienen que acompa?ar al resto de sus parientes. No obstante, se establece una vigilancia frente a la casa para evitar que puedan deshacerse de posibles pruebas que se encuentren en el interior de la vivienda. Las declaraciones de los vecinos son las que constatan que otra t¨ªa abuela de la ni?a, Engracia Santiago, estuvo all¨ª la noche del crimen, pese a que viv¨ªa en la parte baja del barrio. Varias personas la vieron.
Las escenas de dolor se han sucedido desde la madrugada. Nadie se lo explica. Y, apenas pasadas 24 horas desde la aparici¨®n del cad¨¢ver, cuando la polic¨ªa est¨¢ a punto de conseguir la orden de registro de la casa del matrimonio Santiago, un grupo de colegiales de excursi¨®n encuentran ahorcado a Antonio Santiago, el t¨ªo de la ni?a. Colgado de un alambre doble en un ¨¢rbol de lo que se conoce como el Pinar de Lucas, una docena de pinos en medio de un vertedero a un kil¨®metro escaso del barrio de Piedras Redondas. 'La autopsia no deja lugar a dudas: fue un suicidio', asevera el polic¨ªa.
Los rumores han corrido en relaci¨®n a esta segunda muerte, que para muchos era otro asesinato enmascarado. Antonio Santiago era un militar del ejercito prejubilado. 'Era un pobre hombre. Incapaz de hacer ni eso, ni na', comentaban los vecinos y los familiares de la ni?a asesinada. 'Le qued¨® una buena paga, cerca de 260.000 pesetas. Pero la bruja de la Juana [su mujer] le daba cien duros cada d¨ªa pa tabaco y pa caf¨¦. To lo dem¨¢s se lo quedaba ella que no hac¨ªa na, m¨¢s que comer y beber', contaban. Pero, tan cierto es que esta impresi¨®n de hombre pusil¨¢nime, dominado, apocado... es la que dej¨® Antonio Santiago para todo el barrio hasta su muerte, como cierto es que nadie pens¨® nunca que tuviera agallas para suicidarse como lo hizo: visti¨¦ndose con sus mejores galas, trepando hasta la rama, atando a ella un alambre doble, anud¨¢ndolo a su cuello y dej¨¢ndose caer lentamente.
Unos montones de sal, encontrados a unos 15 metros del cad¨¢ver incrementaron los rumores sobre esta muerte. 'La sal al lado de un muerto significa, dentro de la cultura gitana, que se ha hecho justicia', explicaban los m¨¢s entendidos. Pero la l¨®gica policial tira por tierra la hip¨®tesis del ajusticiamiento: 'La sal estaba all¨ª para el ganado que pasa diariamente. No tiene la m¨¢s m¨ªnima importancia', asegura el agente.
Tras el levantamiento del cad¨¢ver de Antonio Santiago, la polic¨ªa invita a su mujer, Juana Santiago, a salir de la casa donde se velaba el cuerpo de la ni?a. La conduce hasta la comisar¨ªa donde es interrogada e informada de la muerte de su marido y, finalmente, con la orden de registro en la mano, le piden que les acompa?e a su casa, el 130 de la calle Sierra de Fond¨®n. 'Hab¨ªa restos de sangre y huellas por todas partes', recuerda el polic¨ªa. 'Restos de sustancias, sosa o ¨¢cidos, que debieron utilizar en su intento de hacer desaparecer el cad¨¢ver. No pierda de vista que pasaron muchas horas [seis]. La ni?a muri¨® desangrada y dentro de la casa, por eso apenas hab¨ªa restos de sangre en la caja de cart¨®n donde fue encontrada', explica el agente.
Juana Santiago era detenida ese mismo d¨ªa, e ingresada en prisi¨®n al d¨ªa siguiente, como encubridora de la muerte, seg¨²n fuentes policiales. Engracia Santiago, su madrastra, quien la cri¨® desde peque?a, era detenida al d¨ªa siguiente y, tras prestar declaraci¨®n, tambi¨¦n ingres¨® en prisi¨®n. Las m¨²ltiples pruebas encontradas incriminan a las dos detenidas y no hay duda de que ambas participaron en el crimen, como reconocieron ellas mismas seg¨²n revelaron fuentes policiales. Por eso, para la polic¨ªa el caso est¨¢ cerrado y s¨®lo queda esperar la confirmaci¨®n y la validez de las pruebas obtenidas que ser¨¢n utilizadas en el juicio. Pero hay una pregunta que sigue estando pendiente: ?Por qu¨¦ mataron a la ni?a?
Todav¨ªa hay un elemento clave en la investigaci¨®n del que apenas se ha hablado: el cuerpo de la ni?a. Fuentes pr¨®ximas a la investigaci¨®n han revelado que la autopsia, sobre la que se ha mantenido un total hermetismo hasta ahora, aparte de mostrar que muri¨® desangrada, dice m¨¢s cosas. Dice que la ni?a ten¨ªa vida cuando sufri¨® las pu?aladas, dice que hubo ensa?amiento y dice tambi¨¦n que algunas de las heridas de arma blanca son poco profundas para haber sido asestadas por un adulto.
El desarrollo de la investigaci¨®n policial, las pruebas y el encadenamiento de los hechos nos conducen a terribles preguntas, que incluso fuentes cercanas a la investigaci¨®n han formulado pero que hasta hoy nadie se ha atrevido a responder: ?No terminar¨ªan adultos aterrorizados lo que empez¨® siendo una acci¨®n tan cruel como infantil? ?Pretend¨ªa Antonio Santiago autoinculparse para salvar a alguien con su suicidio? ?A qui¨¦n encubre Juana Santiago?
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