Ox¨ªgeno para ETA
Una de las cosas que hacen sonre¨ªr con amargura, mientras contemplamos las im¨¢genes del ¨²ltimo Aberri Eguna o leemos las declaraciones que se hicieron en sus diversos escenarios, es recordar las condenas rituales contra el frentismo que ya estamos acostumbrados a o¨ªr. ?Frentismo en el Pa¨ªs Vasco? ?Se imaginan ustedes la que se armar¨ªa si en la misma fecha del Aberri Eguna celebraran un acto multitudinario y pac¨ªfico los partidos constitucionalistas en cualquier rinc¨®n de la Comunidad Aut¨®noma Vasca, enarbolando a la vez ikurri?as junto a banderas espa?olas, proclamando la necesidad de mantener la unidad del Estado como garant¨ªa frente al terrorismo disgregador y denunciando la actual marginaci¨®n de sus s¨ªmbolos pol¨ªticos o culturales, as¨ª como la frecuente deslealtad a las instituciones vigentes de las autoridades nacionalistas? Ser¨ªa considerado una provocaci¨®n intolerable, una incitaci¨®n a la peor discordia civil, una demostraci¨®n de que el franquismo sigue vigente o regresa a pasos agigantados. Y eso sin contar que no habr¨ªa escoltas policiales suficientes para resguardar a quienes as¨ª manifestaran p¨²blicamente sus ideas democr¨¢ticas. Estoy seguro de que los propios interesados se estremecen ante la posibilidad de llevar tan lejos su audacia. Bastante hacen con mantener en el Parlamento y en las instituciones que se lo permiten actitudes discretamente disidentes del r¨¦gimen nacionalista, sinti¨¦ndose un poco culpables por so?ar a veces con ganarle en las urnas la m¨¢s alta magistratura auton¨®mica. ?Frentismo en el Pa¨ªs Vasco? No me hagan ustedes re¨ªr...
El lehendakari Ibarretxe ha comentado que, tras el congreso de los socialistas y la aprobaci¨®n de los presupuestos, se ven signos de 'normalidad' en la pol¨ªtica vasca. Y tiene raz¨®n, porque ya est¨¢ asumido que en el Pa¨ªs Vasco lo normal es la aceptaci¨®n por tirios y troyanos -sea con entusiasmo o con resignado oportunismo- de la hegemon¨ªa nacionalista en todos los campos pol¨ªticos, educativos o sociales. Las actitudes contrarias al nacionalismo o ajenas a ¨¦l se toleran (cuando se toleran, claro, porque ya sabemos que hay quien las persigue a sangre y fuego) siempre que paguen el precio de una relativa invisibilidad, que no incurran en estridencias de mal gusto y a la espera de que, aunque sea a rega?adientes, colaboren en el mantenimiento del orden nacionalista felizmente reinante. Fuera de esto, todo es llanto, crujir de dientes y Mayor Oreja. S¨®lo dos veces en los ¨²ltimos a?os, tras el asesinato de Miguel ?ngel Blanco y antes de las pasadas elecciones de mayo, sali¨® el Pa¨ªs Vasco relativamente de esa 'normalidad' a la que ahora por lo visto regresa y vieron los nacionalistas su hegemon¨ªa pac¨ªficamente cuestionada. Los aspectos chocantes de tal normalidad no suelen ser discernidos por algunos de nuestros visitantes ilustres: Pasqual Maragall, por ejemplo, asisti¨® en Orio a una manifestaci¨®n tras la siniestra ejecuci¨®n de Juan Priede y dio cauce en este peri¨®dico a las reflexiones que le suscit¨® (Orio, en EL PA?S del 29 de marzo de 2002), pero entre ellas no figuraba asombro ante la pancarta s¨®lo en euskera que encabezaba la marcha (el asesinado no era euskald¨²n... y aunque lo fuese) ni por la exclusi¨®n de cualquier representante del Partido Popular vasco entre las autoridades que la llevaban. Se pregunta en su art¨ªculo Maragall: '?Qu¨¦ har¨ªa el terrorista si aquellos a quienes pretende redimir se declaran de acuerdo con aquellos a quien pretende derrotar?'. Nunca lo sabremos, porque a los terroristas se les hacen llegar mil gui?os de que los nacionalistas est¨¢n con ellos de acuerdo en todo menos en la violencia y a las v¨ªctimas se les hace notar perentoriamente que no se les tiene ninguna simpat¨ªa, salvo cuando est¨¢n hospitalizadas o muertas. Vamos, lo normal.
?En qu¨¦ medida contribuye a retomar la 'normalidad' el congreso de los socialistas y la derrota de la l¨ªnea representada por Nicol¨¢s Redondo? Creo que se equivocan los medios de comunicaci¨®n que presentan a la actual direcci¨®n del socialismo vasco como submarinos del nacionalismo radical o vendidos a su causa. Por poner un ejemplo, estoy convencido de que Od¨®n Elorza es tan 'proetarra' como yo; ni siquiera creo que goce de especial inmunidad ante nuestros euskokillers: despu¨¦s de todo, su mentor Ernest Lluch no dec¨ªa cosas m¨¢s atinadas que ¨¦l ni menos filonacionalistas y le mataron igual. No, lo malo es que sin ser nacionalistas parecen haber interiorizado la normalidad hegem¨®nica del nacionalismo. Se dir¨ªa que han llegado a la conclusi¨®n de que para seguir siendo socialistas en el Pa¨ªs Vasco hay que resignarse a la ropa de camuflaje nacionalista, hay que mimetizarse con el paisaje. Basta para ello, por el momento, desmarcarse en¨¦rgicamente del PP e intentar recuperar su antiguo estatuto de 'gente maja', a?orada consideraci¨®n que es imposible alcanzar si se mantiene un antinacionalismo inc¨®modamente militante. Durante largo tiempo, por ejemplo, los concejales socialistas fueron con m¨¢s o menos dificultades 'gente maja', que se mov¨ªan con relativa normalidad por sus localidades, trataban a todo el mundo y no necesitaban llevar escolta ni vivir fuera, como los concejales populares... que era a quienes se mataba. Pero despu¨¦s vino el asesinato de Froil¨¢n Elespe y cundi¨® el des¨¢nimo y las dimisiones, porque nadie puede seguir siendo 'majo' con dos escoltas pis¨¢ndole los talones. Ahora, el modelo a seguir de majeza socialista es, por ejemplo, Denis Itxaso, asiduo invitado del programa de ETB-1 Firin faran, donde critica a Carlos Totorica o Rosa D¨ªez por su falta de proyecto 'ilusionante' y confraterniza amable con Martxelo Otamendi, nuestro hombre en Idaho. Con un poco de esfuerzo y la comprensi¨®n nacionalista, siempre inclinada a recibir en su seno a los hijos pr¨®digos mientras le sean rentables, pueden volver a intentar reintegrarse en la 'normalidad'... aunque probablemente ETA ya ha decidido que nada vuelva a ser igual. Los concejales, por el momento, no se f¨ªan y siguen dimitiendo; en cambio, los populares, resignados ya desde hace mucho a no ser 'majos', aguantan mejor el tir¨®n.
Se discute ahora sobre una hipot¨¦tica ilegalizaci¨®n de Batasuna, para unos una medida antiterrorista necesaria y para los nacionalistas una perversi¨®n de la democracia, am¨¦n de un bal¨®n de ox¨ªgeno para ETA. Es curioso, pero no recuerdo ninguna medida en¨¦rgica policial, legal o pol¨ªtica contra ETA (incluyendo el pacto antiterrorista) que haya contado de entrada con el apoyo de los nacionalistas: siempre han desconfiado, protestado, diciendo que s¨®lo iban a empeorarse las cosas o que pagar¨ªan justos por pecadores. En eso no ha cambiado el PNV, aunque s¨ª en otros aspectos: ?qu¨¦ se lo pregunten a Emilio Guevara, primer m¨¢rtir de la vocaci¨®n peneuvista de di¨¢logo tras las pasadas elecciones! Como entre tantas ignorancias tambi¨¦n padezco la jur¨ªdica, ignoro si es constitucionalmente factible ilegalizar a Batasuna. De lo que estoy seguro es de que tal medida no equivaldr¨ªa a prohibir ideas pol¨ªticas, sino la utilizaci¨®n de instituciones creadas para la democracia con fines de guerra
civil encubierta. Hace 20 a?os fue una buena idea intentar canalizar por medio de un partido legal (aunque fuese 'at¨ªpico') las ansias del radicalismo independentista, para alejarles de la violencia. Pero las buenas ideas no siempre funcionan hist¨®ricamente y ya vemos cu¨¢l ha sido el resultado de ¨¦sta. No parece inoportuno probar ahora otro camino.
En cualquier caso, no vendr¨¢ por ah¨ª el bal¨®n de ox¨ªgeno para ETA (ni tampoco desde luego la cancelaci¨®n m¨¢gica de sus cr¨ªmenes). Hay cosas m¨¢s relevantes, aunque apenas se hable de ellas porque los asuntos vascos confirman el tao¨ªsmo: los que menos saben parlotean y los que saben no abren la boca. Los medios de comunicaci¨®n se entretienen con lo que dijo aqu¨ª Arzalluz o all¨¢ Ibarretxe, pero despachan en pocas l¨ªneas -cuando lo mencionan- que el pasado fin de semana se reunieron en Elorrio m¨¢s de 20.000 j¨®venes radicales, en un mitin de dos d¨ªas que cont¨® con arengas sublevatorias, charlas hagiogr¨¢ficas sobre etarras y un fin de fiesta a cargo de Arnaldo Otegi. Esas chicas y chicos (con observadores llegados de otras partes de Espa?a y Am¨¦rica Latina) han nacido, han crecido y se han educado en las libertades de un pa¨ªs democr¨¢tico, no bajo la represi¨®n franquista. Seg¨²n el editorial de Gara (2 de abril de 2002), su encuentro representa 'un ensayo general de esa Euskal Herria en libertad por la que lucha una parte importante de esta sociedad'. Es decir, el proyecto totalitario que pretende imponerse por la violencia a tantos vascos amedrentados y tantos otros espa?oles que viven en la inopia. Veinte mil j¨®venes en torno al bander¨ªn de enganche terrorista, en el que se habr¨¢n enrolado m¨¢s de uno y m¨¢s de 10 este fin de semana. Aqu¨ª est¨¢ el verdadero bal¨®n de ox¨ªgeno para ETA, sin esperar a que se ilegalice nada. Y ahora, las preguntas: ?es todo esto culpa exclusiva del Gobierno Aznar? ?El nacionalismo que desde hace d¨¦cadas educa e informa en el Pa¨ªs Vasco no tiene nada que decir? ?Qu¨¦ piensa hacer -y no s¨®lo decir- la flamante nueva Ejecutiva socialista, tan majos ellos?
Fernando Savater es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la Universidad Complutense.
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