El Parlamento italiano autoriza privatizar los museos y el Gobierno prepara la venta de bienes culturales

La situaci¨®n econ¨®mica de Italia, lastrada por una fabulosa deuda p¨²blica que supera el 110% del PIB, pesa negativamente en los presupuestos del Ministerio de Cultura, cuya deuda asciende este a?o al 0'2% del PIB. Una suma escandalosa, seg¨²n su titular, Giuliano Urbani. Para llenar las arcas vac¨ªas de su ministerio, Urbani ha logrado la luz verde del Parlamento para privatizar completamente la gesti¨®n de los museos. El ministro, adem¨¢s, elabora en colaboraci¨®n con su hom¨®logo de Econom¨ªa una lista de bienes protegidos para poder venderlos.

Desde que lleg¨® hace diez meses al departamento de Cultura, Urbani ha puesto en marcha una verdadera revoluci¨®n. Ha cambiado las c¨²pulas de la Bienal de Venecia -un ente aut¨®nomo del que no hace comentarios 'porque no es de mi competencia'- y de Cineccit¨¢ Holding, el ente que se ocupa de la promoci¨®n y financiaci¨®n p¨²blica del cine italiano. Urbani asegura que Cineccit¨¢ cambiar¨¢ completamente su funcionamiento a partir de noviembre, para ajustarse m¨¢s a las necesidades del cine italiano. 'Hasta ahora, el rendimiento ha sido bajo y eso tiene que cambiar', explica.

El Gobierno se queja del mucho dinero gastado y el escaso beneficio global de los filmes subvencionados. Los mismos criterios de rentabilidad han decidido a Urbani a cambiar la c¨²pula del Centro Sperimentale de Cine de Roma, que pasa a ser dirigido por cinco expertos de distintas ¨¢reas (desde soci¨®logos a actores y publicitarios). 'No es cierto que hayamos repartido el poder entre los distintos partidos del Gobierno, a m¨ª no me importa a qui¨¦n votan los miembros de la nueva c¨²pula', asegura el ministro, que ha tenido que enfrentarse en los ¨²ltimos meses tambi¨¦n a las cr¨ªticas de uno de sus secretarios de Estado, Vittorio Sgarbi. 'Pero el criterio que ha funcionado hasta ahora, de que el centro estuviera dirigido por los cr¨ªticos de cine, ha dejado de ser v¨¢lido', dice.

Otra de las iniciativas pol¨¦micas de Urbani, la de poner en manos privadas la gesti¨®n completa de los museos del pa¨ªs, ha superado todos los escollos, incluido el del Parlamento, y se ha convertido ya en ley. 'En estos momentos estamos discutiendo con los sindicatos y con el anterior equipo los t¨¦rminos de la ley. M¨¢s adelante precisaremos las competencias exactas que quedar¨¢n en manos de los gestores privados, pero en torno al verano todo estar¨¢ listo para iniciar el proyecto', explica el ministro.

Urbani asegura que no habr¨¢ problemas 'porque el gestor tendr¨¢ que someterse a la autoridad de los superintendentes', es decir, los responsables de Cultura en las diferentes ¨¢reas y provincias. 'Un gestor no podr¨¢ decidir, por ejemplo, el cambio de emplazamiento de un cuadro, o el n¨²mero de obras que se pueden prestar al extranjero en una exposici¨®n'.

La lista

No menos ambicioso es el proyecto que se conf¨ªa al ente Patrimonio Italia, un 'contenedor' en el que se reagrupar¨¢n los bienes patrimoniales susceptibles de ser vendidos, incluso aunque la venta vaya acompa?ada de su demolici¨®n. 'No se trata, obviamente, del Coliseo', bromea Urbani, sino de inmuebles o estructuras que est¨¢n protegidas pero que, a su juicio, 'carecen de especial inter¨¦s art¨ªstico'. El ministro cita el ejemplo de algunos edificios construidos en los a?os treinta. 'El fascismo ha dejado un legado impresionante, nadie pone en duda el valor art¨ªstico del Eur , pero hay tambi¨¦n cosas sin inter¨¦s, que pueden venderse y hasta derribarse', explica. Las leyes italianas no consideran obra de arte ninguna pieza art¨ªstica con menos de 50 a?os de antig¨¹edad; por tanto, el problema no se plantea con las obras recientes.

Urbani reconoce que la lista de bienes susceptibles de venta 'tiene que hacerse con sentido com¨²n y con mesura', pero existe ya una evaluaci¨®n aproximada del valor de este patrimonio. 'Se calcula en el triple de la deuda p¨²blica italiana', es decir, tres veces y media el PIB, del pa¨ªs que asciende a casi 1'2 billones de euros. Unos recursos que, obviamente, ir¨ªan a parar a las arcas del Tesoro italiano, pero de los que el Ministerio de Cultura recibir¨ªa tambi¨¦n su parte.