'Con la droga hay que dejar atr¨¢s los prejuicios ideol¨®gicos'
El m¨¦dico Miguel Marset (Albacete, 1960), dirige desde 1995 el programa suizo de dispensaci¨®n de hero¨ªna a toxic¨®manos. El a?o pasado prepar¨® en Sevilla el ensayo de la Junta de Andaluc¨ªa que ha aprobado el Ministerio de Sanidad. Marset, que fue m¨¦dico rural en los Picos de Europa y lleg¨® a Suiza en 1992 para especializarse en psiquiatr¨ªa, considera que la hero¨ªna es un medicamento. 'Con la hero¨ªna hay que dejar atr¨¢s los prejuicios ideol¨®gicos, ¨¦ticos y religiosos', asegura. Defiende el ¨¦xito del programa helv¨¦tico que ahora se exporta a Andaluc¨ªa. La entrevista se realiz¨® por tel¨¦fono.
Pregunta. ?Es aplicable el programa suizo a Espa?a?
Respuesta. ?Por qu¨¦ no? Hay mucho inter¨¦s y el tratamiento con metadona est¨¢ muy extendido, aunque es necesario un consenso, un gran consenso para evitar bloqueos y sabotajes que nada tienen que ver con la ciencia.
'La curaci¨®n puede ser la mejora de la calidad de vida, la abstinencia para todos es un error'
P. ?Los bloqueos explican los m¨¢s de cuatro a?os que ha tardado el programa andaluz?
R. El hecho de necesitar cuatro a?os no se explica si no es desde el desacuerdo. El Plan Nacional sobre Drogas tiene derecho a pensar que esto no funciona. La prudencia es virtud, aunque otra cosa es estar a?os para lo que se puede discutir en meses. Desde que se pens¨® hasta ahora, muchos consumidores habr¨¢n derivado hacia la coca¨ªna o el ¨¦xtasis. Como sigamos tardando, el programa puede servir de poco.
P. ?Cu¨¢les han sido las mayores pegas de la iniciativa andaluza?
R. Me ha chocado la exigencia del Plan Nacional sobre Drogas de que hab¨ªa que hacer un ensayo perfecto, porque los heroin¨®manos son de muy dif¨ªcil manejo. Si se empiezan a poner pegas, se puede comprometer la viabilidad del ensayo. Siempre va a haber problemas metodol¨®gicos.
P. ?En Suiza no hubo pegas?
R. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud critic¨® la metodolog¨ªa, aunque acept¨® la mejora de los pacientes. Y la critic¨® entre otras cosas porque no pudimos establecer un grupo de control con el que comparar los resultados. Todos abandonaban porque las condiciones en el tratamiento de la hero¨ªna eran siempre mejores. Aun as¨ª, seguimos adelante y los resultados han sido muy positivos. Comenzamos con drogadictos que hab¨ªan fracasado al menos dos veces en programas de deshabituaci¨®n y con m¨¢s de dos a?os de adicci¨®n.
P. ?Cu¨¢les han sido los resultados?
R. Desde enero de 1994 hasta enero de 2000 tratamos a 1.700 heroin¨®manos de los 30.000 que hay en Suiza. Fracasaron 110, lograron la abstinencia 136, y 164 pasaron a la metadona. El resto sigui¨® en tratamiento con hero¨ªna. No administramos hero¨ªna de forma aislada, sino con ayuda m¨¦dica y social. El fin del tratamiento no es la abstinencia. Si llega, bien, pero la meta es recuperar a los adictos, reinsertarlos progresivamente. Muchos tendr¨¢n que tomar hero¨ªna de por vida.
P. ?C¨®mo comenz¨®?
R. En Suiza se prescriben opi¨¢ceos como la metadona desde 1972. En 1986 abrieron en Z¨²rich y Berna las primeras narcosalas. No cuestionamos que la prescripci¨®n de antagonistas da buenos resultados, pero siempre hay grupos refractarios a los tratamientos. A este grupo se pens¨® darle hero¨ªna. La iniciativa comenz¨® en Z¨²rich en 1994, de forma experimental. Como se vio que funcionaba, en 1998 hubo que cambiar la ley para pasar del ensayo experimental al programa, porque dispensar la hero¨ªna era ilegal. Dentro de unos meses, la hero¨ªna estar¨¢ en el vademecum suizo. Es una sustancia muy conocida, no inventamos nada.
P. ?Por qu¨¦ Suiza?
R. Porque intent¨® abordar el problema de la drogadicci¨®n desde un punto de vista social y sanitario. A principio de los a?os noventa las autoridades permitieron la existencia de plazas y parques donde los heroin¨®manos se reun¨ªan espont¨¢neamente. Fue un fracaso tremendo, algo imposible de controlar social y policialmente. Pero tuvo algo bueno: hizo visible el problema. Ser¨ªa lo mismo que si en el Paseo del Prado, frente al Ministerio de Sanidad, hubiera todos los d¨ªas 2.000 heroin¨®manos.
P. En Holanda tambi¨¦n hay otro ensayo parecido, ?es este el futuro de los tratamientos?
R. En la mayor¨ªa de Europa Occidental, s¨ª, se va en esta direcci¨®n. Pero no basta con dar s¨®lo hero¨ªna. Los planes de hero¨ªna no reemplazan a las salas de venopunci¨®n, que tienen que existir. Hay gente, la m¨¢s irreductible, que no est¨¢ preparada para cambiar, para meterse en un programa de hero¨ªna. Y eso que he conocido a pocos que est¨¦n contentos, la mayor¨ªa no quiere los problemas que tiene, ni para s¨ª, ni para los que les rodean. Para ¨¦stos, un paso anterior es ir a la sala de inyecci¨®n a pincharse, a tener informaci¨®n, a no intercambiar jeringuillas...
P. En Espa?a hubo rechazo cuando se montaron las narcosalas, ?y en Suiza?
R. Suiza es un pa¨ªs muy conservador, no es que est¨¦ a la vanguardia social, y sin embargo ha decidido abordar el problema desde el punto de vista de la salud p¨²blica y no desde la moralidad. Cuando inauguramos una sala, acude desde el ministro de Sanidad hasta las asociaciones de vecinos.
P. En Las Barranquillas, el mayor supermercado de hero¨ªna de Madrid, hay adictos de 50, y hasta 60 a?os con 30 de consumo de hero¨ªna, ?se puede esperar que esa gente salga?
R. Esa gente forma parte del grupo de pacientes a los que habr¨ªa que tratar con hero¨ªna. No es hero¨ªna compasiva, como algunos dicen, sino que cada paciente necesita distintas dosis de medicamento, distintos objetivos. Mucha gente que hay ah¨ª podr¨ªa beneficiarse.
P. Habla de la hero¨ªna como medicamento.
R. Absolutamente. Como medicamento que permite cambiar. Cambiar significa recuperar la dignidad perdida, cambiar de h¨¢bito y de actitud. Yo he visto en poblados como Las Barranquillas situaciones que rozaban lo inhumano.
P. La gran mayor¨ªa de los delitos tienen relaci¨®n con las drogas, muchos presos son heroin¨®manos ?qu¨¦ le sugiere?
R. Esto nos lleva a la mejora de la delincuencia con la dispensaci¨®n de hero¨ªna. En nuestro estudio, el 70% de los heroin¨®manos ejerc¨ªa la prostituci¨®n o la delincuencia a peque?a escala cuando comenz¨®. Al a?o, s¨®lo el 10% segu¨ªa delinquiendo. Y adem¨¢s, uno de los mejores lugares para administrar hero¨ªna ser¨ªa la c¨¢rcel. Es un momento en el que el drogadicto detiene el remolino que es su vida, en el que se puede tranquilizar y pensar un poco, reflexionar para encontrar lo que busca en la hero¨ªna.
P. ?Qu¨¦ es lo que busca?
R. Lejos de lo que siempre se dice, que es un suicidio lento o una ceremonia de autodestrucci¨®n, la hero¨ªna supone una tentativa de sobrevivir, de tirar para adelante. Yo he conocido a muy pocos suicidas entre los heroin¨®manos. Es necesario hablar de placer, porque es lo que busca y lo que siente un heroin¨®mano. Hay que integrar ese placer dentro de la terapia. Aceptar su placer, porque eso significa aceptarle a ¨¦l mismo.
P. En Andaluc¨ªa dicen que el programa andaluz es mejor que el suizo.
R. Yo comprendo que a Andaluc¨ªa le interesa venderlo por las reticencias que ha habido, pero hay que tener cuidado. El dise?o s¨ª es mejor, pero es que se ha hecho teniendo en cuenta lo que se hizo mal en Suiza. No hay que marcarse objetivos ni vender expectativas demasiado elevadas. A todos los que hacen el estudio les va mal, muy mal. Si se mejora la calidad de vida de algunos, aunque no sea ni el 100% ni el 80%, ya es un ¨¦xito.
P. Investigadores de la Universidad de California siguieron a heroin¨®manos durante 33 a?os. Al terminar, un 49% hab¨ªa muerto y un 21% segu¨ªa con la hero¨ªna. El estudio concluye: 'Los tratamientos basados en la abstinencia s¨®lo conducir¨¢n a la frustraci¨®n y al fracaso'. ?Est¨¢ de acuerdo?
R. La abstinencia para todo el mundo es un error. Para el que lo consigue es un ¨¦xito, pero para el que fracasa es un error. La curaci¨®n existe y no existe. La curaci¨®n puede ser la mejora de la calidad de vida. Depende del objetivo que uno se fije. Si uno fija la abstinencia, lo normal es que fracase.
P. ?Es partidario de la legalizaci¨®n de las drogas?
R. No, si no se dan las condiciones de prevenci¨®n. Si se legaliza, est¨¢ comprobado que aumenta el consumo. Y ahora mismo no se dan los mecanismos de prevenci¨®n. Del a?o que pas¨¦ en Sevilla me impact¨®, sobre todo, el botell¨®n. Es algo que cuestiona todo el trabajo hecho hasta ahora. No es mi campo, pero falta educaci¨®n en salud p¨²blica.
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