La materia esencial de mis sue?os
Discurso pronunciado por ?lvaro Mutis:
Majestades:
Este premio que me otorga Espa?a ha venido a despertar en dos sentidos las m¨¢s antiguas y entra?ables vetas de mi conciencia. Debo explicar, en primer t¨¦rmino, que mi relaci¨®n con lo que he escrito ha estado siempre se?alada por el rigor de una autocr¨ªtica implacable y la angustia de no haber alcanzado la plenitud y claridad de lo que he querido decir. Abrir un libro m¨ªo, ya sea de poes¨ªa o de narrativa, es una prueba que trato de evitar las m¨¢s de las veces. Como jam¨¢s he vivido de mi vocaci¨®n literaria y me he ganado el pan en oficios muy distantes de las letras, he tenido siempre la sensaci¨®n de que mi obra caminaba desamparada por sendas ajenas a mi diaria rutina. Hoy, Espa?a, al concederme este premio, otorga a mi obra un lugar y un porvenir que, a tiempo de llenarme de felicidad, me la entrega identificada con mi propio destino. Que sea Espa?a quien lo haya hecho, es algo que viene a confirmar la relaci¨®n esencial que he tenido toda la vida con la patria de mis antepasados gaditanos, siempre presentes en la diaria rutina de la vida. Espa?a, los espa?oles, las letras y las artes, la historia de esta naci¨®n, conforman las circunstancias de mi existencia, la materia siempre esencial de mis sue?os y el apoyo que me rescata en los d¨ªas de angustia y desconcierto. Creo que debo pedir aqu¨ª indulgencia por esta incursi¨®n en las confesiones personales, que corren el riesgo de caer en la c¨¢ndida impertinencia. Pero debo reconocer que es para m¨ª muy importante ponerme en orden frente a tan generosa y obligante distinci¨®n como ha sido este Premio Cervantes y quiero hacerlo ante tan egregios como calificados testigos.
'Este premio otorga a mi obra un lugar y un porvenir que me llena de felicidad'
Tambi¨¦n hay otro aspecto sobre el cual quiero dar fe por tratarse de algo que me ha marcado desde mi m¨¢s temprana juventud. Se trata de mi veneraci¨®n indeclinable y cada d¨ªa m¨¢s c¨¢lida por la persona y la obra de Don Miguel de Cervantes. Creo que es dif¨ªcil encontrar en la historia de las letras de Occidente, un destino m¨¢s adverso, m¨¢s sembrado de injusticias, olvidos y amargos altibajos, que el que tuvo que padecer el entra?able autor de una obra literaria incomparable y luminosa. Recuerdo muy bien cuando le¨ª en mi adolescencia una nota biogr¨¢fica de Cervantes en una edici¨®n escolar de El Quijote, tan expurgada y trunca que muy pobre idea pod¨ªa tenerse de lo que ser¨ªa el original. En cambio, ese parco resumen de su vida me dej¨® una impresi¨®n inolvidable. Al paso de los a?os la obra cervantina ha llegado a ser para m¨ª un ejercicio y una compa?¨ªa siempre lista a despertarme sorpresas y lecciones inagotables. Son varias las vidas de Cervantes que he le¨ªdo, siempre con el mismo acongojado sentimiento de compasi¨®n y asombro. Cuando vuelvo a recorrer las p¨¢ginas de El Quijote, de las Novelas ejemplares -por las que confieso tener una predilecci¨®n muy particular-, de los Entremeses -que disfruto con gozo siempre intacto- y del Persiles y Segismunda -que sigue inquiet¨¢ndome como el primer d¨ªa-, me intriga, y as¨ª ser¨¢ hasta el fin de mis d¨ªas, que este hombre que he llegado a querer con afecto que me atrevo a llamar familiar, haya logrado una obra en donde el genio est¨¢ presente en cada l¨ªnea para mostrar, con l¨²cida evidencia, nuestro precario paso sobre la tierra.
Imposible no traer aqu¨ª este soneto de Borges, retrato absoluto de Don Miguel:
Un soldado de Urbina
Sospech¨¢ndose indigno de otra haza?a
Como aqu¨¦lla en el mar, este soldado,
A s¨®rdidos oficios resignado,
Erraba oscuro por su dura Espa?a.
Para borrar o mitigar la sa?a
De lo real, buscaba lo so?ado
Y le dieron un m¨¢gico pasado
Los ciclos de Rolando y de Breta?a
Contemplar¨ªa, hundido el sol, el ancho
Campo en que dura un resplandor de cobre;
Se cre¨ªa acabado, solo y pobre.
Sin saber de qu¨¦ m¨²sica era due?o;
Atravesando el fondo de alg¨²n sue?o,
Por ¨¦l ya andaban Don Quijote y Sancho.
Hoy, Espa?a, de mano de Su Majestad el Rey Nuestro Se?or y por intermedio de Don Miguel de Cervantes Saavedra, reconoce mi obra y me honra con un galard¨®n que no puede ser m¨¢s precioso para m¨ª y viene a poner orden y armon¨ªa en el discurrir tan a menudo ajeno e indescifrable de mi vida. Pienso en que mis ancestros gaditanos estar¨¢n ahora, donde quiera que Dios los tenga, at¨®nitos y regocijados como yo lo estoy.
Muchas gracias.
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