El Papa endurecer¨¢ las sanciones a los curas pederastas y exculpa a los obispos
'No hay sitio en la vida religiosa para los que hacen da?o a los j¨®venes', dice Juan Pablo II
La 'se?al clara' que esperaban los cardenales y obispos de EE UU para afrontar con rigor los abusos sexuales perpetrados por sacerdotes lleg¨® ayer del Papa. 'No hay sitio en el sacerdocio para los que hacen da?o a los j¨®venes', dijo el Pont¨ªfice ante los 24 miembros de la curia y de la jerarqu¨ªa americana reunidos en Roma para analizar el problema. Las medidas podr¨ªan incluir cambios del derecho can¨®nico y deben afrontar un problema que ya ha costado a la Iglesia estadounidense mil millones de d¨®lares y vivir sumida en una profunda crisis.
Pocas veces ha sido Juan Pablo II tan claro, tan conciso y tan directo al abordar un problema que estaba empezando a gangrenar el cuerpo de la Iglesia norteamericana y amenazaba con extenderse a otros pa¨ªses, empa?ando los ¨²ltimos a?os de su pontificado. El Papa comenz¨® la reuni¨®n expresando su profundo dolor por el hecho de que 'sacerdotes y religiosos, cuya vocaci¨®n es ayudar a la gente a llevar vidas santas a los ojos de Dios, hayan causado ellos mismos tanto sufrimiento y esc¨¢ndalo a los j¨®venes'. Una conducta que ha provocado 'desconfianza' hacia la Iglesia, y ha llevado a 'muchos' a sentirse 'ofendidos por la forma en que se ha percibido la actuaci¨®n de los l¨ªderes religiosos', a?adi¨®.
Pero el Papa no parece compartir la condena casi un¨¢nime de la sociedad estadounidense a los obispos que optaron por trasladar a los sacerdotes pederastas a otra parroquia despu¨¦s de un tratamiento m¨¦dico, sin dar publicidad a los casos. El ejemplo m¨¢s llamativo y que m¨¢s indignaci¨®n ha provocado es el del cardenal Bernard Law, arzobispo de Boston, que permiti¨® seguir trabajando en contacto con los j¨®venes a los sacerdotes Paul Shanley y John Geoghan, acusados de haber abusado de centenares de ni?os en 30 a?os de ministerio. Son culpas, las de los obispos, que se deben achacar a 'falta de conocimiento de la naturaleza de los problemas', o 'a los consejos de expertos m¨¦dicos' obviamente equivocados, dijo.
'Casos diferentes'
El presidente de la Conferencia Episcopal de EE UU, Wilton Gregory, reconoci¨®, no obstante, que la credibilidad de los obispos es lo que est¨¢ en juego. Por eso, 'deben rectificar en la medida de lo posible los errores cometidos', dijo. Tanto Gregory como el cardenal de Chicago, Francis George, que resumieron ante los periodistas la primera sesi¨®n de discusiones, negaron que se hubiera hablado de la dimisi¨®n del cardenal Law. Ambos explicaron que las nuevas directrices que reclaman para poder hacer frente a los curas pederastas, medidas a las que el Papa pareci¨® dar luz verde ayer, tampoco pueden interpretarse como una l¨ªnea de 'tolerancia cero'. 'No se puede adoptar un criterio tajante porque los casos a los que nos enfrentamos son muy diferentes', explic¨® el cardenal George. 'No es igual un monstruo como el padre Geoghan que enga?aba a los ni?os para abusar de ellos, que algunos casos de sacerdotes que, v¨ªctimas del alcohol, han intimado con una jovencita', a?adi¨®.
De momento, la soluci¨®n a la que podr¨ªa llegarse es una especie de v¨ªa de en medio. 'La idea es no dejar ¨²nicamente en manos del obispo la decisi¨®n de qu¨¦ se hace con un cura culpable de abusos sexuales. Pensamos que podr¨ªa formarse una comisi¨®n con especialistas e, incluso, con las v¨ªctimas, que decidiera lo que se hace en cada caso', a?adi¨® el cardenal de Chicago.
El Papa es consciente del da?o causado y algunos p¨¢rrafos de su discurso sonaron como una seria llamada al orden. 'Tiene que quedar claro a los fieles cat¨®licos, y a la comunidad en general, que los obispos y superiores se ocupan, por encima de todo, del bien espiritual de las almas', dijo. Y continu¨®: 'La gente debe saber que obispos y sacerdotes est¨¢n completamente comprometidos con la totalidad de la verdad cat¨®lica en materia de moral sexual'. Aunque no pidi¨® en esta ocasi¨®n perd¨®n por las culpas de la Iglesia, expres¨® 'a las v¨ªctimas y a sus familiares, all¨¢ donde est¨¦n', su 'm¨¢s profunda solidaridad y preocupaci¨®n'. 'El abuso que ha originado esta crisis es malo desde cualquier punto de vista y viene considerado justamente como un delito por la sociedad; es un terrible pecado a los ojos de Dios', dijo.
La represi¨®n de este pecado exigir¨¢ revisar, seguramente, el C¨®digo de Derecho Can¨®nico, que se ha demostrado ineficaz para poner freno a la plaga de abusos que ha consumido la reputaci¨®n de la Iglesia de EE UU. Pero el fen¨®meno no es exclusivamente estadounidense. El cardenal italiano, Ersilio Tonini, reconoci¨® en unas declaraciones que recog¨ªa ayer la prensa italiana que casos de esta naturaleza se producen tambi¨¦n en Italia, 'aunque son tapados'.
El Papa ofreci¨® su apoyo a los obispos norteamericanos para que elaboren nuevos y m¨¢s seguros criterios 'para evitar que estos errores se repitan'. Aun as¨ª, reconoci¨® el 'poder de la conversi¨®n cristiana, esa decisi¨®n radical de darle la espalda al pecado y volver a Dios, que se opera en lo m¨¢s profundo del alma de una persona y puede realizar cambios extraordinarios'.
Pese a la dram¨¢tica situaci¨®n actual, Juan Pablo II dedic¨® numerosos elogios a la Iglesia estadounidense, 'que ha promovido con vigor y generosidad los valores humanos y cristianos, de manera que ha contribuido a consolidar todo lo que hay de noble en la gente de EE UU'. Labor que equipar¨® a 'una gran obra de arte' cuya 'belleza permanece, aunque sea da?ada'. El abuso sexual de j¨®venes es 'un grave s¨ªntoma de la crisis que afecta no s¨®lo a la Iglesia, sino a toda la sociedad. Una crisis profunda de moral sexual, incluso de relaciones humanas, y sus primeras v¨ªctimas son los j¨®venes y las familias'. De ah¨ª la importancia de que la Iglesia aborde directa y claramente a la cuesti¨®n, porque 'ayudar¨¢ a la sociedad a comprender y afrontar esta crisis en su esencia', a?adi¨®.
La homosexualidad en los seminarios
El problema urgente de los obispos estadounidenses es 'dar seguridad a nuestros ni?os y j¨®venes, mediante las f¨®rmulas que se decidan. Las nuevas leyes deben ser transparentes y borrar cualquier sombra de duda en la feligres¨ªa. Es importante que se contemplen ayudas a las v¨ªctimas', dijo ayer el obispo Wilton Gregory. Y es importante, sobre todo, revisar el funcionamiento de los seminarios. 'Hay que asegurarse de que los seminarios no son lugares que estimulen la homosexualidad', dijo el presidente de los prelados de EE UU. 'En los a?os ochenta, no se puede decir que se viviera en muchos de ellos de acuerdo con las leyes de la Iglesia. La batalla est¨¢ en marcha, pero, desde luego, tenemos que demostrar que los sacerdotes cat¨®licos no est¨¢n dominados por la homosexualidad', a?adi¨®. Gregory rompi¨® ya una lanza en favor de los cambios que se han producido en la actualidad. 'Estoy seguro de que muchos seminarios norteamericanos son un ejemplo de vida consagrada y que se est¨¢ trabajando en la buena direcci¨®n'. En todo caso, 'ser¨¢ necesario estar m¨¢s atentos a las vocaciones y cerciorarnos de que s¨®lo son ordenados aquellos seminaristas que se muestran capaces de llevar adelante la vida consagrada', a?adi¨® el dirigente de la Iglesia en EE UU. El cardenal de Chicago, Francis George, admiti¨® que se hab¨ªa hablado tambi¨¦n del celibato, 'pero s¨®lo para subrayar que tiene que ser reforzado. Si, de acuerdo con las estad¨ªsticas, los religiosos que fallan en el voto de castidad son un 1%, es evidente que estos datos no debilitan la importancia y la fuerza del celibato', precis¨®.
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