Al Bar?a le vale un gol de Saviola
Los azulgrana sellan en Zaragoza la clasificaci¨®n para la Liga de Campeones con la ley del m¨ªnimo esfuerzo
Al Barcelona le bast¨® un gol de Saviola y la ley del m¨ªnimo esfuerzo por defenderlo para alcanzar la Liga de Campeones. Faltos de motivaci¨®n, los azulgrana pasaron de largo por la Romareda, un escenario que no est¨¢ para despedidas una vez que el Zaragoza ha acabado en Segunda.
El Barcelona, sin embargo, se tom¨® el partido tan a la ligera que a los ocho minutos ya hab¨ªa encajado un gol, aun cuando la rechifla de la hinchada local contra su equipo era sobrecogedora. Pese al esfuerzo de Bonano por evitar lo inevitable, la pelota acab¨® a pies de Arag¨®n, que desde siempre le tiene tomada la medida a la porter¨ªa azulgrana, y puso el 1-0 que dejaba al Bar?a a merced del Celta, que de ganar en Vallecas se colocaba en la Copa de Europa. Ya descendido, el Zaragoza jugaba con comodidad y hasta con un punto de suficiencia sorprendente ante un rival somnoliento, sin tensi¨®n competitiva, como si ya hubiera dado el ejercicio por finiquitado.
ZARAGOZA 1| BARCELONA 1
Zaragoza: Lainez; Cuartero, Rebosio, Paco, Pablo; Arag¨®n, Jos¨¦ Ignacio; Galletti (Cani, m.60), Corona, Mart¨ªn Vellisca; y Drulic (Bilic, m. 55). Barcelona: Bonano; Puyol, Abelardo, Frank de Boer, Reiziger; Rochemback, Xavi, Cocu; Luis Enrique (Motta, m. 87); Kluivert (Gabri, m. 69) y Saviola. Goles: 1-0. M.8. Galletti retrasa para Arag¨®n, quien agarra un gran remate desde fuera del ¨¢rea que se cuela por el primer palo. 1-1. M. 42. Cocu toca para Xavi, quien profundiza hacia Luis Enrique, y el asturiano cruza la pelota para el remate de Saviola. ?rbitro: Undiano Mallenco, navarro. Mostr¨® la tarjeta amarilla a Pablo, Jos¨¦ Ignacio, Rochemback, Rebosio y Gabri. La Romareda. Unos 20.000 espectadores. Los juadores del Bar?a llevaron brazalete negro por la muerte del exjugador azulgrana Manuel Oro.
No hab¨ªa manera de que el Barcelona le cogiera el hilo al partido. Defend¨ªa mal y no sab¨ªa como atacar ante la falta de f¨²tbol asociativo, de energ¨ªa, de clarividencia, como si el futuro inmediato no fuera con los jugadores en escena, distraidos por la publicaci¨®n de la lista de bajas en caso de que Van Gaal vuelva a recalar en el Camp Nou. ?nicamente Kluivert se asomaba en el balc¨®n del ¨¢rea e incluso se perfil¨® bien en un par de remates, pero otra vez le perdi¨® la falta de punter¨ªa.
A la ineficacia ofensiva barcelonista, se uni¨® la ya conocida inconsistencia defensiva, pues Drulic tuvo el segundo gol en la punta de la bota. La intervenci¨®n de Bonano result¨® de nuevo decisiva para mantener a su equipo en el partido. La cancha, muy resbaladiza por el agua, tampoco ayudaba al Bar?a a precisar su juego para suerte del Zaragoza, que se desplegaba con soltura, liberado, tranquilo Pero justo cuando el equipo de Rexach parec¨ªa m¨¢s fuera de partido, Xavi pint¨® una jugada preciosa: tom¨® la pelota de Cocu, habilit¨® a Luis Enrique con un toque profundo y el asturiano la dej¨® para Saviola, que defini¨® con gran precisi¨®n. Pero el empate no seren¨® a los azulgrana, que atraparon el tunel de vestuarios en el descanso tir¨¢ndose los trastos por la cabeza, o al menos eso pareci¨® por los gestos de Rochemback, Abelardo y Puyol.
Al Bar?a le animaba, en cualquier caso, la facilidad con la que pod¨ªa rematar sin necesidad de armar la jugada, m¨¢s que nada por la poca organizaci¨®n defensiva del Zaragoza. El ¨¢rbitro, por ejemplo, le birl¨® un penalti clamoroso de Lainez a Kluivert, cuya teatralidad le hizo una mala pasada ante los ojos del ¨¢rbitro. El Zaragoza se parti¨® por la mitad y dej¨® el encuentro a merced del Barcelona, que m¨¢s que sentenciar el encuentro y poner a buen regazo su clasificaci¨®n europea, procur¨® guardar la pelota, matar la contienda, dejar que transcurriera el tiempo sin m¨¢s.
Solamente los cambios alteraron el paisaje en determinados momentos. Lo dem¨¢s era pasar el rato, salvo cuando la pelota acababa a los pies de Rochemback. El brasile?o se empe?¨® en rematar desde cualquier posici¨®n, sin atender a nada ni a nadie, tal que fuera un extra?o en un colectivo que buscaba antes que nada conservar y controlar el bal¨®n.
La actitud barcelonista encresp¨® a la afici¨®n aragonesa, que adem¨¢s vio en la salida de Cani, un fino futbolista del filial, un motivo m¨¢s para procurar tocarle las narices a los barcelonistas. Cani le tir¨® un ca?o a Reiziger nada m¨¢s debutar y despu¨¦s habilit¨® a Cuartero con un taconazo, dos gestos t¨¦cnicos que supusieron aire fresco ante la monoton¨ªa que impon¨ªa el Barcelona. Las cosas llegaron a tal punto que la hinchada comenz¨® a cantar: '?Campeones, Campeones, Campeones!'. Y luego: '?Que bote Solans! [presidente del Zaragoza]'. Una burla a lo ocurrido durante un curso muy dif¨ªcil en La Romareda. Tampoco en el Bar?a el asunto pintaba bien. A Rexach le entr¨® el canguelo y dio entrada a Gabri en sustituci¨®n de Kluivert, quien, disgustado, se quit¨® la zamarra de mala gana, tan cabreado que el entrenador le inst¨® a que se le volviera a poner y se sentara en el banquillo.
A excecpci¨®n de un remate de Jos¨¦ Ignacio al larguero, el partido ya no dio para nada m¨¢s que para an¨¦ctodas y silbidos, sobre todo por el quehacer barcelonista, empe?ados todos los jugadores en amarrar un cuarto puesto que les permite alcanzar la pr¨®xima Copa de Europa. Un final triste, aliviado al final por la derrota del Celta, pero a tono con el a?o.
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