Electoralismo de urgencia del nuevo Gobierno franc¨¦s
El Ejecutivo de Raffarin tiene que enfrentarse antes de las legislativas a la inseguridad o a la reducci¨®n de impuestos
Apenas finalizados los tr¨¢mites de toma de posesi¨®n del cargo, el nuevo ministro franc¨¦s de Interior, Nicol¨¢s Sarkozy, se estren¨® con una ronda nocturna de polic¨ªa por los suburbios del norte de Par¨ªs. Visit¨® una comisar¨ªa en estado semirruinoso, vio el habitual coche en llamas y sinti¨® de cerca las pedradas con que se acostumbra a recibir a la polic¨ªa en los barrios peligrosos. R¨¢pida entrada en materia para el alcalde del elegante pueblo de Neuilly-sur-Seine, un ambicioso pol¨ªtico de 47 a?os al que se ha asignado la tarea m¨¢s caliente del nuevo Gobierno. El viernes por la noche repiti¨® ronda, esta vez por Les Halles y el entorno del centro Pompidou, las zonas de Par¨ªs donde se concentran los j¨®venes de la periferia.
Jacques Chirac ha puesto en marcha un arsenal de medidas preelectorales
A priori, no cabe esperar ning¨²n problema en la colaboraci¨®n con Espa?a para la lucha contra ETA, pero no cabe duda de que Francia va a vivir las dificultades inherentes a una gran reestructuraci¨®n del aparato de seguridad; y la que est¨¢ en marcha pretende concentrar a la polic¨ªa y a la gendarmer¨ªa (250.000 personas) bajo una misma mano, la de Sarkozy, que de momento mantiene al mismo director de la Polic¨ªa de los socialistas, Patrice Bergougnoux.
Los cambios van a efectuarse bajo el peso de varias amenazas: la que hace planear 'el radicalismo islamista', difusamente aludido mientras no se determine qui¨¦n mat¨® a los 11 t¨¦cnicos franceses en la ciudad paquistan¨ª de Karachi; y la confirmaci¨®n de que el Frente Nacional de Liberaci¨®n de C¨®rcega (FLNC) vuelve a la carga. En la noche de la reelecci¨®n de Chirac, este grupo destruy¨® el centro de impuestos de Marsella y coloc¨® una bomba en un centro de reclutamiento militar, en Par¨ªs. Los independentistas corsos han reivindicado 22 atentados recientes, todos saldados con da?os materiales, a modo de r¨¦plica a la promesa de Chirac de congelar el proceso de autonom¨ªa iniciado por el socialista Lionel Jospin.
El atentado de Karachi y las amenazas corsas fuerzan al nuevo poder conservador a lanzarse al galope, antes de que una nueva ola de inseguridad eche por tierra la din¨¢mica pol¨ªtica creada por la reelecci¨®n de Chirac y las maniobras para refundar el centro-derecha. El l¨ªder del FN, Jean-Marie Le Pen, no podr¨ªa encontrar un pretexto mejor para construir la campa?a de su partido en las inminentes elecciones legislativas.
Toda esta operaci¨®n podr¨ªa abordarse con m¨¢s calma si la cita con las urnas no estuviera a cuatro semanas vista. Pero el Gobierno electoral nombrado por Jacques Chirac tiene que actuar a paso de carga, exhibiendo medidas que le permitan, a la vez, derrotar a la izquierda y sortear el peligro de que una futura mayor¨ªa quede a merced de la ultraderecha.
De esa mayor¨ªa depende que el nuevo primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, pueda sostenerse en Matignon, la residencia de los primeros ministros. El antiguo arrendatario, Lionel Jospin, se cura en Sicilia de las heridas producidas por la humillante derrota del 21 de abril, mientras el nuevo inquilino se ve acosado a ¨®rdenes por Chirac. No es lo mismo enfrentarse al jefe del Estado con el apoyo de una mayor¨ªa parlamentaria de izquierda, como hac¨ªa Jospin, que servir de ejecutor a la pol¨ªtica presidencial.
Raffarin ha quemado sus naves con el anuncio de su dimisi¨®n en la presidencia de la regi¨®n de Poitou-Charentes, desde la que salt¨® al primer plano de la naci¨®n. Nadie ha encontrado a¨²n algo que reprocharle. En su modesta trayectoria anterior apenas hay mordiente, al margen de su antigua protecci¨®n al gremio de panaderos para resistirse a aceptar aditivos que empeoren la calidad del pan. Su estatura pol¨ªtica est¨¢ por ver, rodeado de ministros chiraquistas -Sarkozy, Mich¨¨le Alliot-Marie, Dominique de Villepin- y tras un nombramiento que ha sido posible tras ganarse la confianza de Alain Jupp¨¦, el hombre que mueve los hilos de la refundaci¨®n del centro-derecha.
Y adem¨¢s est¨¢ Chirac. Harto de cinco a?os de cohabitaci¨®n, el jefe del Estado saborea el placer de mandar. El Gobierno electoral de Raffarin no cesa de recibir ¨®rdenes: tiene que decidir la reducci¨®n del 5% del impuesto sobre la renta 'en las pr¨®ximas semanas', adoptar una 'primera rebaja significativa' de las cargas que pesan sobre las salarios m¨¢s bajos, preparar 'muy r¨¢pidamente' medidas de lucha contra la precariedad y la pobreza, 'suavizar' la aplicaci¨®n de la jornada m¨¢xima de 35 horas, 'discutir' la reforma de las pensiones con patronal y sindicatos... Y preparar una amnist¨ªa para los delitos de tr¨¢fico: ?todo sea por ganar las legislativas! Para completar el arsenal de medidas preelectorales, el primer ministro ha anunciado una auditor¨ªa de las finanzas p¨²blicas. A cuatro semanas de la primera vuelta de las legislativas, este trabajo podr¨ªa haberse convertido en una 'bomba' contra los socialistas, pero Raffarin aclar¨® ayer que los resultados ser¨¢n publicados 'al d¨ªa siguiente de las elecciones'. De modo que se trata de justificar alguna prudencia futura en la aplicaci¨®n de las fervientes promesas electorales del presente.
Todo parece indicar que esa auditor¨ªa pondr¨¢ en evidencia un empeoramiento del d¨¦ficit p¨²blico, que fuentes cercanas al nuevo Gobierno alcanza el 2% del PIB, cuya correcci¨®n es dif¨ªcilmente compatible con las importantes rebajas de impuestos ofrecidas por Chirac. Alemania tuvo que emplearse a fondo para evitar una advertencia formal de la Comisi¨®n Europea sobre el problema de su d¨¦ficit p¨²blico (2,7% del PIB en 2001), y el anuncio de la 'auditor¨ªa de las cuentas p¨²blicas' hecho por el nuevo Gobierno franc¨¦s lleva el mismo camino.
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