?ltima salida para una joya de la prehistoria
Francia se plantea restringir radicalmente la visita a la cueva de Font de Gaume, similar a Altamira
El macho de largas astas oscuras se inclina sobre la hembra roja, agachada, y le lame delicadamente el hocico: la ternura de los renos. Congelada en el tiempo, la conmovedora escena, una de las emblem¨¢ticas de la pintura rupestre mundial, tiene 15.000 a?os pero conserva la vitalidad y la emoci¨®n del lejano d¨ªa en que fue realizada por una mano prehist¨®rica. La pareja de renos de la gruta de Font de Gaume (Les Eyzies-de-Tayac, a unas dos horas y media de Toulouse) es s¨®lo una de las maravillas art¨ªsticas que alberga el lugar, maravillas que no va a ser posible para los mortales comunes seguir disfrutando tan f¨¢cilmente mucho tiempo.
Como ya ha sucedido con los otros altos lugares del arte pol¨ªcromo paleol¨ªtico -Lascaux, Altamira-, la cueva de Font de Gaume, que en la actualidad puede visitarse bastante libremente (un m¨¢ximo de 200 visitantes por d¨ªa, excepto mi¨¦rcoles y festivos, reservas al 00 33 5 53 06 90 80), est¨¢ abocada a una restricci¨®n radical de visitas para asegurar su conservaci¨®n. Quiz¨¢ similar a la de Altamira (que permite la entrada de 8.500 personas al a?o). De Lascaux -cerrado- y Altamira se han realizado excelentes r¨¦plicas, 'neocuevas', para el gran p¨²blico. Es posible que ¨¦se sea el destino final para todas las grandes cuevas pre?adas de arte prehist¨®rico. Las reci¨¦n descubiertas, como la c¨¦lebre gruta Chauvet (hallada en el Ard¨¨che franc¨¦s en 1994), que atesora un bestiario de 350 animales, no est¨¢ previsto que se abran al p¨²blico. 'La mejor soluci¨®n para las cuevas con arte rupestre es hacer facs¨ªmiles, copias', opina en declaraciones a este diario el prehistoriador Jean Clotttes, uno de los m¨¢s prestigiosos especialistas en pintura rupestre del mundo. 'Y reducir considerablemente las visitas a los originales. Eso es lo que deber¨ªa hacerse con Font de Gaume, el r¨¦gimen de visitas es excesivo'. Clottes subraya que Font de Gaume 'deb¨ªa ser igual de espectacular que Lascaux originalmente, pero las pinturas han ido perdiendo color. Un facs¨ªmil permitir¨ªa mostrarlas con toda su belleza'. El especialista es partidario de dejar visitar en la medida de lo posible las cuevas originales, 'para estimular el inter¨¦s por la prehistoria', pero siempre atentos a cualquier indicio de deterioro para cerrarlas.
Mantener abierta la cueva es un riesgo. La presencia humana altera el equilibrio
Las normas estrictas: no toquen nada, no se apoyen en las paredes, no se queden rezagados
'Sean conscientes de la excepcionalidad de la ocasi¨®n, es la ¨²ltima gran cueva policromada visitable, pinturas como las que van a ver ya no pueden contemplarse en ninguna parte. Abran los ojos y disfruten'. El conservador franc¨¦s que gu¨ªa la visita a Font de Gaume alecciona en la entrada de la gruta al grupo que vivir¨¢ la experiencia. Las normas son estrictas: no toquen nada, no se apoyen en las paredes, no se queden rezagados. El control se refuerza con la presencia de otro gu¨ªa, una conservadora con maneras de estricta vigilanta, que cierra la expedici¨®n al interior de la cueva, al encuentro con las pinturas magdalenienses. La visita no es recomendable para claustrof¨®bicos. Pese a que no mide mucho, unos 125 metros la parte visitable, hay alg¨²n tramo de la cueva muy estrecho (el Rubic¨®n) por el que s¨®lo cabe una persona y puede hacerse algo opresivo. No obstante, predomina una sensaci¨®n de estar en un lugar m¨¢gico, maternal, m¨¢s a¨²n por la luz leve que se derrama como miel en los corredores o brota suavemente en los lugares en que hay pinturas.
El visitante tarda en verlas. Hay en total 230, pero algunas son imposibles de discernir sin la ayuda del experto. Un bisonte que hay que agacharse para admirarlo arranca los primeros '?oh!'. Es s¨®lo un peque?o adelanto de lo que vendr¨¢. Un grupo de bisontes aparece a la derecha, tambi¨¦n bajos, extra?amente sensuales, brotando de la roca como si formaran parte de ella, sus contornos sabiamente adaptados al relieve. Sorprende la sabia distribuci¨®n del sombreado, la impresi¨®n de vida. Sobre otro bisonte, a la izquierda, arriba, se sobrepone un mamut. Y se llega a la famosa imagen de los renos: tan evanescente, a causa de la lenta degradaci¨®n durante milenios, que hay que fijarse mucho para ver el contorno del belfo del macho y la lengua con la que lame, eternamente, a la hembra. Es indiscutible que la imagen fue tomada del natural, vista en su d¨ªa por los ojos de un cazador croma?¨®n.
El visitante se descubre con el vello erizado, y no es s¨®lo por el fr¨ªo que reina en la caverna. 'El misterio de todo esto sigue intacto', musita el gu¨ªa. Tres caballos aparecen sobre un tel¨®n estalagm¨ªtico. En otro tramo, el suelo ha sido rebajado para poner a la altura de la mirada otro friso de bisontes, cinco, pol¨ªcromos. El gu¨ªa apaga las luces de la galer¨ªa y luego pasa la linterna sobre las figuras para simular el efecto de una antorcha: los animales parecen moverse, trotar, iniciar una estampida. Una estrecha sala guarda a¨²n otra maravilla, Le cabinet des Bisons, una peque?a b¨®veda iluminada con pinturas como una mini Capilla Sixtina, versi¨®n rumiante.
Mantener abierta a tantas visitas la cueva de Font de Gaume, pese a que est¨¢ meticulosamente monitorizada con controles de precisi¨®n, es un riesgo a la vista de c¨®mo la presencia humana altera su delicado equilibrio.
El anhidrido carb¨®nico (CO2) de la respiraci¨®n humana provoca un proceso agresivo que conduce a la corrosi¨®n de la roca calc¨¢rea. Adem¨¢s, el exceso de condensaci¨®n provocado por los visitantes (al respirar y transpirar) favorece la aparici¨®n de microrganismos y algas en las paredes que hay que limpiar anualmente. El catedr¨¢tico de Prehistoria catal¨¢n Josep Maria Fullola, especialista en pintura rupestre, es taxativo: 'Font de Gaume deber¨ªa estar cerrada al p¨²blico desde hace muchos a?os, como Lascaux, o al menos tener un r¨¦gimen de visitas tan estricto como el de Altamira. Es incre¨ªble que puedan entrar continuamente grupos como ocurre ahora: yo he visto horrorizado c¨®mo unos ni?os tocaban una pintura en la cueva'. Para Fullola, si Font de Gaume estuviera en Espa?a, 'en Europa nos dir¨ªan de todo por tenerla abierta as¨ª'.
El director del Museo de Altamira, Jos¨¦ Antonio Lasheras, no es tan radical: 'Creo que cualquier lugar que sea patrimonio hist¨®rico y cultural, incluidas las cuevas pintadas, debe estar abierto al p¨²blico en la medida de lo posible, siempre que ello no sea un factor de riesgo para su conservaci¨®n'. El director de Altamira aprovecha para deplorar que muy pocas cuevas de Espa?a con arte rupestre cuentan con m¨¦todos y criterios t¨¦cnicos adecuados para discernir y controlar el da?o que causan las visitas.
Babelia
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