Jack Nicholson rompe los l¨ªmites de la pantalla
Gran comedia de Aki Kaurism?ki y un bonito experimento del ruso Alexandr Sokurov
About Schmidt es una comedia negra filmada por Alexander Payne en clave de dram¨®n, en la que Jack Nicholson da todo un recital de su inmenso talento y, en su t¨² a t¨² final con la genial Kathy Bates, logra con ella romper los l¨ªmites de la pantalla. A la inversa, el incatalogable finland¨¦s Aki Kaurism?ki se las ingenia en la magn¨ªfica El hombre sin pasado para extraer golpes de humor y resolver un dram¨®n en clave de comedia no negra sino negr¨ªsima. Y cerr¨® el buen d¨ªa un interesante experimento formal del ruso Alexandr Sokurov.
Es About Schmidt el retrato de un hombre de 66 a?os que se queda en total soledad, viudo y jubilado en el mismo d¨ªa. Se le vienen la casa y la vida encima, se agarra al volante de su caravana y se echa a las carreteras de la Am¨¦rica rural en busca de un encuentro consigo mismo, con su identidad escondida en las huellas ya casi borradas de su pasado. Los restos de estas huellas desaparecen delante de sus ojos, abre el grifo de sus ¨²ltimas l¨¢grimas y vuelve a echarse a la carretera, esta vez ya sin rumbo.
Es About Schmidt una dolorosa comedia que Jack Nicholson, con la plena libertad que abre ante ¨¦l el director Payne, afronta en forma de un austero recital de s¨ª mismo, casi un mon¨®logo. Nadie, ning¨²n rostro que se acerque a sus alturas expresivas, se le opone. Convive Nicholson con la c¨¢mara en un apasionante idilio, en un total acuerdo poblado de m¨ªnimas, sutiles, casi imperceptibles transiciones o mutaciones del car¨¢cter y en el afloramiento paulatino al lenguaje del gesto visible de los gestos ocultos, de las zonas reprimidas de una personalidad ahogada, que si mira hacia atr¨¢s s¨®lo ve la inutilidad de lo que ha hecho y si mira hacia adelante no ve nada. Dice Payne: 'Jim Taylor, el guionista, y yo, tenemos un sentido muy arraigado de la condici¨®n pat¨¦tica de la vida humana y siempre nos esforzamos en sacar comicidad del sufrimiento. Todas las verdaderas comedias nacen de nuestras paradojas'. Son estas palabras una radiograf¨ªa del fondo de la creaci¨®n emprendida por Jack Nicholson en esta inteligente y divertida pel¨ªcula.
Magos de la elocuencia
Pero esta creaci¨®n no tiene su cumbre en ese largo mon¨®logo sin adversarios del c¨¦lebre actor, en la hora larga inicial de la pel¨ªcula. Para subir a esta cumbre hay que esperar a los tres cuartos de hora finales de About Schmidt, a que de pronto irrumpa en la pel¨ªcula, y choque y se oponga al gesto vertido hacia dentro de Jack Nicholson, la explosiva expresividad hacia afuera de la gran Kathy Bates, una de las m¨¢s poderosas actrices del cine actual. Dos gigantes de su oficio, dos magos de la elocuencia del rostro, juegan -con mesura y elegancia, sin pisarse rec¨ªprocamente el terreno, con astucia pero tambi¨¦n con generosidad y sentido del di¨¢logo-, al sublime arte de la r¨¦plica verbal y gestual, y bordan una lecci¨®n insuperable, magistral de este gozoso toma y daca, que es una de las m¨¦dulas vertebradoras del gran cine. Nicholson sale encumbrado por el empuje de Bates y as¨ª bien puede aspirar el domingo que viene a volver a llevarse aqu¨ª, por su trabajo en About Schmidt, el premio al mejor actor de este festival, que ya gan¨® en 1974 por su interpretaci¨®n en El ¨²ltimo deber, dirigido por Hal Ashby.
Si los actores disparan el filme de Alexander Payne hacia arriba, su director en cambio no eleva la c¨¢mara muy por encima del vuelo rasante, y la pantalla de About Schmidt parece hecha exclusivamente para que Jack Nicholson, ayudado por Kathy Bates, la rompa desde dentro y se salga de ella. Todo lo contrario de lo que ocurre en El hombre sin pasado, donde el gran cineasta finland¨¦s Aki Kaurism?ki encierra en el f¨¦rreo rect¨¢ngulo de una imagen vigorosa e infranqueable una docena de int¨¦rpretes con escasas dotes histri¨®nicas, no guapos ni carism¨¢ticos, incluso bastante inexpresivos. Uno por uno, estos actores no tienen relevancia, no galvanizan ni llenan de electricidad las im¨¢genes, pero como conjunto son una aut¨¦ntica maravilla de encaje rec¨ªproco, de coro convertido en pi?a humana. Es gozoso, divierte aunque se mueve en tristes basureros humanos, entre mugrientos indigentes que bajo la ro?a conservan la delicada piel de la edad de la inocencia.
Es la historia, tierna y un poco tocada de locura, de un muerto viviente, o algo que se le parece. Tiene mucho que ver, aunque argumentalmente es muy distinta, con aquella obra maestra que Kaurism?ki hizo en Londres y se titula Yo contrat¨¦ a un asesino a sueldo. Es un parentesco de fondo, una prolongaci¨®n del mismo poema con otras palabras y otras m¨²sicas. Se mueve El hombre sin pasado en el mismo mundo, en el territorio sin ley de los expulsados de la sociedad y de la historia, que para la mirada ir¨®nica y solidaria de la c¨¢mara de Kaurism?ki son los ¨²ltimos hombres humanos. La di¨¢fana lupa libertaria de Kaurism?ki desvela el absurdo contempor¨¢neo con mecanismos de humor subversivo. Un humor duro, violento, pero liberador.
El buen d¨ªa lo cerr¨® el interesante experimento formal de Alexandr Sokurov El arco ruso, en el que la c¨¢mara se aventura en un formidable desaf¨ªo: rodar en im¨¢genes digitales un plano secuencia nada menos que de una hora y 37 minutos de duraci¨®n. En ese plano la imagen recorre f¨ªsica e hist¨®ricamente los ¨¢mbitos del Museo del Ermitage, en San Petersburgo. Toda una haza?a que Sokurov logra con tiral¨ªneas y abre caminos en la exploraci¨®n de cine futuro. Pero, como todas las piruetas circenses, esta haza?a se olvida una vez vista, a la espera de que la apliquen a contenidos m¨¢s vivos que este mortecino retablo de la nostalgia rusa por el viejo tiempo de esplendor.
Babelia
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