Apoteosis colectiva
Deber¨ªa estar prohibido incluir descripciones del p¨²blico en la cr¨ªtica de un concierto, pero en la reaparici¨®n de Ni?a Pastori me atrever¨ªa a afirmar que tan indolente recurso est¨¢ plenamente justificado. Llevaba tiempo la gaditana sin actuar en Madrid, se presentaba su seductor cuarto disco, Mar¨ªa, y las entradas se agotaron velozmente, atrayendo a una masa pinturera en la que dominaban las interminables melenas lacias y esos pantalones ajustados hasta lo imposible. El look apache de Julio Jim¨¦nez Borja, alias Chaboli, hijo de Jeros y compa?ero de Ni?a Pastori, tambi¨¦n ten¨ªa adeptos masculinos. Noche de gala para un personal no habitual en la sala -'?d¨®nde est¨¢ La Riviera?', se o¨ªa por los alrededores- que vive la m¨²sica de Mar¨ªa Rosa Garc¨ªa Garc¨ªa con llamativa pasi¨®n, entre coreograf¨ªas de pareja, piropos y canto colectivo a pleno pulm¨®n.
Ni?a Pastori
Ni?a Pastori (voz), Luc¨ªa Merino (coros, palmas), Eva Dur¨¢n (coros, palmas), To?i Noguedo (coros, palmas), Chaboli (percusi¨®n), Mart¨ªn Garc¨ªa (bajo), Germ¨¢n Kucich (teclados), Juan Carlos Garc¨ªa (bater¨ªa), Juan Carlos G¨®mez (guitarra flamenca), Josep Salvador (guitarra el¨¦ctrica, coros, director musical). 24 de mayo. La Riviera, Madrid.
Cuando llegan esos irresistibles estribillos que son la clave de su arraigo popular, los presentes sencillamente tapan a la Pastori y su eficac¨ªsimo coro. El desbordado entusiasmo general hace imposible juzgar la voz de Ni?a Pastori, que se aprecia tan rica en matices en sus discos, igual que las delicadas filigranas sonoras de algunos arreglos de Mar¨ªa. De hecho, uno hasta podr¨ªa discutir la conveniencia de recrear en directo las piezas m¨¢s flamencas: el recuerdo de sus querencias y sus or¨ªgenes flamencos tiene su carga simb¨®lica, adem¨¢s de permitir que descanse parte de la espl¨¦ndida banda, pero ralentiza el discurrir del concierto y no es posible disfrutarlo entre miles de alborotados fans.
La gracia del cancionero triunfal de Ni?a Pastori est¨¢ en su hibridez, como demuestran temas recientes del calibre de Dime qui¨¦n soy yo o Qui¨¦n te va a querer: la fuerza caribe?a de la secci¨®n de ritmo, esos relampagueantes guitarreos de rock, la discreta presencia de elementos digitales, alg¨²n estribillo italianizante. En un momento, la Pastori deja el escenario para cambiarse -de un escotado vestido negro a un nada sofisticado atuendo con vaqueros que da mucho juego para sus bailes- y el grupo se marca un instrumental con cita de Los Chichos, una buena referencia para ese pop aflamencado en que ella ya es reina.
La fiesta contin¨²a
Hay invitados, naturalmente. Ketama contribuye a Aires de molino y Mam¨¢ Pastori, la madre de la artista, se pone un delantal para escenificar sus reclamos de vendedora callejera en T¨² dime, donde Chaboli se marca un rap. Ya en los bises, tras un popurr¨ª donde se resuelven algunos de sus viejos ¨¦xitos, se monta una fiesta por buler¨ªas, con los invitados m¨¢s Sara Baras. Para algunos de los presentes no result¨® suficiente. Ya estaba desmontado el equipo del escenario y frente a la entrada de La Riviera segu¨ªa caracoleando el n¨²cleo m¨¢s bullanguero, paladeando los discos de Ni?a Pastori desde coches con las ventanas abiertas: era su noche y no quer¨ªan que acabara. Los nuevos gitanos canasteros se inventaban nuevos rituales a la orilla del Manzanares.
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