Los obispos de EE UU piden que se denuncie a los curas pederastas
La Conferencia Episcopal acepta la responsabilidad de haber tolerado a los agresores
El presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, Wilton Gregory, acept¨® ayer en nombre de todos los obispos la responsabilidad de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica en la crisis de pederastia que vive la Iglesia cat¨®lica norteamericana y pidi¨® p¨²blicamente disculpas y perd¨®n por el 'enorme sufrimiento' causado a cientos de familias. En un discurso considerado hist¨®rico en momentos en que la Iglesia cat¨®lica estadounidense ha perdido credibilidad, el obispo Gregory pidi¨® a las v¨ªctimas que sigan denunciando las atrocidades ante la Iglesia y ante las autoridades civiles, y emplaz¨® a los sacerdotes y a los propios obispos que hayan abusado de menores a que se autodenuncien para 'que puedan vivir en paz con sus conciencias'.
El obispo Gregory abord¨® con franqueza y sin titubeos los aspectos espinosos del esc¨¢ndalo de pederastia y prometi¨® una nueva era durante la apertura de la asamblea de la Conferencia Episcopal, trasmitida en directo a todo el pa¨ªs. Calific¨®, por ejemplo, de 'imprudentes' las decisiones de varios obispos que hab¨ªan encubierto a los depredadores sexuales 'opacando' con ello las buenas obras de una mayor¨ªa'. Decisiones, dijo, que nos han 'enfurecido a todos'. En otro momento de su intervenci¨®n se refiri¨® a la necesidad de resolver 'de una vez por todas' el abuso sexual entre el clero, comprometi¨¦ndose a establecer la protecci¨®n de los menores como la principal prioridad de la Iglesia.
La f¨®rmula para erradicar la pederastia es el tema central de la reuni¨®n de 288 obispos de EE UU que se celebra en Dallas, abierta al p¨²blico por primera vez desde 1919. El debate gira en torno a si se debe o no suspender o expulsar a un sacerdote que haya sido acusado una sola vez. El sector m¨¢s conservador, aferrado a la noci¨®n de que el arrepentimiento mueve monta?as, opina que se le debe dar una segunda oportunidad para evaluar si se trat¨® de un hecho aislado o un patr¨®n de conducta. La mayor¨ªa de los cat¨®licos de EE UU -un 80% de los 65 millones que tiene esta religi¨®n, seg¨²n las ¨²ltimas encuestas- est¨¢ a favor de la llamada 'tolerancia cero', seg¨²n la cual no se deben tolerar 'grados' de pederastia ni permitir excepciones.
Distancias enormes
La pol¨ªtica que resulte de la votaci¨®n tendr¨¢ alcance nacional y deber¨¢ ser aprobada en ¨²ltima instancia por el Vaticano. La tarea de los obispos es, ante todo, la de reconciliar las leyes divinas con las humanas, el derecho can¨®nico con el derecho civil. Las distancias filos¨®ficas son enormes. El precepto cat¨®lico de que no hay pecado que no pueda ser perdonado est¨¢ en contradicci¨®n directa con el fundamento de las leyes civiles de que todo delito debe ser castigado.
Es un contencioso que se pod¨ªa haber resuelto hace casi dos d¨¦cadas, como admit¨ªa ayer el obispo Gregory al entonar el mea culpa. La pederastia se trat¨® en secreto en la asamblea de la Conferencia Episcopal de 1985 y, en aquel momento, la jerarqu¨ªa de la Iglesia cat¨®lica de EE UU orden¨® un estudio en el que participaron psiquiatras y sacerdotes, cuyas conclusiones fueron la base de una nueva pol¨ªtica en 1992. Los cinco principios que se desprendieron de ese estudio no se han implantado debidamente, seg¨²n reconoci¨® el obispo Gregory.
De hecho, los han incumplido 111 di¨®cesis de las 178 de la Iglesia cat¨®lica romana de EE UU (hay otras 18 di¨®cesis que pertenecen a la Iglesia cat¨®lica oriental). Eso significa que la mayor¨ªa de los obispos presentes en la asamblea de Dallas han encubierto de una u otra forma a sacerdotes pederastas a lo largo de los a?os. Varias v¨ªctimas prestaron ayer emotivos testimonios sobre los abusos que hab¨ªan sufrido y las heridas que les hab¨ªan dejado.
La pregunta que se hacen las organizaciones cat¨®licas laicas es qui¨¦n va a supervisar ahora a los obispos, qui¨¦n les va a disciplinar si son ellos mismos los que ostentan el poder de decisi¨®n final. Ayer varios representantes laicos plantearon ante la asamblea episcopal la necesidad de que la pol¨ªtica de 'tolerancia cero' se extienda tambi¨¦n a los obispos negligentes.
El eco que esa propuesta pueda recibir entre los prelados es por el momento una inc¨®gnita. S¨®lo se sabe que en el borrador preliminar no consta ese punto. La decisi¨®n final de destituir a un obispo ha estado siempre en manos del Papa. Por esa raz¨®n, uno de los feligreses que subi¨® ayer al podio dijo a los obispos: 'Siento hacerles esta pregunta, sabiendo que no les va a gustar, pero, ?conf¨ªa el Vaticano en ustedes?'. Este feligr¨¦s se llama Scott Appleby.
El Papa ha destituido a cuatro obispos en los ¨²ltimos seis meses, acusados de abusar de menores. Ha supuesto una estocada a la ya debilitada credibilidad de las decenas de obispos que trasladaron de parroquia a los pederastas, a lo que se ha sumado la expulsi¨®n o separaci¨®n de 225 sacerdotes acusados de abuso sexual desde que se desat¨® el esc¨¢ndalo.
De la recuperaci¨®n de la credibilidad depende el futuro de la Iglesia cat¨®lica en EE UU. Las dudas las reflejaba un reciente titular de la revista Time: '?Puede salvarse la Iglesia?'.
No s¨®lo la imagen, la crisis de f¨¦ entre los feligreses y la de vocaciones est¨¢n en juego. Tambi¨¦n lo est¨¢ el patrimonio con el que est¨¢ haciendo frente a los cientos de demandas. La factura es de 1.000 millones de d¨®lares hasta el momento y a¨²n quedan pendientes m¨¢s de tres centenares de demandas y otras 400 que est¨¢n en v¨ªas de entablarse. La preocupaci¨®n por el dinero pareci¨® quedar ayer, sin embargo, en un segundo plano, al menos a juzgar por su ausencia en el discurso del presidente de la Conferencia Episcopal. 'Los fallos del pasado no se pueden repetir. Es necesaria la reconciliaci¨®n para sanar las profundas heridas en la Iglesia. Nosotros, que hoy pedimos perd¨®n, debemos dar el ejemplo perdonando', afirm¨® el obispo Gregory.
De parroquia en parroquia
La cantidad de sacerdotes implicados en delitos de pederastia habla de las proporciones del esc¨¢ndalo: 866 han sido formalmente acusados en las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas, y otros 570 sacerdotes fueron suspendidos o expulsados, 225 de los cuales lo han sido desde que en enero sali¨® a la luz p¨²blica el caso de un cura de Boston que abus¨® de 130 menores, la mayor¨ªa ni?os. Los abogados de las v¨ªctimas sostienen que la cifra real de acusados sobrepasa los 1.500, pero muchos afectados a¨²n no han entablado denuncias. Hay 300 demandas en curso y otras centenares en v¨ªas de entablarse. La di¨®cesis con m¨¢s casos es la de Kentucky, con 122 demandas. Le sigue Boston, con 73, New Hampshire, 41; Rhode Island, 38, y California, 25. Hay investigaciones abiertas en 40 de los 50 Estados. Y de las 178 di¨®cesis que tiene en EE UU la Iglesia cat¨®lica romana, en al menos 111 los obispos permitieron que muchos pederastas se trasladaran de parroquia en parroquia, en vez de prohibirles que siguieran ejerciendo su ministerio. La raz¨®n articulada una y otra vez por la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica ha sido el desconocimiento que exist¨ªa a?os atr¨¢s sobre la enfermedad y la creencia de que con arrepentimiento, oraciones y terapia de rehabilitaci¨®n los ofensores pod¨ªan reintegrarse.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.