Alegato del h¨¦roe an¨®nimo
Los lectores de Ll¨¦vame contigo no podr¨¢n olvidar nunca a sus protagonistas: dos adolescentes, Asaf y Tamar, y un perra llamada Dinka. Tampoco a la monja Teodora, la restauradora Leah, el drogadicto Shai, el bandido Pesaj y los dem¨¢s personajes secundarios que pueblan esta novela del escritor israel¨ª David Grossman. Ll¨¦vame contigo arranca con una parsimonia sorprendente en estos tiempos en que parece obligatorio que toda narraci¨®n tenga un comienzo fulgurante, va desarrollando paso a paso su magia en el mundo y submundo hebreos de Jerusal¨¦n y termina siendo una gran historia sobre el valor y la generosidad individuales. Y si el valor y la generosidad son, al fin y al cabo, el argumento de toda buena novela, la cosa tiene mucho mayor inter¨¦s en estos tiempos en general y en el contexto de Tierra Santa en particular.
LL?VAME CONTIGO
David Grossman Traducci¨®n de Ana Mar¨ªa Bejarano Seix Barral. Barcelona, 2002 541 p¨¢ginas. 20 euros
Ya hacia el final, Asaf, el protagonista masculino de la novela de Grossman, le dice a Tamar, la protagonista femenina: 'Como el ego¨ªsmo es algo que todos compartimos, entonces precisamente cuando logro vencerlo es cuando noto que soy diferente, ?no?'. Es una reflexi¨®n mucho m¨¢s compleja de lo que parece, sobre todo en nuestros d¨ªas. No es tan sencillo combatir el ego¨ªsmo en una ¨¦poca que ensalza las v¨ªas f¨¢ciles, las que implican el menor esfuerzo, dolor y sacrificio, las que proporcionan el m¨¢ximo y m¨¢s instant¨¢neo confort o placer personales. No es nada sencillo, no, desmarcarse del reba?o manso y hedonista de las muchedumbres de individuos occidentales para hacer lo que se debe hacer.
Asaf hace en la novela de Grossman lo que tiene que hacer: intentar devolver una perra perdida, Dinka, a su due?a. En cualquier momento podr¨ªa abandonar esa complicada misi¨®n sin que nadie se lo reprochara, pero ni se le pasa por la cabeza. Sigue adelante con la b¨²squeda de la que resultar¨¢ ser Tamar, que a su vez tambi¨¦n est¨¢ buscando a su hermano, Shai, para rescatarlo de la drogadicci¨®n y del patio de Monipodio jerosolimitano que dirige Pesaj. Y si David Grossman nos ofrece con Asaf un h¨¦roe del deber, con la compleja y enigm¨¢tica Tamar nos regala un ejemplo de hero¨ªna que no lo espera todo de los dem¨¢s -familia, comunidad o Estado-, sino que pone manos a la obra.
Vivimos una ¨¦poca sin grandes
proyectos o sue?os de redenci¨®n colectiva. Ning¨²n l¨ªder, ning¨²n pa¨ªs, ninguna ideolog¨ªa, ning¨²n modelo pol¨ªtico, socioecon¨®mico o cultural son capaces de entusiasmar a millones de personas desde Nueva York hasta Jerusal¨¦n, pasando por Par¨ªs, Casablanca y Mosc¨². Se dir¨ªa que estamos -ojal¨¢ temporalmente- en la hora de las microsoluciones, de intentar salvar el ¨¢rbol o la ballena en peligro que cada cual tiene al lado. Y esto es lo que hace Tamar, que, pasando de sus padres y de la Polic¨ªa, decide embarcarse en una peligrosa aventura individual para redimir a Shai.
Si cada cual hiciera lo que debe y puede hacer, ¨¦ste ser¨ªa un mundo algo mejor: tal es el mensaje de la novela de Grossman. ?Pero qu¨¦ hacer entonces con la rabia ante la falta de sentido y de justicia de nuestro mundo? Asaf da esta repuesta: 'Lo que hago es colocar una botella en una roca y hacer punter¨ªa tir¨¢ndole piedras. Me paso all¨ª una o dos horas, me cargo veinte o treinta botellas, y eso me ayuda. Me deja como nuevo'. Y a?ade enseguida: 'Una soluci¨®n de gilipollas'. Pero Tamar le da la r¨¦plica que se impone: 'T¨² no eres gilipollas. ?Me llevar¨¢s un d¨ªa all¨ª? Con gusto me cargar¨ªa ahora unas cuantas botellas'.
En Ll¨¦vame contigo, Grossman muestra la madurez de su sabidur¨ªa de narrador. ?l mismo lo advierte al principio, cuando el lector se est¨¢ preguntando de qu¨¦ diablos va su novela. Escribe el israel¨ª: 'No, no, no', protest¨® la mujer batiendo palmas, 'no hay historia que sea tonta. S¨¢bete que todo lo que se cuenta llega a juntarse en alg¨²n punto a una gran verdad, aunque aparentemente nos resulte incomprensible'. Un par de cientos de p¨¢ginas m¨¢s all¨¢, el lector descubre que la de Grossman no es una historia tonta, sino de las que cuentan una gran verdad. Y comienza a entender que esa gran verdad le produce alivio porque le devuelve la esperanza.
El mundo est¨¢ lleno de personajes maravillosos como Asaf y Tamar, que se arremangan sin alharaca para resolver problemas inmediatos y cotidianos en apariencia insolubles. Y tambi¨¦n de seres como la perra Dinka que saben mostrarles el camino. ?stos, y no los l¨ªderes, son los aut¨¦nticos h¨¦roes contempor¨¢neos.
El apoliticismo es el mensaje pol¨ªtico
EN UNA RECIENTE entrevista con Los Angeles Times, Grossman record¨® que lleva a?os sin hacer un libro directamente pol¨ªtico y anunci¨® que piensa seguir as¨ª. 'Hay una fuerte tendencia a interpretar todos los libros israel¨ªes, los m¨ªos o los de Amos Oz o los de A. B. Yehoshua, como declaraciones pol¨ªticas, y no lo son', dijo. La situaci¨®n en Tierra Santa, a?adi¨® el escritor, muy cr¨ªtico con la ciega, cruel y, en el fondo, suicida brutalidad de Ariel Sharon, es 'muy, muy extrema', pero ¨¦l va a intentar 'evitar la tentaci¨®n' de escribir sobre ella. 'En estos momentos intento purificar mi literatura de los venenos de esta realidad. Quiero escribir sobre cosas que son m¨¢s importantes: los matices de las relaciones, el amor, los padres y los hijos, las familias...'. Grossman se declar¨® muy contento de haber hecho con Ll¨¦vame contigo una novela 'sobre los chicos, el amor, la m¨²sica y el lloro, todas las cosas buenas'. Casado y con tres hijos, de edades pr¨®ximas a los de los protagonistas de Ll¨¦vame contigo, Grossman ha escrito con esta novela tan poco pol¨ªtica -apenas hay referencias al conflicto que ensangrienta Jerusal¨¦n- toda una declaraci¨®n pol¨ªtica. ?sta se resume en la necesidad de mantener la llama de la esperanza. En la vida particular de cada cual y en la vida de los pueblos. La esperanza es lo que mueve a Asaf y Tamar, los protagonistas de su novela, y es lo que les convierte finalmente en ganadores. 'Tanto israel¨ªes como palestinos nos merecemos una vida de otro tipo', declar¨® recientemente el escritor a este peri¨®dico. ?l no ha perdido la esperanza en que los descendientes de Abraham vivan alg¨²n d¨ªa en paz, como buenos vecinos que se reparten la misma planta de un edificio, se saludan en el rellano, se piden aceite y se invitan a las fiestas.
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