Un maestro con los halcones
Un joven pone en marcha en Granada la primera escuela de cetrer¨ªa de Espa?a
Daniel L¨®pez Mart¨ªnez es un maestro de la cetrer¨ªa. En todos los sentidos. Es un maestro porque conoce como nadie el mundo de los halcones, b¨²hos, gavilanes, ¨¢guilas, etc¨¦tera, y es un maestro porque desde el a?o pasado da clases y dirige la Escuela de Cetrer¨ªa Mulhac¨¦n, el primer y ¨²nico centro de este tipo en todo el territorio espa?ol.
Daniel, cetrero del aeropuerto de Granada, lleva toda su vida entre rapaces y hoy pocos pueden presumir de saber tanto de estas aves como ¨¦l. Es todo un experto capaz de averiguar c¨®mo est¨¢ una de sus aves con s¨®lo ver c¨®mo se comporta durante unos segundos.
Ahora, Daniel L¨®pez, con poco menos de 30 a?os y m¨¢s de 20 entre rapaces, se ha decidido a explicar lo que sabe. Y, aunque parezca mentira, reconoce que algunos cetreros no lo miran con especial simpat¨ªa porque, dice, 'el cetrero es una persona muy celosa de sus conocimientos y al que le gusta guardar los secretos de su arte, como si fuera un mago'. ?l est¨¢ convencido de que trasmitir lo que se conoce es lo mejor que puede hacer a favor de la cetrer¨ªa, 'la caza de presas mediante utilizaci¨®n de rapaces adiestradas'. En realidad, hoy d¨ªa tiene una variante m¨¢s, seg¨²n este joven especialista: 'Adem¨¢s de aquellos a los que les gusta cazar con estas aves, hay muchos aficionados que salen al campo s¨®lo por el placer de ver volar a su rapaz'.
'La cetrer¨ªa est¨¢ viviendo', cuenta L¨®pez, 'su renacer y se encuentra en un momento de expansi¨®n'. Aunque a¨²n minoritaria, las cifras no son tan escasas como pudiera pensarse: en Granada, por ejemplo, hay 59 cetreros inscritos en la Delegaci¨®n de Medio Ambiente, donde constan m¨¢s de 150 rapaces en manos de aficionados.
La escuela de cetrer¨ªa puesta en marcha por Daniel L¨®pez tiene entre sus objetivos que esta afici¨®n crezca ordenadamente: 'Hay mucha gente en este mundo que, en realidad, no son aut¨¦nticos profesionales. Adem¨¢s, antes de esta escuela, si alguien estaba interesado en aprender algo de cetrer¨ªa, era una tarea imposible si no dabas con alguien iniciado que te quisiera ense?ar'.
?ngel, polic¨ªa de profesi¨®n y cetrero aficionado, ha sido uno de los tres primeros alumnos que ha concluido el primer curso de la escuela de cetrer¨ªa que dirige Daniel L¨®pez. ?ngel est¨¢ entusiasmado con su experiencia. Nunca hab¨ªa tenido relaci¨®n alguna con la cetrer¨ªa y, ahora, est¨¢ a punto de comprarse su primera rapaz y someterse al examen de la Junta de Andaluc¨ªa para coseguir la licencia de cetrero. Entre los conocimientos que ha adquirido, adem¨¢s de teor¨ªa y pr¨¢ctica sobre el adiestramiento de las aves de presa, est¨¢ la historia de la cetrer¨ªa, la legislaci¨®n aplicable a este deporte, los fundamentos del 'comportamiento ¨¦tico del cetrero', nociones b¨¢sicas de veterinaria sobre las aves de presa y guarnicioner¨ªa. Para este ¨²ltimo punto, Daniel cuenta con la ayuda de Francis ?lvarez, cetrero tambi¨¦n del aeropuerto y t¨¦cnico en guarnicioner¨ªa cetrera, es decir, en confecci¨®n de guantes, caperuzas o se?uelos.
Nueva profesi¨®n de 4.000 a?os
La cetrer¨ªa est¨¢ hoy a mitad de camino entre el arte, el deporte y, en casos contados, una profesi¨®n. Seg¨²n los primeros testimonios que existen, la cetrer¨ªa naci¨® en Asia hace casi 4.000 a?os; cuentan que la practic¨®, por ejemplo, Gengis Khan en Mongolia. Khan, abandonado en el desierto, captur¨® un halc¨®n al que ense?¨® a cazar para ¨¦l. Aqu¨ª en Espa?a, en la ¨¦poca medieval, la cetrer¨ªa vivi¨® su ¨¦poca de oro. De hecho, dicen las cr¨®nicas que a principios del siglo XV, quien m¨¢s ganaba en la corte espa?ola era Pero L¨®pez de Ayala, cetrero mayor. Hoy, como entonces, la cetrer¨ªa tiene tambi¨¦n su lado l¨²dico y su lado profesional. Mientras unos la aprenden con un fin deportivo o de recreo, otros hacen una profesi¨®n de ella. En este caso, Daniel L¨®pez recuerda que fue F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente quien sac¨® del olvido la cetrer¨ªa y quien le dio una perspectiva profesional cuando la implant¨® en el aeropuerto de Barajas para ahuyentar a las aves susceptibles de introducirse en los motores de los aviones. El padre de Daniel, a?os despu¨¦s, fue quien la introdujo en el aeropuerto de Granada, el segundo de Espa?a en hacer uso de estas pr¨¢cticas. Hoy, cada uno de los 365 d¨ªas del a?o, varias de las 18 rapaces que viven en el aeropuerto de Granada salen cada d¨ªa a volar un rato por las pistas, siempre de manos de sus cetreros, para recordarles a otras aves que la zona es privativa suya y que m¨¢s les vale no volar por all¨ª. Pero, adem¨¢s de en los aeropuertos, el oficio de los cetreros est¨¢ adquiriendo nuevas dimensiones. Por ejemplo, las rapaces se est¨¢n utilizando ya para espantar aves cerca de grandes edificios y evitar que choquen contra los cristales. Adem¨¢s, otro uso muy extendido est¨¢ en los numerosos pueblos de Andaluc¨ªa que est¨¢n inundados de palomas, uno de los platos preferidos de los halcones. En su d¨ªa, los ayuntamientos llevaron algunas decenas de palomas para animar las plazas de los pueblos; el descontrol no tard¨® en llegar y las pocas decenas se convirtieron en centenares. Las rapaces saben c¨®mo darle una soluci¨®n al problema y los cetreros cada vez son m¨¢s demandados para ello.
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