'En el amor genuino se puede ser infiel sin necesidad de ser desleal'
Orador brillante y autor polifac¨¦tico, H¨¦ctor Aguilar Cam¨ªn ha cultivado el ensayo, el periodismo (preside el consejo de la revista Nexos) y la novela (va por la s¨¦ptima). Mexicano de nacimiento (en 1946), acaba de llegar de Lisboa ('est¨¢ floreciente, como Madrid a finales de los ochenta') con su mujer, la tambi¨¦n escritora ?ngeles Mastreta, y sus hijos para presentar su ¨²ltima novela, Las mujeres de Adriano (Alfaguara), una obra en la que su protagonista, un historiador, elude las convenciones y es capaz de amar (y ser amado) al mismo tiempo por cinco mujeres, que lo acompa?ar¨¢n intermitentemente el resto de su vida ('el amor no es un estado, sino las ganas del otro que vienen y van, como el deseo'). Es una novela, desde luego, sobre el amor, pero tambi¨¦n sobre el paso del tiempo, sobre la fidelidad, la lealtad y la soledad. Al mismo tiempo que se desarrolla el relato, se cuenta la historia de M¨¦xico, desde la revoluci¨®n ('la ¨²nica en el mundo que se convoc¨® con fecha y hora y nada sucedi¨®') hasta el momento presente, moderno y cosmopolita.
'Mi personaje es un mis¨¢ntropo, no un conquistador profesional de mujeres'
'Creo que la pareja mon¨®gama funciona porque es un mito insuperable'
Pregunta. Ha contado que la novela naci¨® de una nota de prensa que ley¨® sobre un pol¨ªgamo monumental de Mexico.
Respuesta. Estuvo casado legalmente ocho veces y tuvo 42 hijos. Fue descubierto porque dos de sus hijos que iban juntos al colegio se parec¨ªan mucho y se vi¨® que eran hermanos de padre. Fue un gran esc¨¢ndalo. Pero a m¨ª me fascinaba pensar c¨®mo hac¨ªa para mantener ocho casas, ir de una mujer a otra, cu¨¢l era su coartada vital, y nunca pude descubrirlo.
P. Pues en su novela toda esa intendencia la resuelve muy bien.
R. Pero la historia real era muy exagerada para una novela y lo que hice fue contar la vida de un historiador asc¨¦tico con cinco mujeres. Esta obra es el cuento de hadas de c¨®mo las conserva a todas ellas. He intentado expresar c¨®mo puede ser un amor genuino sin ser desleal. Uno puede ser infiel por muchas razones, incluso triviales, por ocio, por gusto, por esp¨ªritu aventurero... sin comprometer en eso sus pasiones profundas. Se puede ser infiel sin necesidad de mala fe, sin ¨¢nimo de enga?ar o de burlar a la pareja propia. Y de hecho, a veces, la infidelidad profundiza y renueva la relaci¨®n estable. Todas estas cosas las sabemos y, sin embargo, sigue dominando el arquetipo de la pareja mon¨®gama.
P. Entonces, ?por qu¨¦ ese aferrarse a la monogamia?
R. Porque es un mito insuperable. Eso de que dos personas se tengan el uno al otro, desde la primera mirada hasta el final, es un mito lleno de belleza y armon¨ªa. El ¨²nico defecto es que no se corresponde con la realidad. Tambi¨¦n es verdad que el momento de la incandescencia amorosa es tremendamente posesivo y generoso en su entrega. Ese decirse soy tuyo y t¨² m¨ªo es el gran momento amoroso, si no hay eso no queda m¨¢s que el mundo un tanto higi¨¦nico de la actividad sexual.
P. No hay ninguna descripci¨®n er¨®tica en esta novela, en la que tanto abunda la pasi¨®n amorosa.
R. No hay nada m¨¢s dif¨ªcil y m¨¢s lleno de riesgos que una puntual descripci¨®n er¨®tica. Si no eres capaz de sugerir el erotismo por otros caminos, es un riesgo muy grande intentar descubrirlo mediante los actos sexuales. No hay nada tan dif¨ªcil de describir como el erotismo sin caer en el rid¨ªculo o en la ginecolog¨ªa.
P. Eso de que un hombre tenga cinco mujeres ya es un punto de partida muy masculino.
R. Seguramente lo es. Pero en principio no pienso que los hombres sean m¨¢s infieles o que tengan m¨¢s amores que las mujeres. Adem¨¢s, es una cuesti¨®n de estad¨ªstica, ?con qui¨¦n son infieles los hombres?, y matem¨¢tica, uno m¨¢s uno son dos.
P. En la novela usted se esfuerza por distinguir al personaje, Adriano, de un donju¨¢n.
R. Es que no he querido hacer un donju¨¢n. Mi personaje es un mis¨¢ntropo, un solitario, un hu¨¦rfano que est¨¢ lejos de ser un conquistador profesional de mujeres. Y las que tiene en su vida, en realidad podr¨ªamos decir que le conquistan a ¨¦l. Es desde la mirada de un solitario desde donde quise explorar las posibilidades de la variedad y plenitud amorosas. Es un repertorio del amor en todas sus fases: la del deseo, la compa?¨ªa y, al final, la amistad.
P. ?Hay algo de autobiogr¨¢fico?
R. S¨ª, el mundo de mis sue?os. Me hubiera gustado tener esas cinco mujeres.
P. El imperio afectivo de Adriano se derrumba en cuanto aparece la enfermedad en una de sus mujeres.
R. La enfermedad te recluye en ti mismo. El amor es todo lo contrario, te saca de ti mismo y te lleva a otros. Por desgracia, no hay impulso de vida, ni por lo tanto de amor, en la enfermedad.
P. ?Tampoco en la vejez?
R. La vejez es una enfermedad con plazos fatales, que le recluye a uno en s¨ª mismo. Creo que nuestros mayores no nos han contado de qu¨¦ trata realmente la vejez. Pero, entre otras cosas, consiste en irte desenganch¨¢ndote de los otros y en perder las posibilidades que abre el deseo.
P. En la novela aparece tambi¨¦n la historia de M¨¦xico.
R. Es parte del andamiaje invisible de la novela. La secuencia de los amores de Adriano es la secuencia del siglo en el que vive. El M¨¦xico posrevolucionario que huele a¨²n a p¨®lvora. El de los a?os cuarenta, un pa¨ªs civil de abogados trapaceros. El de los sesenta, con una incipiente vida intelectual, y los ¨²ltimos a?os, los de un M¨¦xico moderno con unas juventudes universitarias muy consolidadas. Tambi¨¦n el pa¨ªs corrupto y el de los grandes esc¨¢ndalos p¨²blicos.
P. Y el pa¨ªs con una vida familiar muy libertina
R. Mar¨ªa F¨¦lix fue una mujer que vivi¨® con una absoluta libertad sexual, desde muy joven a muy vieja. Ten¨ªa las historias que quer¨ªa y las que necesitaba. Con 35 a?os, y casada, tuvo un novio venezolano al que llamaban El Gato que se mor¨ªa por ella. Lleg¨® un d¨ªa El Gato a su casa, desesperado. La asistenta le avis¨® a Mar¨ªa, y ella, ante la mirada de su marido, dijo: 'Nunca me han gustado los gatos, nunca he tenido un gato, as¨ª que d¨ªgale a ese se?or que se vaya'. Su marido la mir¨® y siguieron cenando tranquilamente.
![H¨¦ctor Aguilar Cam¨ªn (en el centro), junto a Emma Rodr¨ªguez y Clara S¨¢nchez (izquierda), Concha Garc¨ªa Campoy, Eulalia Ram¨®n y Elvira Lindo (a la derecha).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/PU72CGVWMTACJRRQ5ZHE5DSU4Q.jpg?auth=12db69fce79ff1c9f06f52c1c1b1fe5755b628d16683d075bbdebae406c88272&width=414)
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