Corea pretende el pen¨²ltimo milagro
A los surcoreanos ya nada les parece imposible, ni siquiera ganar a Alemania, un gigante con tres t¨ªtulos y seis finales
La vieja y fiable Alemania se mide hoy con la inexperta Corea del Sur, primer pa¨ªs asi¨¢tico que alcanza las semifinales de la Copa del Mundo. S¨¦ul espera con ansiedad un partido inesperado, el m¨¢s improbable del torneo, salvo que los coreanos prosigan su milagrosa trayectoria y lleguen a la final de Yokohama. A estas alturas, la naci¨®n ha desechado cualquier prevenci¨®n. Han visto tanto, han disfrutado tanto, que nada les parece imposible. En Se¨²l vuelven a prepararse los escenarios tradicionales de las grandes celebraciones. Es una ciudad expectante e ilusionada que ya se ha lanzado a las calles para celebrar las victorias sobre Portugal, Italia y Espa?a. ?Por qu¨¦ no Alemania?, se pregunta la gente de a pie. Hay tanto entusiasmo que la escala futbol¨ªstica se ha ido al carajo. Corea, que gan¨® su primer partido en un Mundial hace menos de un mes, se considera en disposici¨®n de ganar al gigante del f¨²tbol que ha conseguido tres t¨ªtulos y ha disputado seis finales.
Los alemanes se sienten seguros. Es una cualidad que nunca les falta, incluso en los peores tiempos. Discretos equipos alemanes han llegado mucho m¨¢s lejos de lo que cualquier aficionado se atrever¨ªa a pronosticar. Los buenos han sido una garant¨ªa. ?ste figura entre los m¨¢s mediocres, pero no ha fallado en su sencillo camino hasta la semifinal. Y cuesta creer que cometa un error con Corea del Sur: por historia, por f¨ªsico, por jugadores, a pesar de todo. Tambi¨¦n le favorece el menor gasto de energ¨ªa. Frente a los largos y angustiosos partidos que han disputado los coreanos, dos partidos de 120 minutos en una semana, Alemania llega fresca, sin m¨¢s problemas que sus evidentes defectos en el juego.
Si alg¨²n equipo resulta inquietante para Corea ¨¦se es Alemania. Ninguna selecci¨®n es m¨¢s temible all¨ª donde los locales son m¨¢s d¨¦biles: en el juego a¨¦reo, en el choque, en todo lo que suponga kilos y cent¨ªmetros. Precisamente lo que les sobra a los alemanes. Hasta el momento han hecho de la Copa del Mundo un festival cabeceador. Klose ha marcado cinco goles, todos ellos elev¨¢ndose con una seguridad asombrosa, perfectos cabezazos que hoy tendr¨¢ ocasi¨®n de repetir en las faltas que buscar¨¢n incesantemente los alemanes. Si no es Klose, ser¨¢ Ballack, o Metzelder, o cualquiera de sus torres. Y si el asunto se pone feo, habr¨¢ tiempo para Bierhoff, Bode o Jancker.
Corea deber¨ªa temer al monotema del rival. No hay equipo que desconozca cu¨¢l es el registro alem¨¢n. No importa: sus centros resultan casi indefendibles. Acuden con tanta fe, con tanta potencia, con tanta gente, que dan ganas de sacar bandera blanca. Sin embargo, Corea conf¨ªa en algunos factores. El primero es el escenario. Por primera vez en el Mundial jugar¨¢ en Se¨²l, la capital del pa¨ªs. Ser¨¢ un estadio en rojo, 70.000 fan¨¢ticos alentando a un equipo que hasta el momento no les ha defraudado. En el orden puramente futbol¨ªstico, suele ser aconsejable un alto porcentaje de posesi¨®n de la pelota para impacientar a los alemanes y sacarles del partido que quieren. En este aspecto, Corea s¨®lo fall¨® frente a Espa?a. En el resto de los encuentros, su estad¨ªstica de posesi¨®n le result¨® muy favorable.
Alemania teme a este tipo de equipos, como sucedi¨® frente a Estados Unidos, que jug¨® sin complejos y mucho pase corto. El problema de Corea es que apenas logra generar oportunidades. Contra Italia s¨®lo tuvo dos, convertidas en gol. Ante Espa?a, se redujo a una, la que rechaz¨® Casillas en una espl¨¦ndida intervenci¨®n. Por lo que parece, el nivel de energ¨ªa de los coreanos es menor en cada partido. No es la mejor noticia para el duelo de hoy, pero es dif¨ªcil pensar en nada imposible. De lo contrario, Corea no estar¨ªa en las semifinales, cota a la que no estaba llamada antes del Mundial.
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