Credibilidad
Cuando las grandes empresas espa?olas comenzaban a aplicar de forma m¨¢s o menos decidida directrices de buen gobierno como las apuntadas en el C¨®digo Olivencia (separaci¨®n de la presidencia y la funci¨®n ejecutiva, comit¨¦s independientes de auditoria interna, transparencia en remuneraciones...) se vuelve a desatar la crisis de confianza en las cuentas empresariales a ra¨ªz del fiasco de WorldCom.
La base de la desconfianza de los mercados de valores no reside s¨®lo en las dudas sobre la capacidad de las grandes empresas para generar beneficios. Las variables a las que se enfrenta el mercado son m¨²ltiples, incluy¨¦ndose la valoraci¨®n que el mismo realiza tanto del riesgo geopol¨ªtico como de la situaci¨®n macroecon¨®mica e incluso de la mayor o menor brillantez de los equipos directivos en el desarrollo de sus funciones.
Sin embargo, en la vertiente de la credibilidad de la gesti¨®n, el mercado no dispone a¨²n de ecuaci¨®n alguna que permita valorar la mayor o menor rectitud de los gestores, y con ¨¦sta la probabilidad de que las cuentas reflejen la imagen fiel de la situaci¨®n patrimonial. Hasta ahora la labor quedaba en manos de los auditores. Empero, la crisis de Enron y la de WorldCom supuso el final de la confianza ciega que el mercado depositaba en su labor, credibilidad que parece dif¨ªcil que se recupere a corto plazo.
Por tanto, la adaptaci¨®n de la gesti¨®n a las directrices de los c¨®digos de buen gobierno se hace imprescindible. Pero no deber¨ªamos quedarnos s¨®lo en las definidas en el C¨®digo Olivencia, claro deudor de las recomendaciones de los informes Hampel y Cadbury del mercado brit¨¢nico. Los sucesos recientes, la trascendencia de las decisiones contables y la relevancia de lo que ocurre en el mercado burs¨¢til sobre el resto de la econom¨ªa requieren de pasos m¨¢s ambiciosos. La tan sacralizada creaci¨®n de valor para el accionista deber¨ªa permitir tambi¨¦n que el inversor no deje solamente su dinero en manos de los directivos, sino que tambi¨¦n deposite en ellos su confianza.
Rodrigo Buenaventura e Ignacio de la Viuda son consultores de Administraciones P¨²blicas y AFInet (Grupo Analistas
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