Brasil celebra el 'sue?o imposible'
Miles de personas se lanzan a las calles del pa¨ªs tras una noche en vela y un amanecer glorioso
En Jap¨®n, en el autob¨²s que le llevaba de regreso al hotel, debidamente sacramentado campe¨®n mundial, Ronaldo se confes¨® cansado. 'Todav¨ªa no me he dado cuenta de lo que pas¨®', dijo el fen¨®meno. Todo Brasil lo vio, en una transmisi¨®n en directo por la tele. Y, de una manera rara, lo entendi¨®: el pa¨ªs estaba paralizado por la euforia, mientras en Jap¨®n, Juninho cantaba sin talento, Rivaldo hac¨ªa como si dormiese, Ronaldinho insist¨ªa en demostrar dotes musicales que nadie descubri¨®. El pentacampeonato era una realidad, un sue?o palpable, real, confirmado.
Hab¨ªa una mezcla de cansancio y euforia en aquel autob¨²s, en una atm¨®sfera muy similar a la que se registraba en Brasil: multitudes en las calles cantando y vibrando, luego de una noche mal dormida y de un amanecer tenso, nervioso. Todos un poco mareados por lo que vieron, rotos por el esfuerzo de creer.
La primera voz que oy¨® el presidente Cardoso al otro lado del tel¨¦fono fue la del rey Juan Carlos
Pero en el alma de cada uno, tanto de los que estaban en Jap¨®n como de los que se derramaban por las calles de todas las ciudades de Brasil, una certeza: campeones una vez m¨¢s. Los fuegos artificiales estallaban sin cesar celebrando con alegr¨ªa el alegre juego de los brasile?os al otro lado del mundo.
Este domingo ha sido, m¨¢s que cualquier otro, un d¨ªa especial: 170 millones de brasile?os cansados (acompa?ar un Mundial exige concentraci¨®n a horas muy raras) han pasado la jornada comemorando la conquista. A media tarde, hab¨ªa de todo un poco: una multitud reunida en el Pelourinho, en Salvador de Bah¨ªa, otra entre Copacabana e Ipanema, en R¨ªo de Janeiro, otra en la normalmente burocr¨¢tica Avenida Paulista, en S?o Paulo. El pa¨ªs celebraba lo que hasta hace dos meses era considerado imposible: el triunfo en el Mundial.
Se mirase por donde se mirase, en Brasil hab¨ªa gente que hab¨ªa trasnochado -muchos pasaron en vela la noche del s¨¢bado, fiesta de San Pedro, al domingo- celebrando lo que en un principio se consideraba intangible, pero que a partir del partido y el juego contra Inglaterra se torn¨® obsesi¨®n.
Hubo perd¨®n para todos, incluido Luis Felipe Scolari, el discutido entrenador. Para una defensa en la que nadie cre¨ªa, para un medio del campo inexistente. Y principalmente hubo gloria para Ronaldo, el que volvi¨® de las cenizas, para Roberto Carlos, Caf¨² y el hasta ahora oscuro Kleberson, adem¨¢s de Rivaldo y Ronaldinho. El arquero Marcos se consagr¨® como una especie de s¨ªmbolo de resistencia y de fortuna.
En un a?o de Mundial, nada concentra m¨¢s atenciones que la selecci¨®n, el esquema del entrenador, el estado f¨ªsico de uno o de otro jugador. Y cuando el torneo empieza, el pa¨ªs se para y se concentra. Este a?o, hubo una novedad: la mala racha que se pas¨® desde las eliminatorias hasta la llegada al Mundial ha sido fuente de des¨¢nimo.
A partir del partido frente a Inglaterra, el pa¨ªs cambi¨®. Claro est¨¢ que la econom¨ªa entr¨® en un remolino, que la moneda, el real, se desplom¨® frente al d¨®lar, que la campa?a electoral cobr¨® importancia. Pero no hubo nada, ni nadie, capaz de disminuir la tensi¨®n motivada por lo que hac¨ªan, al otro lado del mundo, los integrantes de la selecci¨®n brasile?a.
Al final de la tarde de ayer, una riada de muchachos y muchachas invad¨ªan las playas, todos cansados, todos tensos, todos emocionados. Porque, al fin y al cabo, ganar un Mundial por quinta vez cansa a cualquiera. Mientras, el presidente de Brasil recib¨ªa la primera de las m¨²ltiples felicitaciones que le llegaron. Al otro lado del tel¨¦fono, la voz escuchada era la de Don Juan Carlos, el rey de Espa?a.
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