Municipales
En 1935 sal¨ªa a la calle un libro con el t¨ªtulo de La democracia vasca. La escrib¨ªa J. de Urkina, m¨¢s conocido por Aitzol (Jos¨¦ de Ariztimu?o), sacerdote, miembro del PNV, animador del sindicalismo cat¨®lico nacionalista (SOV, hoy ELA) y promotor de una idea de cultura vasca popular-bertsolarista (lo que le enfrent¨® a los poetas en euskera m¨¢s se?alados del momento, y colegas de partido, Lizardi y Lauaxeta). En 1936, en plena sublevaci¨®n, intentando ponerse de acuerdo con los carlistas, fue apresado en Pasajes y fusilado-asesinado en Hernani.
La suya era una idea que pretend¨ªa alejarse del 'modelo anglosaj¨®n' (l¨¦ase liberal) y del estatismo nazi. En definitiva, produjo un ideal de r¨¦gimen, que llam¨® 'democracia vasca' de tipo corporativo, aristocratizante y jer¨¢rquico, una cosa parecida a la propuesta corporativa del padre Aspiazu, ide¨®logo del franquismo.
Aitzol rebaj¨® mucho la idea de democracia, hasta hacerla org¨¢nica (los que vivimos contra Franco, siempre mucho peor, sabemos de ello), y la llam¨®, para deshonra de los vascos, 'democracia vasca'. (?La nuestra una democracia org¨¢nica? Que sea democracia a secas, y nos basta). En aquella idea -hablamos de los a?os treinta- no se conjugaba democracia con libertad e individuo, sino con jerarqu¨ªa y comunidad. Fue un hombre de su tiempo que se aline¨® con las ideas corporativas de Miha?l Mano?lesco, ide¨®logo del corporativismo 'puro' e 'integral' en el que se inspiraron fascismos de pelaje vario (el franquismo, sin ir m¨¢s lejos).
Pero a aquella idea de 'democracia vasca', los nuevos organicistas vascos -de la raza y del purismo de la Santa Inquisici¨®n, de la checa estalinista, del lager nazi en Arrasate, y de la revoluci¨®n cultural mao¨ªsta, o lo que sea que se entienda por ello en Lasarte, pongamos, pasada por Eugenio Etxebeste Antxon, o por Jos¨¦ Azurmendi-, digo que estos nuevos organicistas han dado una vuelta de tuerca a la idea ya originalmente perversa. No basta ya con que la democracia sea indirecta, familiar ('de fogueras', dice Aitzol) y todo eso. Resulta un poco antiguo. Lo que ahora cuenta es el Miedo. Esto, creo, lo han aprendido (ellos) de las SA y las SS. Eso creo. Tambi¨¦n de la mafia italiana y los narcotraficantes colombianos. Una genealog¨ªa que les define (?Pobres chicos!, y malditos ide¨®logos.)
?Qui¨¦n tiene sus partes, su honor, su familia, su persona en su sitio y all¨¢ donde puedan ser da?ados? ?Qui¨¦n para presentarse a concejal este a?o que viene en nombre del PSE-PSOE o del PP est¨¢ dispuesto a arriesgar lo m¨¢s querido, lo m¨¢s preciado? Las cosas se presentan as¨ª. Ser o no ser candidato, ¨¦sa es la cuesti¨®n, pueblo a pueblo, ayuntamiento a ayuntamiento. Si no lo eres, eres un cobarde (la gente te comprende, pero t¨² sabes que has claudicado). Si lo eres, te pueden llevar por delante dejando viuda, hu¨¦rfanos, madre o novia de luto. La decisi¨®n es terrible. Definitiva en la vida de cada cual.
?Pueden considerarse libres unas elecciones planteadas en esos t¨¦rminos? Desde luego que no. Candidaturas de concentraci¨®n, ¨¦sa es la medida m¨¢s razonable. Candidaturas de unidad democr¨¢tica en todos y cada uno de los municipios. (Recuerdo todav¨ªa que hubo un tiempo en el que algunos abogamos por un Gobierno de concentraci¨®n, de unidad democr¨¢tica. Se trataba de evitar esto. Unos y otros se sintieron sobrados. ?Resultado? Llegadas las elecciones municipales, faltan garant¨ªas en el paisito para que sean democr¨¢ticas.) Lo que digo, no candidaturas de concentraci¨®n aqu¨ª o all¨¢, donde los violentos se muestran m¨¢s prepotentes. Candidaturas de unidad democr¨¢tica en todos y cada uno de los municipios. ?Acaso ser concejal del PSE en Bilbao es mejor que serlo en Valdegov¨ªa; o del PP mejor en San Sebasti¨¢n que en Durango? En todos los casos, corren peligro sus vidas, ?sus vidas! Quien no lo entienda incurre en estulticia o delito. El 38% de los votos de las elecciones municipales de 1999 est¨¢n, de facto, siendo privadas de representaci¨®n. ?Ley de Partidos? No es necesaria seg¨²n esta idea de democracia vasca (horror): los suprimimos, y, si hace falta, f¨ªsicamente.
La democracia no tiene apellidos. A¨²n menos la libertad. Es tiempo de defenderla, s¨®lo tiempo de defenderla.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.