El despertador
Llevo muchos a?os viendo esta comedia joven, que trata de la pobreza de la vida del h¨¦roe vulgar -Hamlet de h¨¦roe, Garc¨ªa de vulgar: repito, una comedia m¨¢s de antih¨¦roe- y su incapacidad para comunicarse con los dem¨¢s. El p¨²blico que lo vio conmigo el domingo en la Cuarta Pared -abarrotada- lo ha visto menos veces, o nunca, y se entusiasm¨®, lo cual me parece eficaz y bueno. Es decir, se ve¨ªan a s¨ª mismos, sus casas, su manera de vivir y trabajar: y buscaban por todos los medios los puntos en que se pod¨ªa agarrar la risa, y ese re¨ªrse de s¨ª mismos es sano, porque produce un distanciamiento. Tambien llevo muchos a?os viendo el distanciamiento.
La composici¨®n de esta obra, o su dramaturgia, est¨¢ en que los personajes no se hablan entre s¨ª, salvo al final (y tambien de una manera impersonal); cada uno de los cuatro tiene su colecci¨®n de mon¨®logos que son relatos biogr¨¢ficos, peque?os ensayos o art¨ªculos de peri¨®dico, m¨¢s que prosa de teatro (pero eso, ?qu¨¦ mas da? Ya no hay prosa de teatro, y cuando la hay suena a anticuada y falsa); no hay di¨¢logo, no hay acci¨®n dram¨¢tica: exposici¨®n, nudo y desenlace son siempre lo mismo, desde que el despertador -personaje definitivo- les saca de la cama a la vida, y la vida ya saben ellos, y nosotros, y los que no van nunca al teatro, lo que es. Una desesperaci¨®n.
Hamlet Garc¨ªa
Direcci¨®n y dramaturgia de Miguel Morillo; m¨²sica de Hard Funk Skol y Cl¨ªnica Deicida; int¨¦rpretes: F¨¦lix Estaire, Sarah Kiatipoff, Ana Moreno, Tom¨¢s del Estal. Compa?¨ªa del Teatro de Acci¨®n Candente. Sala Cuarta Pared. Madrid.
Est¨¢ bien, repito, que se hagan estas cosas. A m¨ª me aburren soberanamente -en el supuesto de que los soberanos se aburran; aunque un verano con yate debe ser espantoso-, pero me alegro de que la gente joven, como lo era este p¨²blico, empieza a aprender la lecci¨®n que les durar¨¢ toda su vida y les curtir¨¢ un poco; y quiz¨¢ les ayude a querer que todo sea de otra manera. Supongo que El hombre que se quiso matar, El malvado Carabel y las comedias de Arniches ayudaron a los nuestros en su tiempo a intentar salir del destino del despertador.
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