Radiograf¨ªa de una calle
La calle de las Egipciaques es uno de los lugares m¨¢s extra?os de nuestro callejero, empezando por el mismo nombre, con esa sonoridad rotunda, ¨¢spera, como de reniego con expectoraci¨®n. Se trata, adem¨¢s, de una calle donde no vive nadie y donde, por asombroso que parezca, es imposible gastar un euro porque no hay ni una m¨ªsera tienda. Claro que su trayecto es muy breve: nace en la calle del Hospital y muere, -de forma tan prematura como James Dean pero con menos estr¨¦pito- en la inmediatamente paralela por arriba, la calle del Carme. A pesar de su brevedad, es una calle donde siempre hay que sortear un elevado n¨²mero de cagarrutas. Digamos que como all¨ª no vive nadie y el tr¨¢nsito peatonal y rodado es menor que en las calles adyacentes, a la gente del barrio le parece menos feo hacer zurullar al perro en esta porci¨®n del mundo. Por no hablar de la cantidad de caballeros que no vacilan en desahogar aqu¨ª sus atribuladas vejigas.
Jaume Josa, bi¨®logo y profesor de historia, jur¨® encadenarse al puente de la calle de las Egipc¨ªaques, si lo derribaban
Pero, aun en el supuesto de que elimin¨¢semos los zurullos y el intenso hedor a orines felinos y humanos que a menudo exhala, esta calle solitaria seguir¨ªa siendo m¨¢s rara que un perro verde. Su escaso centenar de metros se erigen en una especie de enciclopedia abreviada de arquitectura: el g¨®tico, el barroco del XVIII, el barroco del XVIII imitado a mediados del XX y el mod¨¦rnulo ¨²ltimo modelo conviven en regocijante promiscuidad.
En cualquier caso, ser¨ªa un desprop¨®sito mencionar este curioso rinc¨®n de Barcelona sin hablar de un par de cosas. La primera es que la calle alberga el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) y la Instituci¨®n Mil¨¤ i Fontanals, de modo que, si se pasea por all¨ª, uno puede darse de bruces con una serie de personajes pose¨ªdos por el demonio del conocimiento. La segunda cosa de imperativa menci¨®n es un puente cubierto que cabalga la calle y une el CSIC con los jardines colgantes Merc¨¨ Rodoreda, pertenecientes al Institut d'Estudis Catalans (IEC). Me consta que los jardines s¨®lo contienen plantas mencionadas en las obras de la escritora, que tuvo la magnanimidad de donar sus derechos de autor a esta instituci¨®n.
En cuanto al puente... ?Qu¨¦ se puede decir de este puente, cuya rareza se halla en pasmosa harmon¨ªa con el esp¨ªritu de la calle entera, y que cuenta, como casi todo en este mundo, con ardientes partidarios y ac¨¦rrimos detractores? Tal vez la persona m¨¢s adecuada para hablar de ¨¦l sea el prohombre cuya obstinaci¨®n contribuy¨® a salvarlo del cruel derribo cuando, hace siete a?os, se llev¨® a cabo la rehabilitaci¨®n de la Biblioteca de Catalu?a y, en la Generalitat, hab¨ªa quien suspiraba por ver el puente reducido a cascotes. Jaume Josa, cuyo despacho en el CSIC da precisamente al puente de la discordia y que jur¨® encadenarse a ¨¦l y compartir su destino si lo derribaban es, am¨¦n de biol¨®go y profesor de Historia de la Biolog¨ªa en la Universidad de Barcelona, uno de esos bon vivants que parecen haber hecho suya la consigna simenoniana de 'comprender y no juzgar' y que observan el mundo y sus tragic¨®micos avatares con una mirada llena de ir¨®nica curiosidad. Ha sido delegado del CSIC en Catalu?a y, en la ¨¦poca en que fue director del departamento de publicaciones, public¨®, entre much¨ªsimos otros, un bello libro sobre tauromaquia muy citado en acreditados medios taurinos. Entrar en su despacho es toda una experiencia. Adem¨¢s de verificar la teor¨ªa seg¨²n la cual la naturaleza tiende a la entrop¨ªa, con mesas que parecen a punto de hundirse bajo un inextricable revoltijo de libros, cartapacios, revistas y objetos diversos, este lugar alberga la mayor colecci¨®n de ediciones de libros de y sobre Darwin con que uno pueda so?ar. All¨ª es posible encontrar tanto primeras ediciones en castellano de El origen del hombre, con portadas encantadoras donde el mono es rey, como una fabulosa colecci¨®n de carteles y etiquetas de An¨ªs del Mono (que empieza a fabricarse en 1870, y en el que hay que ver una ingeniosa manera de sacarle provecho comercial a la pol¨¦mica en torno a El origen de las especies, publicado en 1859) o de An¨ªs del Tigre, competidor puro y duro del An¨ªs del Mono que intenta apuntarse al fil¨®n y en cuya etiqueta se ve a un tigre cazando a un mono.
'El puente, que se construy¨® para facilitar el acceso a la informaci¨®n de un lado y otro de la calle, sostiene Josa, es el Internet de la ¨¦poca. Lo firm¨® en la d¨¦cada de 1940 Adolfo Florensa, autor de buena parte de las obras de restauraci¨®n del Barri G¨°tic. Y se utiliza a menudo, porque el departamento de Estudios Medievales del CSIC cuenta con la mejor biblioteca sobre la Edad Media, y los del IEC la consultan a menudo'.
En cuanto al pasado de la calle, el doctor Josa me informa de que antiguamente hubo aqu¨ª un convento consagrado a la pecadora arrepentida Santa Mar¨ªa Egipciaca donde, durante la Edad Media, eran recluidas las putas de la ciudad (ffembres bordelleres es la deliciosa expresi¨®n que aparece en los documentos de la ¨¦poca) los d¨ªas de la Semana Santa para que no turbaran la santidad de esas fechas con su l¨²brico comercio. Igualito que ahora: al fin y al cabo, seg¨²n nos lo recuerda Josep Maria Sans Puig, ayudante de investigaci¨®n en la Instituci¨®n Mil¨¤ i Fontanals, la ¨²ltima gran redada destinada a limpiar de putas el Nou Camp fue durante la cumbre del pasado mes de marzo.
Sepan los amantes de lo macabro que la lengua de Santa Mar¨ªa Egipciaca se conserva, junto con reliquias de otros 150 santos, en la iglesia de Vodnjan, una peque?a y apacible localidad croata.
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