El oscuro vuelo de la n¨ªnfula
En el verano de 1959, cuando terminaba aqu¨ª, en Espa?a, el rodaje de Espartaco, cay¨® en manos de Stanley Kubrick el gui¨®n que Carter Willingham escribi¨® de Lolita. Le atrap¨® tan por completo el asunto, que lo sentenci¨® como la idea que necesitaba para dar uno de esos violentos bandazos que quiebran su filmograf¨ªa. Pero la relectura de la novela de Vlad¨ªmir Nabokov le hizo ver que ese gui¨®n elud¨ªa el lado tenebroso, fr¨¢gil y tr¨¢gico, del relato hasta enmendarle la plana con un happy end ba?ado en la peor moralina de la peor censura de Hollywood, pues inclu¨ªa el demencial dislate de una boda de la n¨ªnfula Lolita y su viejo enamorado Humbert Humbert.
De aquel rechazo salt¨® la decisi¨®n de Kubrick de embarcar al propio Nabokov, padre de la criatura, en la escritura de la pel¨ªcula, lo que condujo a la paradoja de un gui¨®n menos fiel a la novela que los escritos por manos ajenas. El novelista ruso sali¨® (con mala gana aliviada por un buen salario) de su refugio suizo de Lugano y vol¨® a Los ?ngeles en enero de 1960, donde escribi¨® lenta y laboriosamente un gui¨®n recio, s¨®lido y prolijo que, con varias compresiones de tiempo, algunas rectificaciones de estructura y un aumento de dos a?os en la edad de la ni?a Dolores Haze -los 12 y medio que tiene en la novela se convierten en los 14 y medio de la actriz Sue Lyon- en el gui¨®n de rodaje de Kubrick, se convirti¨® en el filme de 1962, que hoy rescata una sala madrile?a.
LOLITA
Direcci¨®n: Stanley Kubrick. Gui¨®n: Vlad¨ªmir Nabokov, seg¨²n su propia novela. Int¨¦rpretes: James Mason, Sue Lyon, Shelley Winters, Peter Sellers, Mariane Stone, Diana Decker. Estados Unidos, 1962. G¨¦nero: drama. Duraci¨®n: 153 minutos.
Oportunismo o esc¨¢ndalo
Se entiende, por la presi¨®n de su tiempo, el aligeramiento por Nabokov y Kubrick de la carga er¨®tica transgresora que alienta en la turbadora novela. Dijo Kubrick tras su estreno, en respuesta a cr¨ªticas que le acusaron de oportunismo por hacer un filme con aura de esc¨¢ndalo, que 'Lolita se ajusta a lo que en todos mis filmes hay de inquietud social y pol¨ªtica. Habla de gente desplazada, comprometida con el rechazo al orden establecido. Los personajes de Senderos de gloria, Atraco perfecto, Espartaco, como los de Lolita, son marginados, mani¨¢ticos, asesinos o revolucionarios, que luchan por hacer un imposible, ya sea conseguir un atraco perfecto, salvar a unos condenados a muerte o derruir el tab¨² de hacer real su amor a una ni?a'.
Era inevitable entonces la conversi¨®n de esa ni?a -n¨ªnfula, en terminolog¨ªa del Humbert Humbert sombr¨ªo y de alma herida creado por el gran James Mason- amante, en adolescente, en ni?a mujer. No era a¨²n tiempo de convocar en la pantalla a la ni?a prostituta Jodie Foster de Taxi driver o a la ni?a perversa Brooke Shields de La peque?a. La inquietante Sue Lyon de Lolita tiene la astucia de una sabia seductora, un toque o gesto felino e indolente de depredadora instintiva; y hay osad¨ªa e insolencia en su capacidad para modular con gestos suaves y miniaturescos el lenguaje de la insinuaci¨®n, que hace posible la magistral escena, de poderoso erotismo subterr¨¢neo, en que cuenta en murmullo a James Mason sus juegos de verano y le convoca a jugar juntos a ellos.
La calidad y sutileza del roce er¨®tico que mueve un simple cruce de palabras y miradas da idea del destrozo en que se convirti¨® la carrera de esta joven actriz, que jam¨¢s super¨® su fijaci¨®n en el mito de la n¨ªnfula, que bord¨® y en el que qued¨® varada, atrapada en la red de su formidable tri¨¢ngulo con James Mason, que alcanza aqu¨ª uno de los brotes m¨¢s refinados de su genio, junto a la inmensa Shelley Winters. Y cuadrangul¨® el tri¨¢ngulo Peter Sellers, que exagera con destreza e introduce sin desentonar calidad de farsa en la tragedia y prepara rincones de su papel m¨²ltiple en el siguiente filme de Kubrick, el Dr Strangelove de ?Tel¨¦fono rojo? Volamos hacia Mosc¨², bandazo de su filmograf¨ªa en los ant¨ªpodas de esta Lolita, que sigue siendo gran cine e inteligente, vigoroso y arriesgado ejercicio de puesta en pantalla que nos abre al Kubrick en plena posesi¨®n de su talento.
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