La historia de un viejo idilio
El golpe militar de Augusto Pinochet retumb¨® con fuerza en la factor¨ªa de Rolls-Royce en East Kilbride, un pueblo escoc¨¦s pr¨®ximo a Glasgow. El 14 de septiembre de 1973, tres d¨ªas despu¨¦s del asalto, el comit¨¦ sindical de la empresa acord¨® enviar sendos telegramas al Ministerio de Asuntos Exteriores brit¨¢nico y a la Embajada de Chile en Londres 'en protesta por la toma de poder de la junta del Gobierno chileno elegido democr¨¢ticamente'.
Fue un gesto simb¨®lico, aprobado por unanimidad, cuyas ramificaciones dividieron al pueblo brit¨¢nico y provocaron un vuelco en la relaci¨®n entre el Reino Unido y Chile, como demuestra el periodista brit¨¢nico Andy Beckett en su libro Pinochet en Picadilly.
'Pinochet in Piccadilly: Britain and Chile's hidden history'
Andy Beckett
A los seis meses de la protesta, los empleados de Rolls-Royce tendr¨ªan su primera oportunidad de influir directamente en el curso de la historia. La factor¨ªa hab¨ªa recibido para su revisi¨®n t¨¦cnica ocho motores Avon 207 pertenecientes a una partida chilena de Hawker Hunters, el mismo modelo de avi¨®n que bombarde¨® el Palacio de la Moneda, donde muri¨® el presidente Salvador Allende.
El sindicato orden¨® el boicoteo, y los motores, al menos la mitad de ellos, quedaron abandonados a la intemperie durante cuatro a?os.
'Este episodio', escribe Beckett, 'parece un ensayo olvidado del arresto de Pinochet en Inglaterra'. El dictador permaneci¨® menos tiempo en suelo brit¨¢nico que las vitales piezas de los Hawker Hunter, pero en los 18 meses de su ¨²ltima visita a Londres, entre septiembre de 1998 y marzo de 2000, suscit¨® similares pasiones y embrollos diplom¨¢ticos, pol¨ªticos y judiciales.
As¨ª, el fondo documental de Rolls-Royce, con su detallado fichero sobre la reacci¨®n al boicoteo de East Kilbride, ayuda al autor de Pinochet en Picadilly a apuntalar su tesis sobre la mutua dependencia pol¨ªtica, econ¨®mica y militar entre el Reino Unido y Chile.
Conocido por sus investigaciones para The Guardian, Beckett, de 33 a?os, reconstruye la 'historia escondida' de ambos pa¨ªses bas¨¢ndose en documentos oficiales, informes de prensa, textos biogr¨¢ficos de sus protagonistas y entrevistas personales con algunos testigos de primera l¨ªnea. Limita su campo de acci¨®n a los efectos hist¨®ricos y contempor¨¢neos de esta relaci¨®n sin preocuparse de otras cuestiones relevantes. Entre ellas, las repercusiones en derecho internacional del caso Pinochet, la posici¨®n de EE UU frente a Chile, el papel del Gobierno espa?ol en el proceso de extradici¨®n o los detalles de las diligencias del juez Baltasar Garz¨®n.
Dos mundos opuestos
Beckett descubri¨® en el archivo de Rolls-Royce fichas de reuniones sindicales, comunicados oficiales, recortes de prensa y correspondencia privada a favor y en contra del plante de los empleados. 'Muestran un pa¨ªs reveladoramente dividido', advierte. Tres d¨¦cadas m¨¢s tarde, esta fractura entre la izquierda y la derecha brit¨¢nicas se profundizar¨ªa a ra¨ªz de la detenci¨®n de Pinochet en la London Clinic, en octubre de 1998. Se recuperaba de una intervenci¨®n quir¨²rgica a la que se someti¨® en Londres en contra del consejo de su familia y asesores.
El primer ministro Tony Blair desacredit¨® como 'incalificable' al dictador chileno, y el entonces ministro Peter Mandelson hizo saber que su liberaci¨®n sin juicio le 'revolver¨ªa las tripas'. Mientras, la prensa recordaba el viaje a Chile de Jack Straw, el ministro del Interior que tuvo la ¨²ltima palabra en el proceso de extradici¨®n iniciado por Garz¨®n. El entonces estudiante vivi¨® durante dos meses de 1966 en Vi?a del Mar ayudando a construir un centro juvenil y tomando el pulso a la revoluci¨®n en libertad del presidente Frei.
El espectro opuesto de la pol¨ªtica brit¨¢nica estuvo dominado por Margaret Thatcher y su lugarteniente en la campa?a por la libertad de Pinochet, Norman Lamont. La ex primera ministra conservadora sali¨® de su letargo parlamentario indignada por el trato que el Gobierno laborista conced¨ªa a 'un amigo' del Reino Unido.
Beckett recuerda su discurso en la C¨¢mara de los Lores, el primero que la dama de hierro ofrec¨ªa en tres a?os, en los siguientes t¨¦rminos: 'Su voz era profunda y grave, rayando lo rid¨ªculo. Hab¨ªan detenido a Pinochet 'a altas horas de la noche', dijo. Le hab¨ªan retenido 'ilegalmente durante seis d¨ªas...'. 'La izquierda organizada internacional est¨¢ empe?ada en vengarse'. ?Por qu¨¦? Porque el general 'salv¨® a Chile' en un momento en que el 'comunismo avanzaba por todos los hemisferios'.
La energ¨ªa de la septuagenaria nunca toc¨® fondo en estos 18 meses de incertidumbre sobre el futuro del principal sospechoso chileno de tortura y cr¨ªmenes contra la humanidad. Public¨® art¨ªculos, habl¨® en p¨²blico y visit¨® en privado a su admirado dictador durante los meses que pas¨® en arresto domiciliario en Londres. Se sent¨ªa en deuda con un militar que, como se?ala Beckett, fue 'thatcherista antes que Thatcher' y que prest¨® ayuda valiosa al Reino Unido durante la guerra de las Malvinas.
Beckett intenta llegar al fondo de las palabras de agradecimiento de Thatcher a Pinochet por, seg¨²n cita en el libro, 'la informaci¨®n que nos transmiti¨® y el refugio que proporcion¨® a nuestras Fuerzas Armadas'. Aunque su esfuerzo queda inconcluso por falta de pruebas, el autor recoge testimonios que parecen confirmar la utilizaci¨®n por parte de la aviaci¨®n y los servicios secretos brit¨¢nicos de bases militares chilenas, un pa¨ªs supuestamente neutral en el conflicto entre el Reino Unido y Argentina.
Para corresponder a la ayuda prestada, el Gobierno de Thatcher facilit¨® la venta de armas a Chile y exigi¨® ante Naciones Unidas que se relajara la supervisi¨®n de violaciones de los derechos humanos durante la dictadura.
En cierta forma, son la recalcitrante defensa del general por parte de Thatcher y su lectura parcial de la relaci¨®n entre ambos pa¨ªses las que empujan a Beckett a explorar el caso Pinochet. Descubre dos personalidades con objetivos similares en la vejez y estrechas conexiones en su aproximaci¨®n al poder. Como en otros pa¨ªses, la izquierda brit¨¢nica simpatiz¨® con el Gobierno de Allende; la derecha, con el r¨¦gimen dictatorial.
Un discurso radical
En el congreso del Partido Conservador de 1999, mientras manifestantes reclamaban en la calle la extradici¨®n a Espa?a de Pinochet, Thatcher arremeti¨® con iron¨ªa contra Blair y su ministro Straw: 'La izquierda perdi¨® en Chile la guerra fr¨ªa', proclam¨® en un teatro de Blackpool. 'Para nuestro ministro del Interior, que visit¨® Chile siendo un joven activista de izquierda, este hecho debe de ser muy penoso. Tampoco ha podido ser mucho m¨¢s agradable para nuestro primer ministro, quien recientemente describi¨® a Allende como su 'h¨¦roe'.
'La izquierda en Chile, y tambi¨¦n en el Reino Unido', continu¨® frente a una volcada audiencia, 'tuvo que abandonar la ret¨®rica y la mayor¨ªa de las pol¨ªticas del socialismo para acceder al poder. Pero lo que no pudieron o no quisieron abandonar fueron los prejuicios venenosos que forjaron en su juventud. Y, por supuesto, en esta situaci¨®n est¨¢bamos cuando un anterior gobernante chileno, confiado y anciano, eligi¨® visitar su querida Inglaterra el a?o pasado'.
Para Thatcher, Pinochet hab¨ªa salvado a Chile del comunismo, y en todas las revoluciones caen algunas v¨ªctimas. Beckett, por su parte, desvela una conspiraci¨®n de pol¨ªticos, militares, ide¨®logos y periodistas dispuestos, a mediados de los setenta, a imponer la dictadura militar en el Reino Unido para hacer frente a las huelgas, manifestaciones y campa?as de terror del IRA.
La victoria de Pinochet frente a Allende atrajo simpatizantes a la causa para restaurar el orden civil en la isla. Entre sus cabecillas y principales instigadores, Beckett identifica las figuras de Robert Moss, redactor de los discursos de la entonces l¨ªder conservadora, y del oficial del Ej¨¦rcito brit¨¢nico Walter Walker.
Sus voces de alarma se escucharon en el barrio financiero de Londres y tuvieron eco en la prensa. 'S¨ª, una dictadura militar es fea y represiva. Pero si un Gobierno brit¨¢nico socialista y minoritario persiguiera alguna vez convertir este pa¨ªs en un Estado comunista, espero que nuestras Fuerzas Armadas intervengan para prevenir tal calamidad de una forma tan eficiente como las Fuerzas Armadas lo han hecho en Chile', escribi¨® Peregrine Worsthorne en The Sunday Telegraph en marzo de 1974.
El ascenso de Thatcher, una pol¨ªtica abierta a las ideas de la derecha radical, acall¨® este amago de sublevaci¨®n antidemocr¨¢tica y ech¨® por tierra cualquier intentona golpista en el Reino Unido. Destronando al entonces l¨ªder conservador, Edward Heath, Thatcher evit¨® la creaci¨®n, argumenta Beckett, del 'Pinochet brit¨¢nico'. Pero su llegada a la jefatura del Gobierno, en las elecciones de 1979, dio paso a un fren¨¦tico periodo de asimilaci¨®n de las pol¨ªticas del dictador chileno.
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