Los due?os del cielo
La profesi¨®n de controlador a¨¦reo es tan desconocida como crucial. As¨ª explican ellos su trabajo y el reciente accidente en Suiza
Adictos a la adrenalina, amantes de la velocidad y la precisi¨®n, resolutivos, responsables, excesivamente cautos cuando se trata de hablar y algo soberbios. ?sos son los rasgos definitorios de los controladores a¨¦reos: los due?os del cielo, unos gobernantes con poder absoluto en el aire.
Sus ¨®rdenes son definitivas. Por encima de ellas s¨®lo est¨¢ la ley o la indisciplina del piloto, que lo m¨¢s que puede hacer, si no est¨¢ de acuerdo con una orden, es solicitar otra maniobra diferente a la indicada inicialmente por el controlador. Al fin y al cabo, los controladores a¨¦reos son los ojos de los pilotos. Tanto poder implica una apabullante responsabilidad: de los 1.800 controladores que se encuentran repartidos por las 43 dependencias de control que hay en Espa?a, seg¨²n Aeropuertos Espa?oles de Navegaci¨®n A¨¦rea (AENA), dependen, en ¨²ltima instancia, las vidas de los 143 millones de personas que vuelan cada a?o por el pa¨ªs.
'La tecnolog¨ªa nos ha dado, m¨¢s que nada, quebraderos de cabeza', dice un controlador
Su funci¨®n es tan importante como desconocida. Pero todo el mundo se acuerda de los controladores a¨¦reos cuando se produce un accidente, como el que el pasado 1 de julio dej¨® desolados a los padres de 52 ni?os rusos que viajaban desde Mosc¨² en el Tupolev TU 154 de la aerol¨ªnea Bashkirian Airlines, con destino a Barcelona.
Murieron 71 personas tras chocar el avi¨®n ruso y un Boeing 757 del servicio de correos DHL, cuando sobrevolaban a 36.000 pies de altura (12 kil¨®metros) el lago suizo Constanza.
'La gente s¨®lo se acuerda de nosotros cuando se produce una tragedia de estas dimensiones. S¨®lo entonces quieren saber c¨®mo ha podido ocurrir semejante cat¨¢strofe en la inmensidad de los cielos. Pero esos momentos son los peores para hablar. Todo lo que hay son conjeturas, y nosotros, los controladores, hablamos de todo menos de conjeturas. Estamos acostumbrados a la exactitud y precisi¨®n', explica Jos¨¦ Illescas, responsable de la ¨²nica escuela de controladores ¨¢reos (SENASA) que hay en Espa?a, cercana al aeropuerto de Madrid-Barajas.
Anualmente, y despu¨¦s de 15 meses de preparaci¨®n te¨®rica y pr¨¢ctica con simuladores de control, salen cerca de 50 controladores listos para comenzar un periodo de pr¨¢cticas de otros seis meses, minuciosamente vigilados por un controlador experimentado y que les habilitar¨¢ para un puesto concreto, aquel en el que realicen las citadas pr¨¢cticas. Es decir, un controlador lo es de aquel centro de control en el que ha sido habilitado, de forma que uno del aeropuerto de Sevilla no podr¨¢ regular el tr¨¢fico a¨¦reo de Canarias salvo que se habilite para ello.
'Cuando pasa algo como lo ocurrido sobre el lago Constanza, tanto a pilotos como a controladores se nos cae una losa encima', dice Juan Garc¨ªa Gil, presidente de la Uni¨®n Sindical de Controladores A¨¦reos (USCA), con el nivel 10, el m¨¢ximo, de preparaci¨®n, despu¨¦s de 30 a?os de controlador.
'Nunca se sabe exactamente lo que ocurri¨®, lo que s¨ª se sabe es que para que ocurra un accidente de esas caracter¨ªsticas tienen que fallar al menos tres cosas: el controlador, el piloto, y que haya un fallo mec¨¢nico. Si s¨®lo falla una de estas cosas, no tiene por qu¨¦ haber un accidente', dice Garc¨ªa Gil. 'En mi humilde opini¨®n, lo que ocurri¨® en Suiza tiene los tres componentes y adem¨¢s mala suerte, porque ni siquiera aposta, y con la precisi¨®n que alcanza un simulador de control de vuelo, es f¨¢cil conseguir chocar dos aviones en el aire', asegura. 'Probablemente', contin¨²a, 'el controlador suizo s¨®lo estaba en contacto con uno de los aviones porque no esperaba que el segundo avi¨®n entrase en su espacio de control hasta m¨¢s tarde. Pero el segundo avi¨®n debi¨® adelantarse a la hora estimada, a lo mejor llevaba viento de cola. Eso supone que, cuando lo detecta el radar y aparece en la pantalla del controlador la situaci¨®n de conflicto (los iconos de dos aviones se ponen en color rojo y empiezan a parpadear), le queda muy poco tiempo para reaccionar -13 segundos, seg¨²n difundi¨® el pasado viernes la Oficina Federal de Investigaci¨®n de Accidentes A¨¦reos (BFU)-, e inmediatamente ordena descender al avi¨®n ruso, con el que estaba en contacto. Es una decisi¨®n correcta, pero que no tiene en cuenta que el otro avi¨®n lleva instalado un TCAS2, que le hace descender autom¨¢ticamente los 300 metros establecidos como distancia de seguridad. Se trata de un sistema de aviso de proximidad de otra nave que est¨¢ conectado al sistema de navegaci¨®n del avi¨®n -el modelo TCAS1 no va conectado al sistema de navegaci¨®n y simplemente avisa, sin actuar autom¨¢ticamente, y a¨²n lo llevan instalado muchos aviones europeos- . Conclusi¨®n: los dos aviones iniciaron la misma maniobra en el mismo momento, uno siguiendo la orden del controlador suizo y otro de manera autom¨¢tica, y chocaron, porque el controlador ya no tuvo tiempo para corregir la maniobra de nuevo'.
Una vocaci¨®n tard¨ªa
La vocaci¨®n de controlador es tard¨ªa. La mayor¨ªa de las personas que se dedican a esta profesi¨®n no se lo hab¨ªa planteado antes. 'Yo soy veterinaria', dice Laura, una joven de 22 a?os que estudia en la escuela de controladores, 'nunca me hab¨ªa planteado lo de controlar, pero, cuando acab¨¦ la carrera, lo vi y pens¨¦: ?por qu¨¦ no? Adem¨¢s, pagan muy bien', dice.
La explicaci¨®n se repite en casi todos los casos porque la forma de convertirse en controlador a¨¦reo viene siendo un poco aleatoria desde hace muchos a?os por el propio desconocimiento que existe de la profesi¨®n. 'Yo me enter¨¦ de que exist¨ªa esta profesi¨®n en la mili, cuando le pregunt¨¦ a un compa?ero que por qu¨¦ estaba estudiando ingl¨¦s', confiesa el propio Garc¨ªa Gil.
El controlador est¨¢ siempre a la sombra. No tiene contacto directo con el cliente, lo que contribuye a difuminar su labor. Sin embargo, todos los que la practican coinciden en que es sumamente divertida y excitante: 'Es como ir en un f¨®mula uno'; 'es como manejar veh¨ªculos a la velocidad de proyectiles'; 'es un trabajo muy bonito: t¨² decides lo que hay que hacer'; 'es un trabajo muy intenso. Cuando tienes tr¨¢fico, tienes que estar muy alerta, te acostumbras a tener adrenalina en el cuerpo y acaba siendo un placer'; 'cuando llevas tiempo es como un videojuego en el que eres un guardia de tr¨¢fico, pero con veh¨ªculos a 300 kil¨®metros por hora, que tienen que mantener un espacio de separaci¨®n, un tiempo para cada maniobra y que est¨¢n afectados por la fuerza del viento...'.
Y es que la mentalidad de los controladores es sumamente cartesiana. Piensan bajo las coordenadas de espacio y tiempo. El cielo, visto por un controlador, es mucho m¨¢s peque?o, 'a veces demasiado peque?o', dice Illescas, y est¨¢ lleno de l¨ªneas que se cruzan como las carreteras en un mapa, salvo que estas carreteras tienen 10 millas de ancho.
Los avances tecnol¨®gicos han servido para alcanzar una mayor precisi¨®n en el c¨¢lculo y la combinaci¨®n de las variables, y esto ha permitido reducir las distancias entre aviones y darle mayor capacidad al cielo. Es lo que se ha conocido como 'la ampliaci¨®n del espacio a¨¦reo'. 'Pero los avances tecn¨®logicos van mucho m¨¢s r¨¢pido que la incorporaci¨®n de controladores', dice Illescas. En Espa?a hay un d¨¦ficit de unos 400, seg¨²n AENA. 'Esto supone que puede haber muchos m¨¢s aviones volando a la vez, pero que el n¨²mero de controladores sigue siendo inferior al necesario', dice Garc¨ªa Gil.
As¨ª que, al contrario que en el caso de los pilotos, a los que la tecnolog¨ªa les ha quitado gran parte de trabajo, a los controladores s¨®lo les ha dado quebraderos de cabeza: 'Tener que manejar m¨¢s aviones, organizar m¨¢s maniobras, m¨¢s situaciones de conflicto... A partir de ocho aviones en el aire ya hay que estar atento y suele haber muchos m¨¢s. Llegamos a tener 20 conflictos cada media hora', dice Garc¨ªa Gil.
Tantas dificultades se ven recompensadas con unos sueldos generosos. Un controlador puede llegar a ganar cerca de 15 millones al a?o, sin contar las innumerables horas extraordinarias que realizan. 'Ahora, en verano, hay gente que s¨®lo libra dos d¨ªas al mes', dice otro miembro del sindicato. 'A muchos les entra la fiebre del oro y ceden a las presiones. Pero a veces es imprudente', asegura Illescas.
Por convenio, un controlador debe trabajar ocho horas al d¨ªa y, debido a la tensi¨®n que soportan, de cada tres horas deben descansar una. No obstante, tanto AENA como el sindicato de controladores a¨¦reos coinciden en se?alar que el d¨¦ficit de controladores no afecta tanto a la seguridad como a los retrasos en los vuelos. El lema es: 'M¨¢s vale un pasajero en tierra que un pasajero enterrado'.
La uni¨®n del espacio a¨¦reo
La mayor ambici¨®n de la comisaria europea de Transporte, Loyola de Palacio, es conseguir el llamado cielo ¨²nico para 2004. Se trata de alcanzar la unidad de gesti¨®n del espacio a¨¦reo europeo homologando los sistemas de control de todos los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea.
Pero, lo que aparentemente es una medida necesaria y una tendencia iniciada, ha puesto en pie de guerra a los controladores franceses, que se niegan a poner en marcha esta medida, y a los espa?oles, que la ven inaplicable tal y como est¨¢ concebida: 'Cielo ¨²nico s¨ª, pero la soberan¨ªa del espacio a¨¦reo es de cada pa¨ªs', defienden fuentes de la uni¨®n sindical de controladores a¨¦reos.
'Lo que pretenden es reducir el n¨²mero de centros de control. Eso es peligroso, como se vio en Inglaterra, donde han dejado s¨®lo uno y, al fallar el sistema inform¨¢tico, estuvieron parados horas, y es absurdo porque pretenden que controladores espa?oles preparen a alemanes que despu¨¦s les van a quitar el trabajo. Lo que hay que hacer es mejorar la coordinaci¨®n entre controladores y centros de control', a?ade Jos¨¦ Illescas, responsable de la escuela de controladores.
Nadie cree, como pretende De Palacio, que el cielo ¨²nico est¨¦ listo para 2004. Ni siquiera AENA, que recientemente ha construido otros dos centros de control en Espa?a: 'Todav¨ªa no se han puesto ni las bases de este proyecto. Nosotros no tenemos capacidad normativa ni pol¨ªtica, y acataremos lo que se decida, pero participaremos en las consultas previas a la salida de la legislaci¨®n'.
'Si se quiere imitar el modelo americano hay que hacerlo en todos los aspectos, no s¨®lo en el tecnol¨®gico', dice Garc¨ªa Gil. 'Un aeropuerto con 3.000 movimientos al d¨ªa como el de Dallas tiene un centro de control con 20 sectores de aproximaci¨®n, los controladores correspondientes (unos 60) y ocho pistas paralelas. En Barajas, por ejemplo, hay dos pistas paralelas y 1.000 movimientos diarios (unos 80 movimientos por hora). Hacer un cielo ¨²nico sin pensar en esto es como meter un f¨®rmula uno en la Gran V¨ªa y pretender que vaya a 300 kil¨®metros por hora en hora punta'.
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