Agravar la crisis para resolverla
Intelectuales y periodistas marroqu¨ªes creen que, al instalarse en Perejil, Rabat quiso desbloquear el conflicto con Espa?a
'Esa bandera me intriga'. Nadia Salah, redactora jefa del diario L'Economiste, de Casablanca, manifiesta as¨ª sus dudas sobre la sinceridad de la versi¨®n oficial de Rabat sobre la presencia, a partir del 11 de julio, de un pu?ado de marroqu¨ªes armados en la isla Perejil.
La explicaci¨®n oficial asegura que el env¨ªo de ese destacamento fue una operaci¨®n de rutina para luchar contra la inmigraci¨®n clandestina e hipot¨¦ticas actuaciones terroristas de Al Qaeda. 'No era, por tanto, il¨®gico colocar all¨ª a unos hombres', prosigue Salah, 'pero, por qu¨¦ izaron la bandera marroqu¨ª.'. '?Para ser vistos? ?Por qui¨¦n?'.
Este peri¨®dico ha preguntado a una docena de intelectuales y prestigiosos periodistas marroqu¨ªes, todos ellos independientes, sobre el objetivo de aquella iniciativa de Rabat y las consecuencias de la respuesta militar espa?ola del mi¨¦rcoles pasado.
Algunos, como Abdelhamid Ahmady, profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Casablanca, sostienen que 'la versi¨®n oficial es razonable', pero la mayor¨ªa lo duda. Admitamos que lo sea, recalca Mohamed Tozy, profesor de Ciencias Pol¨ªticas en la misma universidad; 'como m¨ªnimo, hab¨ªa que haber avisado para no pillar a nadie por sorpresa', a?ade.
?Por qu¨¦ tom¨® Marruecos esa iniciativa? Los interlocutores titubean antes de contestar. 'Puede que sea una llamada desesperada por parte de mi pa¨ªs para presionar a Espa?a para que busque una soluci¨®n r¨¢pida al interminable conflicto con Marruecos', comenta Ali Lmrabet, director del semanario Demain, prohibido durante un tiempo por el primer ministro socialista, Abderram¨¢n Yussufi.
Como la llamada a consultas por Mohamed VI, hace nueve meses, del embajador marroqu¨ª en Madrid no surti¨® los efectos deseados, se ha producido ahora 'un intento de forzar a Espa?a a cambiar de actitud con relaci¨®n a Marruecos, sobre todo en lo concerniente al S¨¢hara occidental', afirma Mohamed Darif, profesor de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad de Mohamedia.
'Acaso se ha buscado agravar la crisis bilateral para resolverla en caliente', especula Nadia Salah. 'Desde Rabat se ha querido abrir bruscamente el mel¨®n de todos los contenciosos con Espa?a, especialmente ahora que Madrid parece poder satisfacer su reivindicaci¨®n sobre Gibraltar', asegura el escritor y pintor Mahi Binebine.
'Buena parte de la clase pol¨ªtica se pregunta bajo cuerda qui¨¦n y c¨®mo ha podido tomar tal decisi¨®n en v¨ªsperas de las elecciones legislativas de septiembre', se?ala Abdelatif Husni, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Mohamedia.
'Probablemente', se contesta a s¨ª mismo Husni, 'los servicios secretos y de seguridad', que ejercen gran influencia en el palacio real. 'Fue, presumiblemente, una iniciativa de inspiraci¨®n castrense avalada por el rey', agrega Mohamed Darif.
Imaginarse que, instalando a sus hombres de armas en Perejil, Espa?a flexibilizar¨ªa su actitud frente a Marruecos es un error de c¨¢lculo. Mohamed Tozy sospecha que se ha podido cometer porque, a diferencia de lo que sucede con Francia, 'nadie en el entorno' del soberano 'conoce bien Espa?a'.
'A veces se imaginan que basta con que un consejero real hable espa?ol para que sea un experto en asuntos ib¨¦ricos', ironiza un catedr¨¢tico que prefiere permanecer en el anonimato porque alude al ¨²nico compa?ero de colegio del monarca que domina el castellano.
'Humillado' es la palabra que los interlocutores marroqu¨ªes pronuncian con m¨¢s frecuencia cuando se les pregunta sobre sus sentimientos ante la intervenci¨®n espa?ola. 'Los marroqu¨ªes se sienten como estar¨ªan los espa?oles si una potencia extranjera se hubiese adue?ado de Almer¨ªa', recalca Nuredin Miftah, director de la revista Al Ayam. 'Simb¨®licamente es lo mismo. Somos un pa¨ªs que ha fracasado'.
'Asistimos a una movilizaci¨®n contra la agresi¨®n colonial', resalta Abraham Serfaty, el preso pol¨ªtico que m¨¢s a?os pas¨® en las c¨¢rceles de Hassan II. 'Todo el mundo cierra filas en torno al rey', precisa Abdelhamid Ahmady. 'El riesgo es que se produzca una escalada nacionalista', advierte Serfaty.
'Las gentes han recibido un golpe, m¨¢s en el norte hispan¨®filo que en Casablanca', matiza Mohamed Tozy. 'Pero no va a tener consecuencias internas apreciables', prosigue.
'Es verdad', reconoce Tozy, 'que algunos se preguntan por qu¨¦ nos han metido en este l¨ªo, pero las posibles culpas marroqu¨ªes han quedado borradas por la desorbitada reacci¨®n espa?ola'.
Aboubakr Jama?, director de Le Journal, otro semanario que fue prohibido en 2000, insiste, sin embargo, en las responsabilidades marroqu¨ªes. 'O bien se tom¨® una decisi¨®n sin medir las consecuencias, y son unos incompetentes, o las preve¨ªan y nos metieron en un embrollo del que no saldr¨¢n airosos porque en el mejor de los casos se volver¨¢ a la situaci¨®n anterior'.
Asunci¨®n de responsabilidad
?Asumir¨¢ alguien en Rabat la responsabilidad del desacierto? 'Nunca he visto en Marruecos que nadie pague la cuenta por cometer un error pol¨ªtico y est¨¢ por ver si ¨¦ste lo es', contesta Nadia Salah.
'Hay que tener m¨¢s contactos', 'hay que conocerse mejor', 'hay que trabajar como socios en plano de igualdad', son las respuestas recurrentes que dan los interlocutores marroqu¨ªes cuando se les pregunta qu¨¦ hacer para que cicatrice la herida abierta por la crisis de Perejil.
'El gran problema es el S¨¢hara', afirma Mohamed Darif. 'Si el Consejo de Seguridad de la ONU impone, a finales de mes, una soluci¨®n favorable a los intereses de Marruecos, el clima mejorar¨¢ entre ambos pa¨ªses'. 'Si aplaza su decisi¨®n, persistir¨¢ la tensi¨®n', opina.
'No tenemos tiempo de rehacer la educaci¨®n de espa?oles y marroqu¨ªes' para abolir los prejuicios que rellenan las mentes, subraya Nadia Salah. 'Por tanto, hay que dejar de obsesionarse con los problemas bilaterales. Intentemos diluirlos en un marco m¨¢s amplio, el del espacio euromediterr¨¢neo. Tratemos de convertir a Marruecos en el M¨¦xico de Europa. Ampliemos hacia el sur la zona de influencia de la Uni¨®n Europea para hacer frente al gigante norteamericano y a China, la otra gran potencia econ¨®mica en ciernes', concluye.
Por o contra la guerra
'Va siendo hora de hacer la guerra para defender nuestros derechos leg¨ªtimos', recalca Rachid. 'Vete a pegar tiros en Afganist¨¢n, no aqu¨ª', le responde Yass. Varios diarios de Casablanca han abierto foros de debate en Internet sobre lo sucedido en Perejil. Desde los cibercaf¨¦s, y los emigrantes desde el extranjero, los marroqu¨ªes discuten sin tapujos. 'Me siento humillado como marroqu¨ª', escribe Yunes. '?Qu¨¦ verg¨¹enza!', a?ade Samahallah. '?C¨®mo se puede pretender recuparar un d¨ªa Ceuta, Melilla y las Canarias cuando se es incapaz de defender un islote min¨²sculo?', se pregunta. Lilla les consuela: 'Marruecos no fue humillado. Es Espa?a la que se ha ridiculizado'. La mayor¨ªa no desea la guerra porque, argumenta Hamid, 'como la posici¨®n de Espa?a cuenta con el respaldo de la UE, m¨¢s vale resolver el problema a trav¨¦s de la diplomacia'. 'Cuando Marruecos sea (...) democr¨¢tico y desarrollado (...) ser¨¢ respetado', concluye Handala.
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