Un viaje papal de 23.000 kil¨®metros
Juan Pablo II afronta ma?ana, con un recorrido por Canad¨¢, Guatemala y M¨¦xico, una prueba de fuego para su salud
Acompa?ado por un reducido s¨¦quito vaticano, un equipo m¨¦dico reforzado y 60 periodistas, el Papa inicia ma?ana el viaje n¨²mero 97 de su dilatado pontificado, esta vez con destino a Am¨¦rica. Una visita que bien podr¨ªa ser, sin caer en pron¨®sticos pesimistas, la ¨²ltima de Karol Wojtyla al inmenso continente que ha dado un impulso demogr¨¢fico esencial al catolicismo, sumido en Europa en una profunda crisis. El Pont¨ªfice, de 82 a?os, recorrer¨¢ m¨¢s de 23.000 kil¨®metros para asistir a la XVII Jornada de la Juventud, en la ciudad canadiense de Toronto y para canonizar a dos beatos estrechamente unidos a la historia del catolicismo en Guatemala y M¨¦xico.
El Papa regresa a Am¨¦rica al l¨ªmite de sus fuerzas. Hasta tal punto que su presencia en actos p¨²blicos y, sobre todo, sus discursos se han reducido al m¨ªnimo. La sustancia de su visita no est¨¢ en su palabra, d¨¦bil, casi inaudible, sino en su imagen de anciano peregrino, como si la Iglesia no pudiera prescindir ya de los beneficios de exhibirlo como un icono de presunta santidad.
El cuidado de Wojtyla, que requiere una atenci¨®n constante, incluso en un entorno familiar como el Vaticano, se hace m¨¢s exigente en un desplazamiento de estas caracter¨ªsticas, sometido a cambios de horarios, alimentaci¨®n y ambiente. Hace tiempo que la agenda del Pont¨ªfice se ha adaptado a la situaci¨®n de semi-invalidez que le ha provocado la artrosis. Aunque se niega a utilizar ninguna de las 15 sillas de ruedas que ha recibido como regalo, el mobiliario de su departamento ha sido adaptado, con la colocaci¨®n de ruedas en sillas y sillones, para evitarle caminar.
Las audiencias son cada vez m¨¢s breves y, cuando es posible, se celebran en una sala especial del tercer piso del palacio apost¨®lico, a un paso del apartamento privado de Juan Pablo II, y no en la biblioteca del segundo piso, como era tradicional.
En esta ¨²ltima fase de su pontificado (en octubre cumplir¨¢ 23 a?os al frente de la Iglesia) se ha acentuado, sobre todo, la importancia del equipo m¨¦dico. Junto a Wojtyla est¨¢n siempre Renato Buzzonetti, de 73 a?os, su m¨¦dico de cabecera, y sor Tobiana, la monja-enfermera polaca que lo sigue en todos los viajes, pero tambi¨¦n otros especialistas de los que se sabe poco.
El coraz¨®n del Pont¨ªfice, en otro tiempo un vigoroso deportista, se ha debilitado como consecuencia de la p¨¦rdida de capacidad pulmonar que le ha causado el encorvamiento del t¨®rax. Wojtyla debe ingerir, adem¨¢s, la medicaci¨®n, con levodopa, para controlar los s¨ªntomas del Parkinson.
La dura experiencia del ¨²ltimo viaje a Azerbaiy¨¢n y Bulgaria, donde Juan Pablo II apenas pudo pronunciar palabra y apareci¨® agotado en todo momento, se ha tenido en cuenta para reducir la agenda de esta visita. Apenas descienda del avi¨®n que lo llevar¨¢ a Toronto, Wojtyla se trasladar¨¢ en helic¨®ptero a Strawberry Island, una diminuta isla en el lago Huron, a 95 kil¨®metros de Toronto, donde descansar¨¢ del largo viaje un par de d¨ªas. De Strawberry Island el Papa s¨®lo saldr¨¢, brevemente, el 25 de julio para participar en la fiesta de acogida de los j¨®venes que participan en esta XVII edici¨®n de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). El encuentro con las autoridades canadienses se ha aplazado al s¨¢bado 27, cuando el Papa participar¨¢ tambi¨¦n en la vigilia de plegaria con los j¨®venes, que culminar¨¢ con la misa solemne del domingo siguiente, que clausurar¨¢ las jornadas.
Wojtyla no encontrar¨¢ esta vez la impresionante multitud de j¨®venes que lo aclamaron en Roma, en la edici¨®n anterior de la JMJ, en agosto de 2000. La perfecta organizaci¨®n anglosajona no ha podido evitar que la cifra de asistentes haya quedado muy por debajo de las expectativas, -700.000 personas-, de por s¨ª modestas comparadas con la edici¨®n romana. Si se llegase a las 350.000 personas, la Iglesia canadiense cubrir¨ªa por lo menos los gastos descomunales que ha representado esta celebraci¨®n.
El arzobispo de Toronto, Aloysius Ambrozic, y el secretario general de la Conferencia Episcopal canadiense, Peter Schonenbach, han culpado al p¨¢nico provocado por el 11 de septiembre de este relativo fracaso. Calculan en m¨¢s de 150.000 las 'bajas' de asistentes procedentes de Estados Unidos, pero ha sido notable tambi¨¦n el hueco dejado por los j¨®venes mexicanos y los de otros pa¨ªses de Latinoam¨¦rica, que se conformar¨¢n con encontrar al Papa en Ciudad de M¨¦xico o en Guatemala.
Schonenbach ha reconocido que la decisi¨®n final de que el Papa presidiera la canonizaci¨®n del indio Juan Diego en M¨¦xico, el 31 de julio, 'ha resultado muy negativa para Toronto'. Los obispos canadienses conf¨ªan, no obstante, en que la figura del Pont¨ªfice, el Papa m¨¢s popular de la historia moderna, pueda levantar el ¨¢nimo del catolicismo -que profesan un 45% de los 31 millones de canadienses-, hoy en franca decadencia. Ser¨¢, adem¨¢s, la ¨²ltima oportunidad de recibir a Karol Wojtyla en esas latitudes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.