Par¨ªs, siempre Par¨ªs
Mientras atraviesas la campi?a francesa en el tren de alta velocidad, haces memoria de las ¨²ltimas tres semanas. Te atrapa un pensamiento fugaz y seguramente enga?oso: bueno, en el fondo no se ha hecho tan largo.
Tu destino es Par¨ªs, y tu sensaci¨®n es ya conocida de tus tiempos de estudiante, cuando a final del curso con el verano como horizonte y posibilidad, te dec¨ªas lo mismo: si ya ha pasado un a?o m¨¢s y apenas me he dado cuenta.
Par¨ªs est¨¢ por escribir, la ¨²ltima p¨¢gina de ¨¦ste cuaderno que guardar¨¦ en la mejor de mis estanter¨ªas. Lo llevar¨¦ a encuadernar, en pasta dura, por supuesto, pero sin caracteres g¨®ticos, que no me van, y lo pondr¨¦ en el mueble biblioteca que tengo proyectado para el rinc¨®n preferido de mi casa.
Me encuentro con compa?eros en el vag¨®n. ?T¨², cu¨¢ntos? Dos, ocho, siete, el primero, aqu¨ª te encuentras de todo. ?Y t¨², fen¨®meno?, me pregunta el viejo cuando termino de decirle con iron¨ªa que entonces ¨¦ste ser¨¢ el ¨²ltimo, ?no?. Yo dos. Ah bueno, entonces no hace falta decirte nada, ya sabes lo que es ¨¦sto. Ya te has comido unos cuantos l¨¢tigos, como se dice en nuestro argot.
Pero con Par¨ªs en el horizonte, todo, l¨¢tigos incluidos, encuentra justificaci¨®n. Par¨ªs es hoy tu ciudad. Nada le hace sombra. Hoy, que vas de t¨®pico en t¨®pico, no puedes olvidar que el Tour es el Tour, y Par¨ªs, es Par¨ªs.
Piensas en lo que vas a vivir en apenas unas horas, piensas en recuerdos imborrables que vas a ver repetidos. Los Campos El¨ªseos, la plaza de la concordia con su obelisco, la rivera del Sena con la Torre Eiffel de testigo, y el arco del triunfo como punto de referencia en la infinita recta adoquinada. Ah¨ª est¨¢n esper¨¢ndote, ah¨ª estuvieron, y ah¨ª estar¨¢n.
Y terminas cayendo en un pensamiento repetido, que no por ello cansino, y es que a t¨ª, como al gran Humphrey, siempre te quedar¨¢ Par¨ªs.
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