Paquillo marcha a lo grande
Fern¨¢ndez, en solitario, logra el oro, y el sorprendente Molina, el bronce, en unos extraordinarios 20 kil¨®metros
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En dos zancadas, en las dos primeras que dio, impaciente, a medio afeitar, ansioso, sobre el mojado tart¨¢n de la pista ol¨ªmpica de M¨²nich, Paquillo Fern¨¢ndez, el fen¨®meno de Guadix, acab¨® con un mito negativo, una etiqueta que le cuelga desde que hace cinco a?os, y s¨®lo tiene 25, empezara a asombrar en la marcha por su portentosa t¨¦cnica: Paquillo, dec¨ªan todos, los c¨ªnicos y los sabios, es muy bueno, pero no sabe competir; llega la gran competici¨®n y se hunde. Le puede la presi¨®n. Los sabios, con memoria, a?ad¨ªan datos: c¨®mo se fundi¨® con el calor de Sevilla en los Mundiales de 1999, con la humedad de Edmonton en los de 2001 y con el jet lag de los Juegos Ol¨ªmpicos de Sydney 2000. Y lleg¨® el gran Paquillo, m¨¢s trabajador, perfeccionista, exigente que nadie, y bati¨® en abril el r¨¦cord mundial. Pero daba igual. La gente, los c¨ªnicos, repet¨ªan: Paquillo se hundir¨¢.
'Y eso que me fren¨¦. Me dijo mi entrenador que no me cegara, que aquello era largo'
Se le cruz¨® un juez despistado. Le atropell¨®, le empuj¨®, se lo quit¨® de encima y, ufff, no se cay¨®
Pero lleg¨® la hora, las 17.35, el pistoletazo, y Paquillo fue autom¨¢tico: lanz¨® su cron¨®metro de pulsera y dio la primera zancada. Avanz¨® la pierna izquierda, ligeramente doblada la rodilla, m¨¢s lejos que los dem¨¢s. Desde entonces fue el rey, los pies en el suelo y la cabeza en las nubes; los pies botando sobre los charcos, salpicando a nadie; la cabeza, adornada por esa falsa sonrisa que es su rictus de sufrimiento, en la gloria, en el sue?o de su primera gran victoria.
Llegado al kil¨®metro 3, Paquillo, puro metr¨®nomo, isquiotibiales tirando de las piernas, deltoides, tr¨ªceps y pectorales ocupados en la brazada, 3m 50s clavados el kil¨®metro, se volvi¨® a mirar y no vio a nadie. Ya hab¨ªa abierto hueco. Detr¨¢s de ¨¦l, a unos cuantos metros, los dem¨¢s intentaban organizarse. 'Sali¨® Paquillo as¨ª, tan fuerte, y con la vitola que tra¨ªa, por su marca, nadie fue a por ¨¦l. Le dejaron coger metros, por si acaso', explic¨® Juan Manuel Molina, el murciano de Cieza que acab¨® sorprendentemente el tercero. Se organizaron detr¨¢s, unos cuantos italianos en fila, un grupo con rusos y bielorrusos y tambi¨¦n Molina, que sali¨® reserv¨®n y acab¨® a lo grande, con ganas de que aquello no se acabara. En el cielo, negro a las seis de la tarde, retumbaban los truenos. Llov¨ªa.
Paquillo sigui¨® solo, manteniendo su ritmo, aumentando la ventaja. 'Y eso que al principio me fren¨¦', aclar¨®. 'Que me dijo Manolo Alcalde, mi entrenador, que no me cegara, que aquello era largo'. Pero lleg¨® el kil¨®metro 10 y su ritmo era de otro r¨¦cord: 'Y yo miraba el cron¨®metro y ve¨ªa que iba bien, pero no pensaba en el r¨¦cord. S¨®lo pensaba en el oro, lo importante'. Por aquel entonces, en el circuito, entre sinuosas curvas, ¨¢rboles y charcos, cuando Paquillo volv¨ªa, los dem¨¢s iban: 'Yo, a mi marcha, bien. Los otros, que hicieran lo que quisieran'. Se alejaban y alejaban. Se miraban admirados. Alucinaban entre salpicaduras y codazos. ?C¨®mo va el fen¨®meno de Paquillo!
Paquillo Fern¨¢ndez, hijo de un alba?il jubilado, el hombre m¨¢s feliz de Guadix y su comarca, iba feliz, disfrutando con la marcha, la disciplina que m¨¢s tortura. Nada le podr¨ªa detener. No batir¨ªa el r¨¦cord mundial, pero s¨ª el de los campeonatos, y lograr¨ªa adem¨¢s ventajas tremendas. Era m¨¢s que nadie. Indurain en una contrarreloj, Armstrong en l'Alpe d'Huez...
Mientras tanto, Molina, que se siente fuerte y entero, aceleraba tras el ruso Andreyev. Le aguantaba s¨®lo otro ruso, Bureyev, pero por poco tiempo. A falta de tres kil¨®metros, se par¨®, se dobl¨® y vomit¨®. Y Molina, con dos advertencias, lleg¨® a la pista el tercero, solo, dos minutos despu¨¦s que Paquillo, quien, pese a todo, pas¨® por problemas. Fue ya cerca de la puerta de marat¨®n del estadio. Un juez despistado, que no sab¨ªa que a esa hora pasaba el expreso de Guadix, intent¨® cruzar la calle sin mirar. Paquillo le atropell¨®, le empuj¨® con los brazos, se lo quit¨® de encima y, ufff, no se cay¨®. Pudo llegar tranquilo y feliz, el coraz¨®n a 190. Pudo cruzar el umbral y estremecerse con los gritos del grader¨ªo. Cruz¨® la meta y sigui¨®, loco de alegr¨ªa. Vio una bandera de Espa?a y se fue a por ella, se tropez¨®, no vio el foso y se cay¨®. Era una bandera con el toro de Osborne. Le dio igual. La onde¨® por el estadio. Nada pod¨ªa frenarle: 'Ha sido impresionante de verdad'.


?C¨®mo son los de Cieza!
C¨®mo son los de Murcia. M¨¢s a¨²n. ?C¨®mo son los de Cieza, la tierra del melocot¨®n!
'Soy del pueblo de Camacho, el que fue seleccionador [espa?ol de f¨²tbol]', advierte de entrada Juan Manuel Molina. No hace falta que lo jure.
Molina, de 23 a?os de edad, espigado marchador de 1,80 metros de estatura y 58 kilos de peso, medallista de bronce en los 20 kil¨®metros en sus primeros Campeonatos de Europa, es un torrente. Le basta con que alguien, alguno de los periodistas, le pregunte que de d¨®nde ha salido para que se lance de forma incontenible.
'Para vosotros ser¨¦ una novedad', espeta, 'pero soy campe¨®n de Europa sub 23 y el a?o pasado tambi¨¦n fui el segundo en la Universiada. Estudio educaci¨®n f¨ªsica y hago marcha porque s¨ª; porque en Cieza, aunque no lo sep¨¢is, hay una gran tradici¨®n de marcha'.
'En Cieza', contin¨²a explicando, 'est¨¢ V¨¢zquez, un gran marchador que fue ol¨ªmpico en Atlanta 96, que ha hecho escuela, y tambi¨¦n est¨¢ mi entrenador, Jos¨¦ Antonio Carrillo, y detr¨¢s de m¨ª viene apretando gente muy buena, como Benjam¨ªn S¨¢nchez, que es uno de los mejores j¨²niors del mundo. Ya lo sab¨¦is, Cieza es la fuente de la marcha del futuro'.
Y ah¨ª no se qued¨® el joven Molina, el sorprendente, mal que le pese, medallista de bronce. 'Vale', prosigui¨®; 'yo no entrar¨ªa en vuestros pron¨®sticos, pero no ser¨¢ porque no os lo advert¨ª. Ya dije yo que Paquillo estaba un escal¨®n por encima de los dem¨¢s, pero que yo saldr¨ªa a luchar por la plata'.
Fue bronce a dos minutos del inalcanzable Paquillo y a 40 segundos del veterano ruso Vladimir Andreyev, un eterno de 36 a?os que ya fue bronce en Sydney 2000. 'Pero ya lo advert¨ª. Ya dije que estaba muy fuerte', insisti¨® Molina.
El marchador del pueblo de Camacho llevaba todo el a?o preparando la cita de M¨²nich. Sigui¨® para ello las ¨²ltimas tendencias del atletismo espa?ol, que consisten en fuerza y altura.
Entrenamiento de fuerza para tener un tronco y unos brazos tan fuertes como los de Korzeniowski, su ¨ªdolo y el de todos. 'Aunque he estado en M¨¦xico, en la Semana de la Caminata, y he venido admirado de c¨®mo mueven la cadera los mexicanos', agreg¨® Molina; 'tengo que aprender m¨¢s de ellos, mi punto m¨¢s mejorable, el movimiento de cadera'.
Lo de la fuerza se lo ha trabajado en el gimnasio, con las pesas, y lo de la altura lo ha resuelto con un mes de estancia y entrenamiento en La Puebla de don Fadrique (Granada), a 1.600 metros, donde ha efectuado mucho trabajo de volumen, o sea kil¨®metros y kil¨®metros, y otro mes algo m¨¢s alto, en Font Romeu, en la Catalu?a francesa, a 1.800: 'All¨ª hice m¨¢s trabajo de calidad'.
Y ah¨ª no se acab¨®. A Molina le falt¨® una ¨²ltima advertencia: 'Y en el futuro, en los pr¨®ximos campeonatos, no descarto luchar por el oro con Paquillo'.
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