En San Francisco
Nuestro periplo gastron¨®mico en San Francisco lo iniciamos en el Farall¨®n, un restaurante con una decoraci¨®n gaudiniana y una comida americano-mediterr¨¢nea, cosa nada sorprendente, ya que San Francisco es seguramente la m¨¢s mediterr¨¢nea de las ciudades americanas. Comimos en la barra, que es ya de por s¨ª una de las diferencias importantes con los restaurantes gastron¨®micos europeos. En Europa es impensable comer un plato en la barra de un restaurante de cocina moderna y permanecer all¨ª s¨®lo media hora. En el Farall¨®n probamos una sopa de pepino, apio con una juliana de lima y huevas de trucha, cangrejos hervidos de la bah¨ªa con tres salsas diferentes, peque?os hongos con buey de mar y una salsa picante.
Esa cocina ten¨ªa un toque de modernidad, no era exactamente la tradicional vietnamita
Despu¨¦s estuvimos en el Postrio, un restaurante italiano que pertenece a una cadena creada por Wolfgang Puck, un cocinero austriaco que lleva muchos a?os en Estados Unidos y que ha sabido montar con acierto varias cadenas de restaurantes. En el Postrio se sirve una cocina italiana matizada con productos de California. Probamos, entre otros platos, una brocheta de calamares y unos rollitos de carne de cerdo y jud¨ªas. Del intercambio de opiniones que hacemos constantemente entre nosotros salieron unas cuantas ideas que ¨ªbamos apuntando.
Despu¨¦s fuimos al restaurante Slantedoor. Se trataba de un restaurante vietnamita, que es una cocina a caballo entre la china y la tailandesa que resulta muy dif¨ªcil para los occidentales diferenciar de esta ¨²ltima. All¨ª comimos un rollito de primavera en el que la masa era de galleta de arroz y el relleno de fideos de soja, menta y zanahorias. Despu¨¦s vinieron unas almejas con citronela y hoja de k¨¦fir, un pastel de nabos y arroz, salteado de buey y cebollitas, y un carpaccio de carne con cacahuetes y cebolla tierna. Nos pareci¨® que esta cocina ten¨ªa un toque de modernidad y que no era exactamente la tradicional vietnamita, ya que alg¨²n plato parec¨ªa de fusi¨®n, como, por ejemplo, el carpaccio. La verdad, sin embargo, es que fue muy interesante, y nos abri¨® la posibilidad de fusionar diferentes cocinas asi¨¢ticas en un mismo plato.
A continuaci¨®n fuimos al Clift, un hotel reci¨¦n inaugurado que pertenece a la cadena Sharager Hotels, fundada por Ian Sharager, uno de los dos creadores del m¨ªtico Studio 54. El hotel tiene el sello de Philippe Starck, uno de los grandes dise?adores contempor¨¢neos, y ha marcado un antes y un despu¨¦s en el concepto de hoteles urbanos de lujo. Dentro del hotel, al lado de un bar maravilloso, est¨¢ el Asia de Cuba, un restaurante que, como su nombre indica, tiene influencias caribe?as y asi¨¢ticas. Algunos de los platos que probamos all¨ª fueron un tartare de at¨²n con guacamole, costilla de cerdo en barbacoa al caf¨¦, ensalada de mango al s¨¦samo y jengibre y sushis de frutas caribe?as.
Este restaurante es un buen ejemplo de la cocina fusi¨®n, un estilo nacido en Australia y que desde all¨ª pas¨® a California. Para acabar la noche fuimos al Boulevard, que es uno de los restaurantes emblem¨¢ticos de San Francisco. All¨ª, tambi¨¦n en la barra, proseguimos nuestro marat¨®n gastron¨®mico y comimos una polenta gratinada al tartufo, unas vieiras con bac¨®n, un at¨²n crudo con kelloggs y yogur y un bogavante con una especie de morcilla. Terminamos, agotados, a las doce de la noche. Regresamos al hotel y pasamos a limpio todas las notas reunidas a lo largo del d¨ªa. Nos llev¨® tiempo, ya que hab¨ªa sido un largo periplo gastron¨®mico con muchas ideas. Despu¨¦s nos fuimos a dormir. A la ma?ana siguiente nos tocaba madrugar, ya que nos esperaba un d¨ªa emocionante en el Chinatown de San Francisco. (Con la colaboraci¨®n de Xavier Moret).
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